Etiquetas

domingo, 29 de marzo de 2009

La leyenda de los tres angeles


Érase una vez..., un país muy pequeñito..., tan pequeño que al irse a dormir, si los pies se salian de la cama, se quedaban toda la noche en el pais vecino

En ese pequeño país, a un pasito del extremo noreste, en un bosquecillo de acacias enanas, vivia un duendecillo azul, en una pequeña cabaña de madera de roble, con una chimenea tan grande que casi no dejaba espacio para muebles, solo una cama, una silla, y en una de las paredes varias repisas con cientos de libros apilados uno encima del otro.

Ese duende azul vivía solo, y cada noche se sentaba en el porche, fumando en su cachimba de pino, mirando las estrellas, y las contaba, y cuando sus ojos cansados perdian la cuenta, volvia a empezar, seguro de que un dia..., un dia..., no se cansaría y sabría, finalmente, cuantas había...

Vivía solo, pero no estaba triste, estaba bien consigo mismo, y con la naturaleza, y tenia sus libros, alguno de los cuales habia leido once veces. A veces escribia, con una tinta azul y una curiosa pluma roja de algún ave ya desaparecida..., escribia extraños poemas medievales, relatos de mundos inventados, cualquier cosa que le saliese de dentro, aunque a veces salian cosas que mejor se hubieran quedado calladitas un poco más, tan solo unos años más, porque, como todos, el duende tenia historias inacabadas, de recuerdo agridulce.

Recordaba, a veces con tristeza y melancolía, otras con orgullo y felicidad, los añorados viejos tiempos, aquellos en que las cosas eran diferentes..., las épocas antiguas, donde las fiestas eran fiestas, y se bebía hidromiel..., y los tomates sabian a tomate, y las cosas eran siempre lo que parecían y no todo lo contrario..., donde las leyendas eran ciertas y podias creer que el destino no te jugaría malas pasadas, porque, al fin y al cabo, tu eras el héroe del cuento.

La leyenda que un día le explicaron sobre sus antepasados aún le producía, al recordarla, emociones intensas, aún se maravillaba de la magia que por fuerza tuvo que intervenir, aunque a ratos pensaba que no eran sino historias al calor de la chimenea, basadas en parte en algo que realmente sucedió, pero que con el tiempo se habian ido embelleciendo, añadiendo cosas que eran cuando menos inciertas.

En su casa la familia hablaba con emoción de la leyenda de su tatarabuelo, el primer duende azul que se aventuró más allá de la frontera, quien tuvo la suerte de ser bendecido por los hados, y que en un corto espacio de tiempo, encontró a sus tres ángeles, algo que muy pocos, casi ninguno en realidad, pueden disfrutar en el transcurso de su vida.

Un angel, decían, era el de la inocencia y la pureza, del amor limpio y sin ambages, sin interés compuesto ni hipotecas, tan intenso y desprendido que si no ibas con cuidado el corazón amenazaba romperte las costillas..., un angel que no te esperas nunca encontrar pero que cuando lo encuentras, te ata con una dulce cuerda elástica, y ya no te deja ir, ni tú quieres irte, y cuando la cuerda estira un poco, sabes que debes volver a su lado. Y ese angel, decían..., ese angel lo conoció lo menos dos veces que se sepa..., una vez lo perdió al escapársele subido en un cometa, pero años más tarde lo volvió a encontrar y era el mismo de entonces..., distinto pero sin embargo el mismo.

Un segundo angel era con el que te reias de las cosas más simples, el que, incluso en la distancia, te daba mucha ternura y cariño, que te amaba, sin saber muy bien cómo, a su especial manera, sin saber bien qué nombre ponerle, pero claramente y sin tapujos. Su abuela le contaba que su tatarabuelo decía que con ese angel a su lado podría descender a los infiernos con la seguridad de que ambos volverían sanos y salvos, y reforzados. Su abuela le contaba que, en palabras del tatarabuelo, de todos los angeles que dicen conoció y de aquellos que intentaban ganarse las alas, a ese angel en particular, le regaló la mayor parte de su corazón, y aún así se sentía como en la gloria.

Un tercer angel era el que estaba contigo incluso sin estar, a veces sin verlo en años se te aparecía de repente al lado, y seguia conversaciones de antaño por donde lo habiais dejado, con el que reias de todo y de nada, con el que discutiais de lo humano y lo divino. Ese angel era parte de ti, lo habias conocido siempre, sabia más de ti que cualquier otro, y a la vez había dejado le conocieses por dentro como nunca permitió a ninguno de los de su especie.

Dicen que mi tatarabuelo no cabía en si de gozo cuando consiguió tener a su lado a esos tres angeles..., y lo envidio, creedme que sí..., aqui solo, en mi cabaña en el bosque, esperando..., a ver si pasa alguien por el camino..., y se sienta en el porche conmigo, a contar las estrellas..., así entre los dos seguro que las contamos todas..., un dia...

sábado, 28 de marzo de 2009

Renascitur


En un lejano pasado...

Una simple y amarga lágrima, de oscura plata fundida, llena de confuso dolor, y el ave ardió, el fuego empezó desde su centro y las llamas amarillas y naranjas llegaron en segundos hasta la última de sus rojas plumas remeras, dejando grises cenizas humeantes a su paso..., cenizas oscuras que el viento norteño dispersó por las montañas y los mares..., asegurándose de alejar el más mínimo rastro de dolor.

En un pasado más o menos reciente...

Una simple y dulce lágrima, de luminosa y áurea envoltura, llena de cariñosa ternura, cayó sobre unas pocas cenizas grises ya añejas y olvidadas, y de pronto, en un torbellino, éstas empezaron a danzar como derviches, se arremolinaban en extrañas figuras geométricas, y en breve llegaban más grises cenizas, unas del norte y muchas más del noreste, algunas con humedad salina, otras con restos de tierras rojas, unas con cristales de hielo, otras con hojas de pino.

En muy poco tiempo, las cenizas dieron forma a algo parecido a una roja pluma remera, no muy roja, ni muy fuerte, en realidad casi ni era una pluma remera..., pero ya no era tampoco un simple montón triste de grises cenizas..., era algo diferente, algo nuevo..., algo..., algo vivo. Aún faltaba tiempo, agua de lluvia, minerales, y mucha más ternura, pero esa pluma..., esa pluma solo podia pertenecer al ave que antes planeaba los acantilados marinos y los valles montañosos, y seguramente..., un dia..., no muy lejano..., volveria a surcarlos con fuerza renovada.

En un presente actual...

Una pluma encarnada se endereza ligeramente, moja su punta en el mar y bebe el aliento del viento. Ha pasado un tiempo, quizás algo más de lo que podría parecer necesario..., y se nota..., se nota en un vuelo más pausado, en las plumas granate donde antes hubo rojo fuego, en los ojos tristes al no saber de otras aves con quien surcó los cielos y los infiernos. Pero es innegable que está volando de nuevo, y en su cabecita aparecen otra vez visiones de lejanos lugares donde fué feliz, lugares que le llaman..., vuelve..., te echamos de menos!

To Do Or Not To Do, THAT's The Question!


Al fin y al cabo, si hay cuestión hay ser consciente (creo), mientras entre ser y no ser no hay discusión posible (o tal vez sí?).

La cuestión, en cambio, sobre hacer o no hacer..., ah!, amigo!, eso ya es harina de otro costal (a saber de donde viene esa expresión).

De entrada, podriamos decir (bueno, lo digo yo, y a mi me vale) que el ser humano se divide en tres grandes grupos: Thinkers, Doers, y Noers. Los primeros básicamente piensan antes de actuar, los segundos básicamente actúan.

No digo que los segundos sean unos inconscientes (aunque haberlos haylos) ni que no valoren las consecuencias de sus actos (aunque aquí habría mucho que decir), en realidad con tan pocos grupos nos perdemos los matices. Pero ciertamente un Doer será resolutivo, activo, posiblemente inquieto, pero a la vez tranquilo ya que lo tendrá clarinete: To Do!, Of course!, What else?

Luego llegamos nosotros (sí..., el menda no es resolutivo, ehem!), y básicamente le damos al magín..., algunos solo lo necesario y suficiente (ah!, esos advenedizos!, esos infiltrados!, no saben lo que hacen), pero algunos, no sé si muchos porque nunca ha habido un congreso (y si lo hubiera nos pillaria sin saber si ir o no ir), nos lo pensamos..., y lo volvemos a pensar..., le damos vueltas al dodecaicosaedro..., re-miramos cada cara..., lo pasamos por el microscopio..., vemos si existen varias acciones posibles, y consecuencias, y posibles acciones ante las consecuencias (y como la cosa sea en plan ajedrez ya ni hablamos), valoramos acciones posibles, y re-acciones..., vamos, la repera (una amiga valenciana le llama a eso "programa de centrifugación").

Que pasa con los terceros, direis? Ah..., esos son los afortunados..., están de vuelta del dilema occidental..., no piensan, no hacen, pero a la vez no no-piensan y no no-hacen, han desaprendido lo aprendido, se han salido del problema..., y simplemente son.

Vaya..., entonces lo de To Be Or Not To Be era lo verdaderamente importante al fin y al cabo?

No sé..., tengo que pensarlo...

viernes, 27 de marzo de 2009

Volver a empezar...


Porque ya es hora..., porque hace falta..., porque alguien me lo pide..., porque es primavera..., porque yo lo valgo ;-)

No es más, ni menos, que una ventana a mi mismo, tal vez translúcida, todavia cerrada, pero ventana al fin y al cabo...

No es más, ni menos, que una excusa para desbloquear bloqueos tópicos, descircular circulos viciosos, noquear mini-yos perversos...

No sé si el duendecillo será capaz de renacer cual ave fénix, lo hizo una vez, pero luego se quemó hasta su aliento, y la tramontana dispersó sus cenizas...

No sé tampoco qué cosas aparecerán por aquí..., ni cuándo..., ni cuanto..., pero lo que venga vendrá de la nada, y vendrá tacita a tacita, golpe a golpe, asi que por eso (y por jugar con las palabras, que al final se trata de eso) todo esto se llama Quanta Out Of Nowhere...

Mira tú por donde..., justo antes de darle al botoncito de tirapalanteyaconeso, se me ocurre curiosear en San Guguel..., y sale Ella Fitzgerald con "Out of Nowhere", y de repente parece que todo el mundo sale de la nada...