Aún no han sonado las once campanadas y ya se enciende una lucecita verde, bing! y casi poniéndose de acuerdo le siguen dos más en cadena, bing, bing!.
Después, con un ritmo escrito por nadie, interpretado como jazz, aparecen los demás, bing, bingbing, bing, bingbingbing, bing, bibibibibing, bingbing, bing. Un par de segundos más tarde resuena un bing, y ya están todos..., todas..., tod@s, bueno, coño, ya "están".
Los niños? Acostados y durmiendo. Los maridos, las mujeres? En la cama esperando pacientes o leyendo o durmiendo, porque saben que la espera puede ser muy larga, en algún caso hasta bien entrada la madrugada (santificados sean vuestros santos y santas, porque ellos heredarán..., naaaa, con teneros ya les vale!).
Pronto empiezan a cruzarse los mensajes, claramente en clave, en los que se maquinan, aprovechando la noche y el chat, crímenes a cual más atroz y sangriento, a cual más sádico y terrorífico, unos crímenes que por lo que parece intentarán atribuirlos a unos tipos raros que se chutan caracoles (o que beben sangre, no se, algo asi de raro). Tal como está el mundo criminal hoy en día, igual cuela y todo.
Pero como la noche es una vieja lianta, pronto alguna lanzadilla decide soltarse el pelo y va y les suelta que conoce a una amiga (la típica amiga que "todos" tenemos, la mia se llama MariPuri) que ha dicho que puede correrse sin tocarse, y se pone a describirlo with pelos und señales (expresión robada del genial Mortadelo), y entonces ves como los "bing" hacen "biiiiing", luego hacen "bIng" y en breve todos leen con ansia lo que la otra escribe. Suerte que el relato es corto que sino la liamos...
Pero la noche es muy larga, y después del "bIng" viene la calma..., la tranquilidad..., la suavidad con que te meces en tu silla..., para casi caerte cuando por el lado izquierdo de la pantalla aparecen..., uno...,no, dos..., quiá, tres feas caras de zombie, los ojos medio colgando de las cuencas, una sonrisa estúpida (o sangrienta, no sabría decir) y sus manos huesudas alargadas hacia tí, como queriendo cogerte. Maldito seas, realismo mágico, te estás pasando un pelo.
Entonces, de repente, te das cuenta de lo que pasa. Te has equivocado y en lugar de los antigripales te has tomado las pastillas esas que tenías para documentarte sobre los viajes de LSD. Te das cuenta porque si bien el resto de lo que has vivido es cierto, porque la comunidad de autores que estás descubriendo es una "familia" muy especial que se reune siempre a partir de las once después de cuidar a su otra familia, y ya los conoces a casi todos, esta noche hay un invitado especial que nadie te ha presentado y sin embargo "sabes" quien es, es el famoso (no me digais no lo veis! no me digais no sabeis quien es!) el famoso conejo Harvey.
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