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martes, 28 de febrero de 2012

Un menú completo, muy completo...


Al principio Dios creó las casas de comidas, donde por veinte duros comías arroz a la cubana (sin plátano ni mariconadas), una escalopa, bebías vino peleón con gaseosa, y de postre un flan. El mantel era de hule, y con el paso del tiempo los agujeros de cigarrillo competían con las manchas de café y de vino.

Las casas de comidas eran antros con poca clase, lugar donde estudiantes y camioneros jugaban a cartas, y donde también comían señoritas de moral distraida (que es como antes se llamaba a las putas queriendo ser fino) que tenían muchas veces habitación en el piso superior, algo que sabían todos los camioneros pero casi ningún estudiante (por aquel entonces muchos estudiantes eran unos pardillos de la vida).

Pasó un tiempo indefinido en el que los menús no cambiaron casi nada, salvo de precio, aunque en el arroz algunos le ponian un platano frito (de Canarias, vamos, de los de postre) y entonces Dios se hartó de eso y dijo: "Hágase el euro". Y el euro se hizo. Y Dios vió que el euro era bueno (vaya un "gilí", no era omnisciente el julai?), y separó las casas de comidas de los restoranes y los salones de té, donde reinaba el buen gusto y las buenas maneras, los manteles eran de hilo bordado a mano por las monjas descalzas, y las señoritas de moral distraida llevaban haute couture y venían siempre, siempre, con el marido (con el marido de alguien, se entiende).

Estaba el Altísimo liado con el ajuste del euro cuando apareció por allí el Maligno, unos dicen que se llamaba Lucifer, y otros que llevaba un jersei negro de cuello alto y se llamaba Esteban. Entonces el Maligno decidió que no podía ser que los restoranes y salones de té fuesen puros y virtuosos, y pensó en como llevarlos a pecar.

El Maligno era un genio, maligno pero un genio, y ahora en todas partes, en casas de comidas, restoranes y salones de té, es imposible comer tranquilamente un sencillo menú, no ya un menu degustación, tan solo un simple arroz a la cubana (incluso el platano sería aceptable) con una escalopa, vino peleón y gaseosa, y de postre un flan.

Como digo, es imposible comer tranquilamente un menu..., es imposible cuando en la mesa de al lado, en la de detrás, incluso en la tuya propia, a cada momento oyes el insufrible ruidito del wassup o de la vibración de mensajes y llamadas, eso sin olvidar que, mientras cortas la escalopa, tus vecinos te ponen al dia de sus problemas cotidianos, personales o de oficina, hablando a voz en grito con quien sea que hablen, que en algún caso hasta oyes con quien hablan porque el otro o la otra también gritan desde otro restoran, y todos gritan porque asi intentan hacerse oir ya que hay tanta gente hablando por movil que si no gritas no te oyen.

lunes, 27 de febrero de 2012

Gestalt (III) – El juego de Kim

En la sala de las mesas sacadas del tetris y las sillas cómodas pero imposibles están sentados Eduardo y Kim, en un ángulo de 45º, lo que obliga a Eduardo a girar la cabeza y mirar a su izquierda, algo que le hace sonreír y que crea una sonrisa cómplice en Kim. 

- Bueno – sonríe Kim – aquí tenemos la primera interacción, que intuyo ha funcionado bien. Es eso o estabas intentado ligar conmigo. A ver, que ha sido esa sonrisa? 

- Aparte de querer ligar contigo? – pregunta travieso Eduardo – No, no ha sido esa la causa, (eso será en otro momento, no lo dudes, podría perderme toda una vida en esos ojos negros). Lo que pasa es que antes Luis estaba sentado enfrente, y tú te has sentado a mi izquierda. Sabiendo lo que sé del instituto y de lo que hacéis aquí, supongo lo haces para potenciar mi hemisferio derecho en ese juego de la memoria que has mencionado al entrar. 

- Muy bien, Eduardo, has pasado la primera prueba – dice Kim – eso te da derecho (nunca mejor dicho) a una pregunta. 

- Muy buena frase – Eduardo sonríe hasta con los ojos – Aquí tienes mi pregunta: Por que uno de tus nombres es Kim?. 

- Vaya, debo restarte un punto – dice Kim frunciendo ligeramente los labios, para luego volver a mostrar su eterna sonrisa – hablamos del juego de la memoria, llevo un sari, digo que me llamo Kim y no sabes sumar las tres cosas? Pues nada, te lo explico, la causa… 

- Espera!, Espera! – salta Eduardo – Lo sé!, Lo sé!, Que idiota!, Estaba tan claro y sin embargo no lo veía, que zote!. Está clarísimo, vamos a jugar al juego de Kim, como en la obra de Kipling, pero…, pero entonces yo tendría que ser Kim, y tu un joyero turco, no una bella mujer. Aunque no me quejo, no me quejo, el cambio es muy agradable. 

- Eres un adulador – dice Kim mientras se arregla el pelo y se lo pone detrás de la oreja - creo que voy a tener que ir con cuidado contigo. Tienes razón, yo debería ser un joyero turco, tú y yo deberíamos estar en la India, y todo sería más vivo y a la vez más peligroso. Pero debemos empezar, lo primero es definir algunas obviedades que no suelen ser muy obvias. 

- Como cuales? – pregunta Eduardo – Lo de la esponja de absorción ya me lo ha explicado Luis, aunque de forma un poco resumida. 

- Bueno- responde Kim – te lo amplío un poco, ya verás que en el fondo es muy simple. La gente, la mayor parte de sus vidas, mira pero no ve, oye pero no escucha, toca pero no siente, olfatea pero no huele, gusta pero no paladea. Es decir, observa pero no absorbe. Eso lleva a que mucha gente se sienta desconectada de la vida, a pesar de que toda la realidad no existe sino como parte de uno mismo. Absorber significa “observar con la atención enfocada completamente en aquello que se observa, para captar su esencia”. 

- Vale, pero – pregunta Eduardo – eso para que sirve? 

- Sirve – responde Kim – para que de forma inconsciente tengas un sentido de la observación entrenado, y que ello te permita entrar en un estado mental de asociación libre. Sabes como “inventó” la imprenta Gutenberg? Pues porque se encontraba en el lugar oportuno y en el momento oportuno con una mente atenta, estaba visitando unos amigos que fabricaban aceite…, y mira tú por donde “tuvo una intuición”. 

- Pero ahora – añade Kim levantándose y abriendo un cajón – es momento de cosas prácticas. Esto que ves es nuestra propia versión del juego de Kim. Si yo fuese el joyero turco y estuviésemos en la India, esta bandeja tendría joyas de diferentes colores y formas, pero estamos en otro lugar y otro tiempo, así que la bandeja contiene lo que ves, objetos de lo más cotidiano. Míralos o, mejor dicho, obsérvalos, durante un minuto. 

- Un minuto? – pregunta Eduardo – Pero si por lo menos hay…, uffff…, un montón. 

- El tiempo sigue su curso – responde Kim – mejor que no te entretengas. 

Eduardo empieza a respirar lentamente, y enfoca su mirada en los objetos de la bandeja, los mira de izquierda a derecha y de arriba abajo, murmurando nombres, colores y posiciones, y cuando llega al final, repite el proceso, esta vez de derecha a izquierda y de abajo arriba. 

Tiempo finalizado – dice Kim mientras pone una tela encima de la bandeja – Me gusta lo que te he visto hacer, veamos si es efectivo. Me puedes decir cuantos objetos tienen batería, cuales son y donde están situados? 

- Mmm…, dos – responde Eduardo – ambos a la derecha, un teléfono inalámbrico y un mando de la tele. Espera…, el mando…, también está el mando de las llaves del coche, tres, son tres objetos y los tres a la derecha, a mi derecha, quiero decir. 

- Bien, muy bien – asiente Kim, sonriendo - has empezado muy bien. Cuantos objetos son rojos? 

- Rojos? – responde Eduardo – Más de uno? Está la lata de cola, que es de color rojo salvo en las letras blancas y la base de gris aluminio. El otro no es rojo, es un bolígrafo rojo pero solo el capuchón, el resto es transparente. 

- Bueno – dice Kim – En primer lugar, el capuchón es un objeto en sí mismo, no es algo intrínseco del conjunto que tú llamas bolígrafo. En segundo lugar, el bolígrafo tiene también el tapón de color rojo, ya sé que muchas veces se pierde y nunca lo tenemos en cuenta, pero en el de la bandeja está completo. Finalmente, cuantas llaves tiene el llavero aparte de la del coche? 

- La verdad es que no lo sé – responde Eduardo -, son varias y de más de un color pero no tengo ni idea. Lo siento. 

- No lo sientas, es normal – comenta Kim – déjame ayudarte con algo que se llama rememorar. Cierra los ojos y respira profundamente tres veces. Bien…, ahora debes intentar visualizar en tu mente la bandeja y todos los objetos. Lo tienes? Mira la bandeja y fíjate en la zona donde están las llaves. Capta sus formas y colores, descríbeme lo que ves. 

- Veo la llave del coche – responde Eduardo -, con una base de color negro, por debajo del mando y orientada a mi izquierda. Veo dos llaves largas y muy parecidas, enfrentadas, de color dorado, no, son plateadas. Entremedio hay dos llaves muy juntas, una de ellas con algo azul. Al otro lado…, al lado derecho creo que hay dos llaves más. Eso daría…, seis llaves aparte la del coche. 

- Bueno, - responde Kim - la llave azul está a la derecha, pero te has acercado bastante para ser la primera vez. Felicidades. 

- Gracias! Ahora que sigue? – pregunta Eduardo - Que otras técnicas de absorción me enseñarás? 

- Ahora sigue lo mejor del juego – responde Kim – tú y yo nos bajamos al bar de la esquina y practicamos con los objetos que hay allí, aunque según el número de cervezas que “absorbas” perderás facultades. Allí tienes permiso para ligar conmigo, si te atreves, pero te aviso que eso no mejorará tu capacidad de observación, los hombres os lleváis fatal con la multitarea. 

Eres un friki! Pues tu eres un pijo!

- Eres un friki! - le dice Pedro a Luis - siempre con ordenadores con nombres raros, que si el Ubuntu que si el Debian, ahora el telefono con el Android ese, que si el sistema es perfecto, que si tal que si cual...

- Pues tu eres un pijo! - responde Luis - deberias llamarte Borja y no Pedro, todo el dia con los mac y con los aifon, los aipod, los aipad, los aimaria, los aiaiai, eres un pijo de la secta de la manzana, que si el sistema es perfecto, que si tal que si cual...

- Venga..., daros un abrazo como buenos hermanitos - interviene Jaime riendo - aqui el único con un sistema imperfecto soy yo con mi güindous.

- Como? Yo, hermanito de este friki? - se sorprende Pedro - eso es imposible.

- Mande? Yo que tengo que ver con un pijo como éste? - se sorprende tambien Luis - eso es imposible.

- Bueno - responde Jaime - de Pedro no me sorprende porque es como es, pero tu, Luis, con lo que sabes de estas cosas, deberías saber que en el fondo los pijos de la manzanita y los frikis del pingüino casi os dais de la mano, como si fuera un círculo del que solo yo estoy fuera como bicho raro, aunque haya en el mundo muchos bichos raros como yo, mal de muchos consuelo de tontos y eso que se dice.

- Sigo sin entenderte, Jaime - dice Luis - como no te expliques mejor...

- Pues yo aún menos, Jaime - añade Pedro - creo que nos estás vendiendo una moto.

- Vale - responde Jaime - pues aqui va la moto esa que os quiero vender, es un poco técnica pero al final resulta que el asesino es el mayordomo, como siempre...

Vereis, resulta que hace mucho, mucho tiempo, en una galaxia muy lejana..., vaya..., no..., no es eso, ya me he equivocado de historia, ésta sucedió en los laboratorios Bell, en un año muy erótico, 1969, donde unos chicos, en lugar de irse de juerga y pasarlo bien con cerveza y beber chicas, digo, pasarlo bien con chicas y beber cerveza, se pusieron a desarrollar un sistema operativo al que llamaron UNIX, ya teniamos aqui a los primeros frikis (porque preferir una máquina a una chica y una cerveza es ser friki, os lo digo yo, que estoy ahora mismo con una cerveza en un lado y una..., ehem..., una máquina delante mio).

Pues bien, unos años más tarde, en 1975, otros frikis, esta vez en la Universidad de California, se aburrían y en lugar de hacer surf, beber cerveza y ligar con chicas..., sí..., lo habeis adivinado..., se pusieron a rescribir el sistema ese, el UNIX, para hacerlo igual pero mejor, y les salio algo que llamaron BSD (aqui ya estamos de nuevo con los acronimos pero eso os lo dejo para San Google, no esperareis os lo de todo hecho).

Como si de un cultivo de setas se tratase, los primeros años 90 fueron un hervidero en cuanto al frikismo computacional se refiere, llegando a aparecer, entre champiñones, ceps, girgolas, y otras variedades,  más de 7 sistemas "nuevos", todos con UNIX como base comun ancestral, entre los que destacaban dos.

El primero fue una version libre del BSD, y como los frikis no tenian un departamento de marketing pues imaginad, lo llamaron freeBSD. El segundo fue un "nuevo" sistema, y su creador cogió su nombre más la obvia influencia del ancestro y Linus + UNIX dio lugar a Linux.

- Anda, que interesante - comenta Luis - asi que hay tantos UNIX como setas? Posquebien, pos fale, pos malegro, pero sigo sin ver por aqui a los de la manzanita.

- Espera, espera, que..., ya están aquíiiiiiii - responde Jaime con vocecita de niña - Ahora solo nos falta un ingrediente, y es coger unos cuantos frikis, ponerlos en un laboratorio, ponerles al lado un departamento de marketing 5 veces más grande, y diseñar un bonito logo...

- Comor??? - dice Pedro con sorpresa - que es lo que estás queriendo decirnos?

- Pues bien clarito - responde Jaime - enderesulta que ese UNIX llamado freeBSD es la base del sistema operativo de los Mac.

Asi es como los frikis y los pijos os teneis que abrazar y ser amigüitos, ya que en el fondo sois hermanitos.


domingo, 26 de febrero de 2012

Tempus fugit, carpe diem


Tempus fugit, sicut nubes, quasi naves, velut umbra (El tiempo vuela, como las nubes, como las naves, como las sombras.) 

Isabel apura la tercera cerveza tostada con sana avidez, mientras sus ojos y el resto de ella sonríen a Miguel con la salvaje franqueza de alguien sin dobleces. Aaaah, que fresca, que bien entra…
 
Miguel bebe un sorbo de su copa de vino mientras mira a Isabel agazapado tras el borde de la copa. Dios mio, que guapa, y que ojos más bonitos, y que sonrisa y que…, pero no, no debo, no puedo, no…, pero si casi acabamos de conocernos…, bueno, hace cinco años pero claro, nos hemos visto muy poco…, vaya…, sí…, hemos ido al cine a ver versiones originales francesas y cenado varias veces pero en el fondo no hemos intimado…, bueno…, estuvo “aquel” beso en que moví la cara y casi me lo da en la boca pero eso no cuenta, no? Uy!, Como me mira…, me funde, ésta hoy me funde…, mejor no bebo más…
 
- Bueno, dime – pregunta Isabel – como te va la vida, mi niño? Hace días que no sé de ti. Me tienes preocupada, te veo un poco apagado, casi triste.
 
- Ya sabes, como siempre - responde Miguel casi como pidiendo perdón - liadísimo con el trabajo, el jefe es un negrero, y si no es con el trabajo es con los niños, que si uno juega a básquet y entrena martes y jueves, que si la otra hace teatro y ensaya jueves y sábados, yo los jueves por la tarde parezco un taxista. Pobrecitos, uno u otra siempre llegan tarde, pero no soy fitipaldi, no puedo con todo, no puedo...
 
- Uf!, solo de oírte ya estoy estresada – comenta Isabel – me pregunto en qué parte de toda esta vorágine dejas de hablar en primera del plural para hablar en primera del singular. Donde habitas, mi niño? Donde tienes tu centro? Donde escondiste tu corazón, tu alma?
 
- Chica, qué quieres? – se queja Miguel – un padre con 2 niños y un trabajo aburrido no tiene casi tiempo para él, sabes? Si, claro, “tengo” a María, ella con sus amigas y su cóctel cada tarde, y siempre tiene tiempo para el spa cada semana, nunca para mí, ni para los niños. Pero peor es el cabrón de mi jefe, que me tiene haciendo papeleo y cosas sin importancia, si yo me atreviera, si me pusiera por libre se iba a enterar, pero no sé, y si sale mal? Y si sale bien pero luego no me gusta? Y si a María no le parece bien? A María nunca le parece bien nada de lo que hago, por que debería ser diferente ahora? Además, los niños aún son pequeños, quizás más adelante…
 
- Sabes? – responde Isabel - Creo que deberías encontrar un momento tranquilo, un espacio para ti mismo, y pararte un momento, respirar tres veces para oxigenarte bien, y pensar un poco en ti, aunque solo sea un poco. Cambiar las cosas es saludable, como dijo alguien, creo que Einstein, “si quieres resultados distintos, no hagas siempre lo mismo”. Que lástima, un hombre tan interesante, tan divertido, con tanto potencial, y se esconde de si mismo.
 
- Claro, tu lo tienes todo más fácil – responde Miguel un poco picado – haces lo que quieres cuando quieres sin preocuparte de nada ni pedirle permiso a nadie. Así cualquiera. Jo, si yo tuviera el valor, si solo me atreviera a cambiar las cosas aunque solo fuese un poco, un día…, quizás un día…
 
- Bueno, así como tú lo dices – dice Isabel con tranquilidad – suena a que soy una vivalavirgen o algo peor. Vaya, así me ve él? Entonces, en el fondo, ya le parece bien ser como es? 

- No, no es eso, perdona – responde Miguel rápidamente – es sólo que todo lo que haces y todo lo que dices y cómo lo dices parece que fluya suavemente, natural. La verdad es que te envidio, querría ser como tú, pero no sé como. No se como? Claro que lo sé! Pero no me atrevo, ahí fuera está oscuro y da miedo…, aquí dentro entre cuatro paredes estoy seguro y todo está controlado, no hay riesgo de que me equivoque si todo lo pienso y repienso para finalmente no hacer nada.
 
De repente ambos se miran por encima de las cervezas y el vino, y una tenue descarga eléctrica en las sinapsis de ambos consigue el milagro. Ahora todo el subtexto entre ellos se hace evidente, y la mutua comprensión, y de repente él siente que sabe lo que quiere. 

Se levantan ambos de la mesa, salen del bar, caminan lentamente por la calle, callados y pensativos. En la esquina se paran, se miran, se sonríen, se abrazan, y cada uno se va por su lado.

sábado, 25 de febrero de 2012

Noticias de un universo alternativo (X)

Queridos lectores, ésta de hoy es la mejor noticia que escribo desde que dejé de fumar, hace ya ocho años, la más liberadora desde que me separé de las pesadas de mis dos esposas y sus paranoias incomprensibles, la más fantástica desde que los chinos descubrieron vida inteligente a 4000 metros bajo los eternos hielos de Europa (hay quien dijo entonces que por vez primera en el sistema solar, y hay días en que tiendo a pensar lo mismo).

En pocas palabras, se ha descubierto qué pasa con los ya famosos neutrinos superlumínicos (algún graciosete los llamaba neutrinos spumante). En realidad no es que sean neutrinos muy rápidos, en realidad creo que desde ahora se les llamará “neutrinos distraídos”.

Seguramente os preguntareis que es lo que se ha descubierto, y el motivo de que los llame distraídos si en realidad parece que corrieron como alma que lleva el diablo. No os preocupéis, os lo cuento en pocas palabras, porque es algo alucinante.

Según las pruebas que se han hecho, y las han repetido varias veces, resulta que esos neutrinos, cuando salen del emisor, saltan a otro universo (sí, como lo leéis!) y se dan una vuelta por “allí” (donde sea que es “allí”, aunque seguro es muy lejos de “aquí”, y de todos los “aquí” que conozcáis) y hacen de las suyas, luego ven que se les hace tarde, y deciden volver cogiendo un atajo, pero les sale el tiro por la culata y resulta que llegan antes de lo esperado.

Lo más divertido del caso no es que lo hayan descubierto, sino que ha sido una especie de comprobación a posteriori de algo que había sido postulado hace unos meses, por un físico teórico llamado Takeshi Martinez. Más allá de las páginas y páginas de ecuaciones diferenciales, transformadas de Laplace, operadores hermíticos y alguna que otra sencilla operación de sumas y restas, Takeshi explica que, en el origen de su teoría, esta la aplicación de simple técnica deductiva más el bueno y viejo teorema de inducción.

Él mismo lo explica en el prólogo del artículo que se publicará en Nature en pocos días, y que amablemente me permite citar, con él os dejo.

“En un principio se trató de una simple broma de sobremesa, medio existencial y, después de varias cervezas, más de tres cuartos etílica; tenía delante a mi amigo Iván, que a pesar de su experiencia y reconocimiento se quejaba de la falta de invitación a congresos de su profesión, y yo, por estar en ese momento leyendo un relato de ciencia ficción le dije:

Es que la cosa está mal repartida, estoy seguro de que en este momento hay un Iván algo cansado que, ante varias cervezas, se queja de no tener vida propia por estar todo el día de hotel en hotel, de avión en avión, de congreso en congreso…, aunque luego sonría y añada…, y de piscina en piscina y de cena en cena y de mojito en mojito y de juerga en juerga.

Después de unas risas y de todos diciendo que sí…, que eso le hacía falta a la ciencia, los mojitos y la juerga, se desató una vorágine de análisis de lo que le estaba pasando a cada cual y de que la causa de todo ello era que en otro universo se llevaban la mejor parte.

Pedro, el trotamundos empresarial del grupo, sale con: Ahora se porque, en mis viajes alrededor del mundo, no he encontrado gente con suficiente sentido común…, debe estar en otro universo.

Alberto se pone serio diciendo: Ahora ya se porque cada mes, cuando viajo a Francia, acabo perdiendo las gafas de sol y nunca las encuentro. Mira que yo no hago más que protestar y decir que los franceses son esto y aquello, pero ahora que lo pienso, deben estar largándose a otro universo. Me imagino la cara de mi otro yo al llegar a casa y decirle a mi/su mujer, María, ya sé qué puedes vender en tu nueva tienda, gafas de sol masculinas, tengo un proveedor anónimo de lo más interesante, creo que voy a programar una visita semanal a los clientes de Francia.

Gabriel, el eterno romántico, suspira y dice: Ahora ya sé porque no tengo suerte en el amor, y no hago más que encontrarme almas gemelas demasiado casadas para descasarse, o demasiado blanditas en el alma para atreverse, o demasiado atrevidas para no ser estrellas fugaces, creo que todas las almas gemelas que me corresponden están en otros universos, dime, Takeshi, como puedo viajar allí y dejar reposar este pobre corazón?

Al final de la tarde, mientras me tomaba un cappuccino y preparaba mi conferencia magistral del siguiente sábado sobre la influencia del observador en lo observable y la salpicaba de referencias zen y de bromas varias, de repente tuve un flash y recordé la frase de Sherlock Occam: Si eliminamos lo imposible, lo que nos queda, aunque improbable, debe ser cierto.

El resto…, la frase seria que el resto ya es historia, pero antes de eso debo cumplir con mi cometido en el mundo científico, y trasladar a ecuaciones lo que os acabo de explicar de manera espero que divertida”

Gran Sasso, Febrero de 2012.

viernes, 24 de febrero de 2012

Un coctel algo complicado...

Era un viernes por la noche, era un fria noche de diciembre, era la feliz noche del día diez de diciembre, y era viernes.

Alberto estaba en el casino de la colonia militar, con sus padres y con su novia, sentados los cuatro en una mesa, bromeando.

Era una noche feliz ya que esa noche había una fiesta con baile en el casino, y para Alberto era la primera fiesta con baile con su novia. Lo del baile era algo que le tenia preocupado, con sus dos pies izquierdos, pero no encontraba excusa alguna para evitar lo inevitable. Debería sacar de la memoria los pasodobles en la plaza del pueblo donde veraneaba y donde corría delante de las vaquillas, aunque claro, con kalimotxos y txurrimuskis se baila hasta el tango...

La sala, con iluminación suave y azulada, y uno de esos globos psicodélicos en la pista de baile, estaba repleta, el cabo Peinado y su mujer, la "sargento" Maria, en una mesa, el teniente Nevado y su mujer, la "capitana" Isabel, sentados junto al coronel de la base, un tal Pajarín, que había venido sin la mujer porque lo acababan de trasladar, y casi todos los chicos de la edad de Alberto, aprovechando la fiesta para pasárselo en grande. En la barra y pasando por las mesas iban los soldados haciendo de camareros, evitando como podían a los sargentos y los tenientes que ya llevaban varias copas de más para no tragar noches de calabozo o imaginarias de una semana.

Se acercó un camarero-soldado a la mesa de Alberto, y con un saludo militar al padre de Alberto les preguntó que deseaban tomar. El padre de Alberto es muy clásico y pidió un pacharán, la madre una copa de rioja, la novia de Alberto una cerveza, y Alberto, en un alarde de demostración de lo que entonces era estar "in" en brebajes alcohólicos, pidió un destornillador. El camarero le preguntó que si grande o pequeño, y Alberto dudaba, el quería un lingotazo, pero delante de su padre y siendo un poco joven era mejor no pasarse, así que lo pidió "normal" (que "pequeño" le sonaba a chupito).

Mientras esperaban las copas, sonó una canción que a la novia de Alberto le gustaba mucho, y no hubo remedio, ella se levantó, y Alberto se tuvo que levantar, ella se dirigió a la pista, y Alberto la tuvo que seguir, ella se giró y abrió los brazos a diferente altura, y Alberto supo que esta vez no se iban a abrazar y darse un revolcón, esta vez iban a bailar, y ella, pobre ingenua, recibir un pisotón.

La luz del techo iluminaba a Alberto y su novia mientras daban lentas vueltas, tan lentas que era dificil dar un mal paso y pisar ningún pie, y la luz hacia brillar los ojos de su novia, maquillados como si llevasen pequeñas lentejuelas. El baile resultó ser mágico, y Alberto casi perdió la noción del tiempo mientras giraba lentamente alrededor de esos ojos magnéticos, mientras miraba a través de ellos y vislumbraba el alma que allí habitaba.

Al acabar ese maravilloso baile, volvieron a la mesa, y mientras se sentaban, apareció el soldado-camarero con una bandeja donde llevaba una copa de rioja, una caña de cerveza y una copa de pacharán. Una vez hubo depositado en la mesa esas copas, el soldado se dirigió a Alberto, con una expresión algo compungida, casi pidiendo perdón...

- No sé si servirá - dijo el soldado a Alberto - pero no he encontrado nada mejor - dijo el soldado, mientras ponía encima de la mesa, con suavidad, un destornillador de punta de estrella.

miércoles, 22 de febrero de 2012

Gestalt (II) - El instituto


"Instituto de la absorción", leyó Eduardo en la placa plateada atornillada a la pared, en la entrada del edificio de la calle Balmes, por encima de Gran Vía. Entró por la pequeña puerta de roble abierta en las inmensas puertas de roble, subió los tres escalones de la entrada, y llegó a un pequeño ascensor, casi todo de madera, donde no cabrían más de dos personas, tres si eran muy íntimos y no habían comido ajo.

En el segundo piso salió y pulsó el timbre en la puerta caoba a mano derecha, que se abrió sola y le dejó pasar a un pequeño recibidor, con una mesita redonda de cerezo y cuatro sillones de tela que incitaban a sentarse, y eso hizo. Cogió una revista de la mesita y la abrió por una página al azar, en un artículo titulado "Me entiendes, verdad?", que empezaba así:

Sgeun un estduio de una unviersdiad inlgesa, no ipmotra el odren en el que las letars etsan esrcitas, la uncia csoa ipormtnate es que la  pmriea y la utlima lerta esetn ecsritas en la psiocion corcreta. El rsteo peuden etsar tatolemnte mal y aun pordas lerelo sin pobrleams. Etso es prouqe no lemeos cada lerta por si msima snio la paalbra en un tdoo.

La sorpresa de Eduardo al darse cuenta de lo que estaba leyendo, de lo que estaba captando, fue casi tan grande como la de sentir físicamente que era observado por alguien a su espalda. Pero como ya le habían avisado y no era un novato, transformó la sorpresa en un movimiento hacia delante, dejando la revista cerrada sobre la mesa y levantándose con un suave giro a la derecha para así quedar orientado a quien fuese que le observaba, y lo reconoció al instante, era él.

- Hola, eres Eduardo, verdad? - dijo él - Te estaba esperando, ven, acompáñame. Por cierto, me llamo Luis, aunque creo que ya lo sabes.

- Hola, Luis,- respondió Eduardo - claro, te he reconocido enseguida..., aunque ahora que lo pienso..., eres diferente a quien aparece en las fotos..., y sin embargo eres el mismo, que cosa más rara.

- Es parecido a lo de la revista - le contó Luis sonriendo mientras avanzaba por el pasillo - es un pequeño juego estético que me permito. Pero normalmente la gente no se da cuenta de ello, felicidades, eres buen observador, veremos que tal se te da la absorción.

- Pasa, pasa - continuó Luis en la entrada de una sala luminosa y amplia con mobiliario algo especial, varias mesas con forma de pentominós y sillas de apariencia imposible y solo dos patas.

- Absorción? - preguntó Eduardo mientras se sentaba aparentando seguridad y descubriendo la comodidad del material sin el más mínimo balanceo - llevo días dándole vueltas y excepto asimilarlo a una esponja no le encuentro el sentido.

- Bueno - respondió Luis - no está muy lejos de eso, la pobre esponja hace lo que puede con lo que tiene. En realidad es una simplificación de lo que suelo llamar percepción Gestalt, absorber una escena es cuando la miras en su conjunto y captas todos sus detalles, las formas, los colores, las relaciones, las simetrías y las disonancias, y a la vez hueles el ambiente y escuchas como suena y lo integras todo en una sola percepción y eres parte del conjunto y eres uno con él...

- Uau! - reaccionó Eduardo - eso que explicas es casi zen..., observación atenta y todo eso, no?

- Bueno, en parte sí y en parte no - le responde Luis - el zen y el budismo en general hacen hincapié en el hecho de que seas inconscientemente consciente de que todo lo que no eres tú también eres tú, pero sin plantear aplicación práctica de tal hecho, excepto permitirte (nada menos) llegar a la iluminación, al satori, a aprehender y aprender que eres uno con el todo.

- Entonces? - pregunta Eduardo - quizás se acerca a eso que ahora está de moda, a la cuántica?

- Más o menos, - sonríe Luis – pero es como la tortilla de patatas, si no lleva cebolla a mi no me gusta, a otros no les gusta con cebolla, pero siempre es una tortilla de patatas.

- Como? – se sorprende Eduardo abriendo los ojos como platos y adelantando ligeramente el cuerpo hacia delante – ahora me has descolocado completamente, que tiene que ver la cuántica con la cebolla de la tortilla de patatas?.

- Ja ja ja, lo siento, - ríe Luis – ha sido mi yo-transgresor, que no ha podido aguantarse las ganas y ha tenido que aparecer en la reunión. Aunque bien mirado…, podríamos decir que lo de la cebolla es una especie de koan castizo que espero madure en tu mente hasta que un día te sirva. Aparte de eso, lo que me dices de la cuántica supongo te refieres a lo de “la influencia del observador sobre lo observable”, cierto? La verdad es que está un poco cogido por los pelos, la unicidad budista y el gato de Schrödinger en la misma caja, el monje encarnando en un gato vivo-y-muerto, o mejor dicho, vivo y no-vivo.

- Entonces? - pregunta Eduardo – la percepción Gestalt y la cuántica tampoco se parecen? Yo casi hubiera dicho que sí…

- No te sientas decepcionado, Eduardo- responde Luis- este tipo de proyecciones son muy comunes, es parecido a la simplificación de la compleja teoría de la relatividad (pobre Albert) transformada en un simple “todo es relativo”, o en la imagen divertida de “una hora con una joven belleza en tu regazo parece un minuto, pero con una vieja bruja parece un año”.

- Sí, ya había oído lo de la joven y la bruja - ríe Eduardo. – Bueno, aunque sea eliminando ideas preconcebidas lo empiezo a ver más claro, o menos oscuro, creo. Que se supone que es lo siguiente?

- Lo siguiente – responde Luis – es que vayas conociendo al resto del equipo, cada uno de ellos te irá explicando más cosas de este instituto, y poco a poco, casi sin darte cuenta, irás avanzando en el camino.

Mientras Luis se levanta, una sonrisa hecha mujer entra en la sala. Viste algo parecido a un sari que no es un sari, con un tono que parece anaranjado sin serlo, de una tela que parece seda pero no lo es, pero lo que más destaca son sus ojos, uno a cada lado de la nariz, y cada uno de ellos profundo como un agujero negro.

- Hola Eduardo, uno de mis nombres es Kim - ella misma se presenta a Eduardo – y hoy vamos a jugar al juego de la memoria.

martes, 21 de febrero de 2012

En el crepúsculo me cazaste, kuei-jin

Como cada noche al volver de la oficina, iba en el metro fingiendo leer relatos en mi smartphone. Pero por el rabillo del ojo izquierdo mi vista lateral confirmaba mis más temidas sospechas, los del grupito sentado al lado me estaban mirando, y mientras eso sucedía, mi ojo derecho bizqueaba para ver si mis seguras dudas eran ciertas, y así era, varias personas a mi otro lado también estaban mirándome, presuntamente con disimulo, como si no quisieran que me diera cuenta. Pero me daba cuenta, claro que me daba cuenta, toda la vida igual, en clase, en el trabajo, en el super, todos me miran, me miran!!!

Al salir del metro me dirigía a casa por el camino de siempre, con el piloto automático, mientras seguía fingiendo la lectura de relatos en mi smartphone y sorteaba los coches recordando el viejo juego de esquivar la pelota de handbol lanzada con mala baba por el equipo contrario. Mientras las tiendas iban cerrando, todos los comerciantes aparecìan en la puerta a mi paso, y se me quedaban mirando con insistencia casi insultante, todos me miran, me miran!!!

De pronto los coches dejaron de pasar por la calle, casi como si se hubieran desvanecido entre un latido y el siguiente. Entonces, en el repentino silencio, el sonido, que debía llevar un rato sonando, se hizo evidente hasta para mi distraida atención: Tap tap, tap tap tap. Era como un extraño paso de danza, casi como el paso irregular necesario en Dune para evitar atraer gusanos. Tap tap, tap tap tap. El sonido era hipnótico, era algo que sabìa no me era extraño, aunque no lograba identificarlo.

Poco a poco el sonido se fue acercando, yo seguía fingiendo leer relatos en mi smartphone y anticipaba la llegada con expectación, casi con júbilo. De repente nadie en la calle me miraba, nadie..., todos miraban tres pasos detrás mio, y no con insistencia insultante, sino con una extraña mezcla de pavor y descanso. Supuse que el pavor era por la criatura, y descanso debía ser por lo que pensaban ella haría conmigo.

Tap tap, tap tap tap. Tap tap, ta..., aqui me giré de golpe, y quitándome el sombrero y la gabardina, mostrando todo mi ser, verde con pintas amarillas, le dije: Hola preciosa, soy el coco, si quieres morderme aqui me tienes.

domingo, 19 de febrero de 2012

Cualquier tiempo pasado fue..., posterior.


Cuando sucedió, fue algo imperceptible, minúsculo, sonó como un "clic" aunque nadie pudo escucharlo ya que no había nadie por allí cerca.

No había nadie por allí cerca ya que "allí" estaba a treinta mil millones de años luz de "aquí". Así que para nosotros todo siguió igual durante mucho tiempo, como si nada hubiera pasado. El fútbol y los programas de vergüenza ajena seguían siendo lo más visto mientras en las encuestas todos decíamos ver las noticias y documentales de la 2. Todos nos definíamos profundos y humanistas mientras nos poníamos tetas de plástico o injertos de pelo, y seguíamos justificando el matar focas y humanos (lo de las focas sí que no tenía justificación).

Cuando sucedió, no fue nada del otro mundo, nada de lo que nadie pudiera sacar fotos ni poner en titulares con grandes palabras, solo un tenue cambio en el que el rojo ya no se veía tan rojo cuando echabas un vistazo por el telescopio. Alguna partícula se encontraba casualmente con otra y se unían para dar energía al vacío, y varios trozos de materia volvían a formar algo que se había roto, vamos, nada del otro mundo, solo que la entropía se había fumao algo muy fuerte y había decidido que tenía que arreglar todo el caos que había ido creando en los últimos cien mil millones de años.

Como las clásicas bolas de nieve de los dibujos, pronto todo se aceleró, o mejor dicho se deceleró. Los rojos derivaban rápido en azules, primero las más cercanas, finalmente las más alejadas. La gente se reunía en los planetarios para poder verlo, eran imágenes de una gran belleza, a pesar de las dramáticas consecuencias. Ver como a cámara lenta una supernova se afanaba en tirar hacia sí de sus fragmentos dispersos, como quien se vuelve a vestir a trompicones después de un buen polvo en un lugar público, era algo espectacular, en realidad era como vestirse a trompicones tras un polvo "estelar".

Según los más grandes científicos, el colapso estaba sucediendo muy rápido, en pocos minutos todo se concentraría en un minúsculo punto donde se re-escribirían las leyes de la física, seguramente para dar lugar a un nuevo universo, aunque no quedaba muy claro cuan "nuevo" sería ese universo, algunos decían que en realidad sería “el mismo" y se repetirían en el futuro las cosas que habían sucedido en nuestro pasado, por lo que, parafraseando a Groucho “cualquier tiempo pasado…, será posterior”.

Pero según los científicos no debemos preocuparnos demasiado, tenemos por delante unos cuantos miles de años (tal vez hasta miles de millones) en los que viviremos grandes aventuras, siempre que podamos refrigerarnos adecuadamente, ya que parece que nuestro metabolismo se acelerará, dicen que deberemos comernos una Big Mad cada diez minutos más o menos. Yo ya he enviado mi CV a Mad Donner, se dice que sus empleados tienen comida gratis (total, después de la reforma laboral no les pagan más que 0,55 euros la hora).

sábado, 18 de febrero de 2012

Acacia



Me esperarás en la Acacia, Amiga del Alma?
Flor de Romero, tu presencia reanima y calma.
De tu fuerza el Hinojo, de la Violeta tu lealtad.
Naranjo, generosa hoja, de Mimosa sensibilidad.

Del Ruibarbo su consejo no pude oir, mas llegó.
Mi precioso sueño de la roja Amapola, me cegó.
Con la ingenuidad que tiene el Mimbre, yo salté.
En volandas, por entusiasmo del Limón, yo volé.

Tulipán de Rojo amor a Amarillo desesperanza.
Por impaciente, caí del Guindo, así, de panza.
Por no saber, cual Rododendro, el peligro oler.
Ya sólo queda del Trébol la resignación tener.

Carece el inteligente Café, de la Menta virtudes.
Para asi vencer, cual Muérdago, las dificultades.
Al enfrentarse a la Azalea del romance deseado.
Anhelar la Ambrosía de un amor correspondido.

Compadéceme, Campanilla! Muestra tu camino!.
Cuánto anhelo el saber, del Cáñamo, mi destino.
Anímame, y dime que será de la Mirra la alegría.
Que, más que Acacia, eterna HierbaLuisa, un día.

Mas a la sazón perfeccionista, resta una pregunta.
Tan sólo es, ya sabes, por a todo sacarle la punta.
Dime, elegir sólo Acacia debo?, pues aqui te reto:
No parecería más-mejor el encontrar un Tamaceto?

viernes, 17 de febrero de 2012

El tren 1152 llegó antes de salir..., ese fué el problema...


Barcelona, 16 de Febrero de 2012, 15:02:54 - En la estación de Sants, en la via 11, un tren Alvia abre sus puertas, y expulsa su carga de personas como cuando pones un mentos en una botella de cocacola, aunque con menos espuma en el proceso y sin ese residuo de azucar que deja todo pringado varios dias.

Barcelona, 16 de Febrero de 2012, 15:02:55 - En el andén de la via 11 de la estación de Sants, la gente que ha expulsado el tren se queda parada, todos con el billete en la mano, como entregándolo al aire, todos en dirección noroeste, un lugar del andén donde no hay nadie.  

Barcelona, 16 de Febrero de 2012, 15:02:56 -  En el andén de la via 11 de la estación de Sants, Carles y Gustau se miran extrañados. A su lado están tres abogadas de muy buen ver, una de ellas embarazada, otra cargada con 3 quilos de documentación y una tercera que otro pasajero cree es la que está embarazada. A su lado está un hombre que debe viajar a Lleida por trabajo, una pareja joven con un crio de pocos meses, y un ejecutivo que habla con su hijo por teléfono para hacerle ver que aunque su amigo Pau no tiene clase mañana, como no viven en la misma comunidad eso no implica que él también tenga fiesta.

Barcelona, 16 de Febrero de 2012, 15:02:57 - En el andén de la vía 11 de la estación de Sants, el altavoz chirría y la voz dice, con volumen atronador, "Me comunican que el retraso del tren 1152 es indemnizable, tienen 3 meses para reclamar".  Las miradas de todos los que están en el andén de la vía 11 de la estación de Sants reflejan incomprensión por todo lo que les está sucediendo.

Barcelona, 16 de Febrero de 2012, 15:02:58 - En el andén de la vía 11 de la estación de Sants aparece una bruma verdeazulada que envuelve a los pasajeros y al Alvia estacionado en la vía 11. Al desaparecer la bruma, pasajeros y tren han desaparecido.

Cambrils, 16 de Febrero de 2012, 18:02:58 - En la vía Barcelona-Valencia, entre Cambrils y Salou, un tren Alvia aparece de repente envuelto en una nube verdeazulada, obligando a un tren Altaria a activar los frenos de emergencia con tal fuerza que bloquean la transmisión mecánica del tren y hacen imposible pueda seguir su trayecto, en una zona de una sola via hasta Tarragona.
Valencia, 16 de Febrero de 2012, 15:02:59 -  En el andén de la vía 7 de la estación Joaquín Sorolla, Carles y Gustau entregan sus billetes a una interventora, y luego suben al Alvia. Junto a ellos se sientan tres abogadas de muy buen ver, una de ellas embarazada, otra cargada con 3 quilos de documentación. En el vagón de al lado sube una pareja con un crío de pocos meses y un hombre que comenta debe ir a Lleida por trabajo. Un ejecutivo sube al tren y parece que vaya hablando solo hasta que ves el aparato en la oreja, y por lo que parece está hablando con su hijo.

Valencia, 16 de Febrero de 2012, 15:03:00 -  En el andén de la vía 7 de la estación de Joaquín Sorolla se cierran las puertas de acuerdo a lo previsto, 2 minutos exactos antes de la salida. Todo está listo para empezar, a las 15:05, un trayecto normal de tren hasta llegar a la estación de Sants a las 18:09 como indica con tal precisión el billete. No a las 18:10, no "entre las 18:05 y las 18:10", sino las 18:09.

Barcelona, 16 de Febrero de 2012, 23:50: Después de casi 4 horas padeciendo el inexplicable retraso del trayecto Valencia-Barcelona, hago mias las palabras de Holmes, "Una vez que se descarta lo imposible, lo que queda es la verdad por improbable que parezca".

sábado, 11 de febrero de 2012

Donde está el límite? Ah! Claro, es que este caso es diferente...


El chico entra en la tienda y, quitándose los auriculares del MP7, se acerca a uno de los dependientes.

- Oiga, - dice el chico - me gustaría comprar ese portátil que tienen en el escaparate, ese tan cool..., sì..., ese de color granate metalizado.

- Cual, - pregunta el dependiente - el Sonora VX1200 de 13 pulgadas? Ahora mismo se lo enseño.

- No, no hace falta - responde el chico - ya lo tengo claro y sé lo que quiero. 

- Perfecto - dice el dependiente - me gusta la gente que sabe lo que quiere. Desea algún complemento, quizás una bolsa para transporte? Tenemos una mochila que tiene el mismo tono de granate metalizado...

- No - responde el chico - no necesito complementos, pero sí que necesito hacer algunos cambios en la configuración del portátil, software, etc.

- De acuerdo - dice el dependiente - dígame cuantas Gigas de RAM le pongo de más, y que más desea ampliar, también tengo un disco externo que...

- A ver - responde el chico, casi sin respirar y dejando al dependiente sin palabras - quiero empezar por el sistema operativo. No acepto la imposición de que lleve un sistema Microsoft. Yo quiero un sistema OS X Lion. Además, no acepto la imposición de que lleve un procesador Intel, quiero un ARM A5 de doble nucleo. Además, en lugar del disco duro quiero una unidad flash SSD de 256 Gb de Samsung, no acepto la imposición de que sea un disco duro clásico de Seagate. Finalmente, tampoco acepto la imposición de 2 puertos USB 3.0, quiero que uno de ellos sea Thunderbolt.

- Pero..., pero... - el dependiente balbucea - pero entonces porque quiere comprar el Sonora VX1200? Se da usted cuenta que lo que me pide es muy parecido a un MacBook Air?

- Ya..., ya me doy cuenta - responde el chico con desparpajo - pero como usted sabe, la ley me ampara, ya que prohibe la venta de un producto obligada por la venta de otro. Pero es que, además, los de Apple no han sacado nunca un modelo en granate metalizado...

martes, 7 de febrero de 2012

Noticias de un universo alternativo (IX)


Barcelona (Redacción).- Durante varios días, todo en la Tierra parecía ser como la semana anterior, y ésta como el mes anterior. La gente desayunaba café con croissants, teletrabajaba por la mañana, compraba el almuerzo por internet, disfrutaba de una breve siesta, se tomaba otro café, participaba en las redes sociales, teletrabajaba por la tarde, se relajaba viendo alguna película online, compraba la cena por internet, conversaba un rato en las redes sociales, y se acostaba. Los más activos socialmente enviaban mensajes cortos de 233 caracteres explicando lo que hacían y pensaban en cada momento, mientras algunos enviaban una historia en 50 mensajes de 233 caracteres ya que siempre habían escrito artículos y no se habían adaptado al minimalismo. 

Aunque la interacción entre personas se había reducido a situaciones de desastre natural (todos los eventos realmente importantes se retransmitían en alta definición y 360º por lo que la presencia física era, de hecho, menos “real”), la relación entre los ciudadanos había llegado a ser, más allá de los lazos familiares, de auténtica amistad, al verse eliminadas muchas de las barreras que existían cuando, hace ya siglos, la relación social no existía sin la presencia física. Podía decirse que los antiguamente llamados “amigos” en las redes sociales, habían llegado a ser “Amigos”. 

Sin embargo, esa mejor relación con muchas más personas dio lugar a un comportamiento social que hoy nos obliga a escribir esta noticia. Ya era difícil mantenerse al día con la madre (no hay más que una), los hermanos, dos grandes amigos (tres, con suerte) y ocho colegas de birra y basket, incluso si no eras de los que radiaba hasta el número de estornudos que soltaba seguidos (cinco?, siete?, casi siempre números primos, pero esa es otra historia). Pero cuando los 1927 amigos pasaron a ser Amigos, deseosos de saber de ti, de chatear contigo a todas horas, de saber como estabas, y de reírse con tus gracias y alegrarte en tus tristezas…, hubo muchos que, sencillamente, gritaron de dolor y de impotencia. 

En ese momento apareció iFriend Free, una App que permitía configurar un agente social con el mismo grado de empatía que su propietario, y que podía gestionar por suplantación buena parte de las interacciones sociales en las diversas redes sociales. Naturalmente, en cuestión de 2 días las descargas se contaban por decenas de millones. Naturalmente, al cabo de una semana apareció iFriend en versión de pago, sin las limitaciones de la versión gratuita en número de redes o de interacciones diarias, y las ventas se dispararon a centenares de millones de soles. 

Todo iba bien hasta hace unos días, cuando alguien se extrañó de que un gran amigo suyo, Juan Fernández, no actualizase su blog más que con variaciones de uno de sus mejores post “La leyenda de los 3 ángeles”, publicando en los últimos días las historias “La odisea de un angel y dos amigos”, “La tragicomedia de Ángel y Melibea” y “El angelillo de Tormes”. Poco después alguien comentó en las redes que lo mismo pasaba con Jibuti Faruk, era él pero no era él. Cuando alguien dijo que hacia dos días que no sabía nada de su amiga Jane Faris las redes se pusieron en ebullición. Horas más tarde se contaban por decenas de miles las desapariciones, y se ponían en común los datos de todos ellos. 

Aunque seguimos sin saber el motivo de algo así, la conclusión a que todos hemos llegado es ésta, que bien hubiera podido ser la cabecera de la noticia: Desaparecen todos los JFK de la Tierra y nadie lo nota durante unos días. 

El diario amigo, Barcelona, 15 de Agosto de 2341. 

Nota: A veces se empieza por una simple persona en Taipei, y luego uno ya nunca sabe hasta donde pueden llegar las cosas: http://www.lavanguardia.com/sucesos/20120206/54249369869/muere-cibercafe-taipei-13-horas-nadie-nota.html

lunes, 6 de febrero de 2012

Homo Deus – cap. VI – La vida, la mort (final)


A l'Eduard sempre li havia agradat més escoltar que parlar, en sabia més del primer que del segon, així que aviat va resultar que la gent esperava amb ganes l'hora que ell arribava. S'havia establert amb molts una bona connexió, i l'Eduard podia fer fins i tot un lleuger xantatge ple de complicitat compartida perquè els malalts canvièssin el seu estat. Dins la seva situació, menjaven millor, es trobaven millor, miraven d'ajudar en el que podien quan els curaven o rentaven, ja no es tancaven en el seu mutisme tan sovint..., fins i tot estenien aquesta mena d'epidèmia d'empatia als malalts més tancats i més difícils.

Un dia, difícil de recordar quan ni perquè, va caldre el seu ajut per fer algunes cures. N'havia vist fer alguna, sense posar més que una atenció dispersa perquè no entrava dins el que li pertocava, ell no era metge ni infermer, simplement donava un cop de mà gens especialitzat. L’ajut tampoc va ser rés de l’altre mon, ajudar a canviar les gases, a rentar la ferida, posar betadine, i poca cosa més. Però llavors va haver de posar atenció, i fixar-s’hi, i mirar i veure aquelles ferides que semblaven irreals i que canviaven amb els dies, algunes vermell fosc, granatoses, altres rosades quan anaven guarint-se, algunes apropant-se perillosament a l’ós...

Un altre dia, l'ajut va caldre per una cura d'una cama amputada a una dona no massa gran, d'uns seixanta anys. Pot semblar estrany, però certes coses es troben massa amagades, erròniament, de la resta dels comuns mortals. La gent s’acostuma molt aviat a viure entre cotons, a horroritzar-se per una imatge a la tele, llunyana, impersonal, a fer comentaris morbosos per taques vermelles que només veuen una estona i de lluny, o ferides aparatoses. Aviat es pensen que allò que els frapa és molt dur, però és només una imatge darrera el vidre, sense olor, sense soroll, fins i tot sense sabor. Els milicos es creuen que llençar un any fent de matxaca o aprenent a encertar una diana a uns cents de metres és el que cal per formar ciutadans socialment integrats, però la veritable mili hauria de ser molt diferent.

Un matí, a l'hora de donar els esmorzars, l'Eduard i una infermera van descobrir una velleta que havia mort entre torn i torn. Sempre havia estat seca i escanyolida, amb uns cabells blancs difícils de pentinar perquè queien massa sovint. Era el primer mort no maquillat ni arreglat que l'Eduard veia, el primer mort real, algú conegut que ell apreciava, algú a qui havia donat l’esmorzar, algú que ell havia ajudat a curar, a rentar, amb qui havia parlat un xic, perquè amb ella qui parlava era l’Eduard, ella amb prou feines hi posava atenció a estones. De vegades els seus ulls reviscolaven, quan l’Eduard li explicava algun viatge a l’estranger, o alguna excursió a la muntanya, quan li parlava de mil coses, o quan deixava volar la seva imaginació i s’inventava tot allò que ell veia ella volia sentir.

Si hagués estat al principi de la seva tasca, la impressió hagués estat molt més forta, un xic difícil de pair. Però en aquell moment, després d’haver vist el que havia vist i haver-hi pensat sovint, enlloc de sentir dolor va pensar que ara ella devia estar molt millor i més tranquila, sense que la remenés ningú al llit ni la rentèssin, amb delicadesa però també sense intimitat, ni l'haguèssin de donar el menjar a la força perquè es negava a fer-ho. Semblava que ja feia dies que havia decidit que seguir així, allà, no era cap bona opció. L'Eduard no podia afirmar res sobre on era ella, ni tan sols si existia un lloc on es podés parlar d'ella com a tal, però fins i tot en absència d'aquest espai indefinible, ella havia deixat de patir.

Als esmorzars d'aquella setmana, va ser la primera vegada on va sentir parlar de forma clara, pràctica i real, de l'ètica mèdica, i de les seves fronteres, de tot allò que el benvolgut Escolapi ni tan sols va imaginar perquè el món de les idees és només això, i la realitat sovint les estira fins a límits insospitats, a punts on has d'aturar-te una estona i repensar-ho tot. No era rés que no haguès llegit en alguns llibres o vist en alguna pel.lícula o llegit en algun article als diaris. Era quelcom sobre el qual ell havia pensat sovint per diversos motius. Però era la primera vegada on no era la única persona que pensava o parlava sobre allò de forma abstracte i solitària, era quelcom real, i per això mateix més difícil.


Homo Deus – cap. V – La realitat s’imposa



L'altra familia mèdica, també blanca i verda, segurament més pragmàtica, potser menys cansada mentalment però més invisible, tenia algunes bates blanques, totes elles masculines, d'una blancor d'anunci de detergent, i alguns femenins vestits verds que semblaven tenir l'enginy instintiu de canviar torns, o demanar trasllats a la central, o simplement enmalaltir, en els pitjors moments, aquells on es feia palesa la necessitat de tothom. Eren aquella mena de persones, vàlides professionalment a la pràctica, que havien construit una cuirassa excessiva al seu voltant i que sovint semblaven fantasmes que no veien res realment humà a les seves visites, no veien persones malaltes, veien casos, historials, malalties sense cos, planes d’enciclopèdies mèdiques i de vademècums.

Quan va començar a treballar a l'hospital, l'Eduard havia desenvolupat un mecanisme de defensa força bo. Quan entrava a les habitacions, vestit de verd, entelava els ulls i el nas i les orelles amb un teixit porós, un filtre de realitat. Volia assemblar-se el màxim possible a aquell grup de micos amb les mans als ulls, a les orelles, aillant els seus sentits de l’exterior. Quan només canviava baranes tot era fàcil, i les converses a l'hora de l'esmorzar, tot i ser fortes, eren només això, converses que podien quedar-se a la ment com quelcom que no has vist ni tocat ni olorat ni escoltat ni sentit, quelcom que, pel mateix preu, podria no haver existit.

Un dia, l'absència del cel.lador va produïr el primer canvi de tot allò. La majoria de malalts eren molt grans, estaven immòbils al llit tot el dia, no es podien valdre per si sols, i per tant calia rentar-los i curar-los les llagues, que es formaven amb una facilitat i rapidesa increibles. Aixecar una persona no és fàcil, però és més difícil fer-ho amb un pes que no hi ajuda perquè no pot, que pesa encara que només sigui ossos i pell i poca cosa més, i mantenir-lo de costat i girar-lo mentre el renten o li canvien la roba del llit encara ho complica més. A l'Eduard, els primers dies, el dolor punxant de l'esquena el va recordar aquell antic estiu on va anar a collir raïm, un dolor que va mantenir-se fins que va aprendre cóm s'havien de fer les coses.

Amb el temps, entre la confiança de les infermeres i les metgesses, i perquè realment allà calia ajut arreu, l'Eduard es va anar implicant cada cop més. Però no va ser com una obligació de les tasques d’objecció, va ser un impuls que va sortir de forma voluntària, i llavors no va poder reprimir-lo, no va voler amagar-lo . Donava l'esmorzar als vellets i velletes més tranquils, aquells que hi posaven de la seva part, i la tasca era un xic complicada però agradable. Era molt més difícil quan simplement es negaven a menjar, o quan el seu control muscular era un problema. De vegades semblaven com nens a qui havies de convèncer que allò era bo, i que ho havien de menjar, que els faria bé. Eren com nens un xic entremeliats i trapelles, o nens barruts i intractables, o simplement nens quasi catatònics, però també eren nens que havien viscut tres vegades més experiències que l'Eduard.

Amb alguns d'ells, aquells que encara tenien el cap prou clar tot i una parla difícil de seguir, les estones de conversa tenien un doble benefici, era bo per a ells, i era bo per a l'Eduard. Podia parlar amb ells perque la seva tasca era menys rígida que la de la resta de personal, els feia companyia i els escoltava, perque massa sovint la seva familia feia visites de compromís de curta durada, o simplement ni venia. A alguns els portava el diari al matí, d'altres li parlaven dels seus fills, d'aquella filla que tenia problemes en el seu matrimoni, o d'aquell fill que els havia donat tants problemes al quedar enganxat a la droga. Sovint, massa sovint, el que l'Eduard escoltava eren els problemes dels malalts, però era normal, perque allò que crida per ser explicat sol ser quelcom que fa mal. No podia fer gaire cosa a més d’escoltar-los, però va poder veure que això ja era molt més del que ell es pensava.

Homo Deus – cap. IV – La nova familia



Amb el temps, l'Eduard va arribar a veure que allà hi havia dues families diferents d'éssers humans de bata blanca i roba verda. Per una banda la cap, cremada, estresada, però al peu del canó, posant-hi ovaris perquè calia i perquè no es permetia a sí mateixa rés més transgressor que el desig freqüent, verbal i carregat de cafeina, d'engegar-ho tot a dida. Amb la cap, bona part de les infermeres i algunes metgesses, fent pinya i donant-se suport mutuu. Allò era el nucli blanc d'unes bates blanques, poques, i d'uns vestits verds que eren sovint marronosos del iode. Amb elles l'Eduard es trobava molt bé, i no era únicament pel fet de ser dones, sinó per cóm eren, sense doblecs.

Pensava que elles canviarien de forma d'actuar al ser ell davant, i que als esmorzars es detectaria una certa intrusió al seu antic reducte íntim. Però aviat va descobrir que, o bé es tractava novament d'una mutació laboral, o bé era un efecte estadístic que acompanyava a qui treballava en allò i es mantenia viu. Novament la franquesa més oberta i buida d'hipocresia, allunyada de qualsevol dels tabús idiotes amb que la resta de gent s’entesta a complicar-se la vida. Encara recordava el riure obert i sorollós, i la complicitat divertida i sorneguera de tots i totes, quan la cap havia parlat dels avantatges mèdics de les boles xineses, i fins i tot havia suggerit, potser només mig en broma, la possibilitat de que totes anèssin a treballar amb les boles posades ben endins, per tal de fer més agradable la feina. Almenys els malalts veurien treballar segons qui amb un somriure d’orella a orella, i les ulleres sota els ulls sempre es podien associar a l’etern cansament i al dormir poc...

Segurament, pensava l'Eduard, la mena de feina que realitzaven no els deixava altre remei que ser així, perquè prou complicat era tot com per encara anar amb foteses innecessàries per la vida. Aquells esmorzars van representar un nou pas endavant cap a la descoberta de tot allò que ell volia entendre i que cada vegada trobava més interessant. Amb el seu horari un xic estrany podia gaudir parcialment de dos torns de personal, i també va descobrir que, poc a poc, cada persona s'havia anat quedant en el torn que més s'esqueia pel seu tarannà. Això feia que el primer torn fos clarament més agradable que el segon, on s’anava una mica més per feina.

També va poder veure i escoltar de primera mà la realitat de tots aquells tòpics sobre la vida hospitalària, aquell safareig morbós de carrer, basat en comentaris parcials poc clars i en sèries de televisió. Com qualsevol tòpic, tenia part de veritat i part de mitologia, una part de frescura lliure i una sinceritat un xic ingènua. Només la confusió, els malentesos, una part d’enveja i una certa inseguretat, havien incrementat l’aspecte caòtic i epicuri de quelcom que només era una mica més obert i franc que la callada i hipócrita vida normal.

La gent sovint no s’adona que mentre no es trespassin certes fronteres, o si es trepassen de forma combinada, no hi ha gairebé rés a la vida amb color blanc o negre. Tot seria més fàcil amb només dos colors, però enganyar-se amb aquesta idea irreal no és gens assenyat. La mare de l’Eduard feia servir sovint, la frase de San Agustí “estima i fés el que vulguis”, i només quan pots copçar el seu sentit darrer veus realment el que volia dir aquell home. L’Eduard també va conèixer la realitat crua darrera les elevades estadísdiques de divorcis i malestar en aquell camp, l’endogamia mèdica per proximitat i similaritat d’interessos, el canvi de parella, sovint de metgessa a infermera, més freqüent que a l’inrevés per una raò difícil d’esbrinar. Tot en aquell món semblava més obert, però també més exagerat, com una lupa d’augment de la resta de la societat.

domingo, 5 de febrero de 2012

Homo Deus – cap. III – L’hospital


Per sort el van destinar en una caserna allunyada del comandament central, tota una ala d'un antic i vell hospital a la part alta de la ciutat, que havien llogat perquè els pisos més alts del nou edifici de la seu de la vall tenien problemes estructurals i clar, no fora massa assenyat mantenir allà els malalts. Aquell vell hospital era anacrònic, però tenia un aspecte exterior interessant, per fora no semblava un hospital, sinó més aviat una torre mig modernista i desgastada que demanava una restauració a crits.

Quan ja era dins, l'olor indefinible però identificable el va posar d'un humor variable, dual. No es trobava exactament bé, allà dins, però a l'hora estava millor que fora, al carrer. Era una d'aquelles situacions que el permetien pensar en la dualitat de tota realitat, una mescla de desig i prevenció, d'atracció i repulsió, de vegades una bessonada d'amor i dolor. La veritat és que tenia una excessiva tendència a pensar massa en massa coses i massa profundament, pensava massa i actuava poc, un desequilibri que intentava resoldre però que en l'espera li produïa més problemes que altra cosa, perque la resta dels comuns mortals no donaven mai tantes voltes a rés, tant si era important com si no.

La responsable amb qui va parlar l'Eduard era d'una franquesa que, de no ser ell com era, es podria haver qualificat de brutal. Era, simplement, una franquesa sincera i sense embuts, massa cansada, esgotada per la realitat diària, que feia pensar força sobre moltes coses. Una franquesa més cansada de la insensibilitat burocràtica i la manca de reconeixement de la seva tasca que de la lluita constant i sovint inútil contra allò que sempre acaba per guanyar, la mort, i sobretot contra aquell seu missatger insensible, la decadència constant, imparable, que feia de tot allò una cursa frenètica amb la qual, amb sort, aconseguies quedar-te allà on eres.

El primer dia li van ensenyar la planta i el laboratori del soterrani, i li van donar la roba que hauria de portar, tot com una d'aquelles visites de polítics als quals vols mostrar allà on treballes. La primera impressió va ser una llambregada a les habitacions, un hola i adéu ràpid que amb prou feines el va permetre fer-se una idea. Però amb el que li anaven explicant va tenir-ne prou. Entre gent gran amb un peu i mig a l'altra banda, i malalts socialment marginats que semblaven estar encara pitjor, on havies d’entrar guarnit gairebé com un astronauta, la planta estava plena de dolor i de manca d’esperances. Si s'arribava a implicar, si tan sols deixava oberta aquella porta, l'estada seria realment penosa, massa dolor inútil i sense compensació de cap mena.

Al principi, les tasques que l'Eduard havia de realitzar eren simples, gairebé emocionalment estèrils, on no calia que s'impliquès. Podia desconnectar visualment, fins i tot l'audició i l’olfacte podia filtrar-se, mentre anés amb compte per posar les pesades baranes als llits. Unes baranes antigues, que no lligaven amb uns llits més antics encara, mentre alguns malalts, amb veu cascada, recordaven les meravelles dels llits automàtics de l'edifici central, d'on els havien fet fora temporalment, on molts sabien que ja no tornarien. Unes baranes que amb prou feines podia collar als llits i que sovint quedaven tortes, això quan no havia d'acostar algun llit a la paret perque ja no en quedaven prous. Bona part dels dies el cel.lador de torn i l'Eduard jugaven a mecànics i anaven canviant les baranes d’un llit a un altre, una mena d'estranya dansa metàl.lica de difícil comprensió.

Les mancances de personal, de baranes adequades, de llits, i de mil coses més, posaven de mal humor la responsable del centre i la resta de personal. Sovint havia de treure l'enginy d'algun lloc dins seu i passava de jerarquies i camins pre-establerts i anava a solventar el problema, fós com fós. Sabia que les “jefas” de la central, empolainades com si anèssin al ball, li picarien la cresta, però ella ja estava més enllà de les fantasmades de segons qui. La visita de les “jefas” de la central, un entrebanc inútil a les tasques diàries, tot i ser coneguda, posava la gent dels nervis, però per sort els malalts que encara hi tocaven ajudaven a mantenir l'ambient distés. Era curiós pensar cóm aquella gent, metgesses o infermeres per preparació, s’havien allunyat tan ràpidament de la realitat mèdica al entrar dins el món de la gestió hospitalària. Era curiós però a l’hora massa comú, ja no veien tot allò que havien viscut, ni tot allò del que, potser, s’havien queixat quan estaven a l’altra banda.

sábado, 4 de febrero de 2012

Homo Deus – cap. II - El sargent


Quan va entrar a l'hospital va haver de presentar-se al que seria el seu equivalent d'un sargent durant l'objecció. No podia ser d'altra manera, amb una adaptació lamarckiana, com una mena de mutació laboral, tan sols li mancava l'uniforme, però tot en ell li recordava alguns milicos d'ullals torts, com deia el seu pare.

La cara rodona, grassonet, uns cinquanta anys, de mirada dura, amb un to de veu acostumat a manar infermeres i residents, potser fins i tot metges, en tot allò que representava la seva tasca de gestió..., i el bigotet. Aquella mena de batalló dens de formigues labials, d'un color un xic esvaït pel temps, que a la seva ment sempre associava amb qui vestia de verd, o de gris, o de blau. No portava cap mena d’uniforme, però no li calia, el projectava.

El pare de l'Eduard, militar, havia vist com, després de vint-i-cinc anys de mili encoberta, el seu fill passava olímpicament de tal concepció i es declarava objector. No és que es tractés de quelcom extraordinari, era molt més comú del que altra gent podia pensar. Sovint els amics i veins comentaven entre ells que de mili ja n'havien fet prou a la seva vida. Fins i tot les dones, ja abans que els americans hi pensèssin, tenien un peu a l'exèrcit, sovint es deia que la dona d'un subtinent tenia els galons de tinent, almenys a les llars on qui manava realment era la dona, que eren el més habitual, de vegades subtilment, de vegades amb una claredat diàfana.

Però vés per on, semblava que les coses no eren tan diferents a la banda civil. Va haver de demanar permís per entrar a parlar amb aquell sargent civil, que el va fer esperar uns deu o quinze minuts per mostrar clarament el seu ascendent. Fins i tot quan ja era dins va continuar treballant amb uns papers per tal de continuar amb aquella comèdia idiota . Una comèdia que, tot i ser clara per a l'Eduard, i per això menys eficaç, el possava dels nervis per la seva imbecilitat supina. Continuava treballant amb la vista clavada sobre uns papers que ja devia saber de memòria perque el formulari no tenia més de vuit o deu conceptes curts. L’Eduard va llegir-ne el contingut a l'inrevés, només per passar l'estona. Ni tan sols es tractava de paperam relacionat amb ell, era un simple full d'assignació de tasques, una fotesa que segur ja havia revisat aquell mateix matí.

Va parlar molt poc, el temps imprescindible per assabentar l'Eduard de les seves obligacions i deures, sense esmentar-ne els drets que devien existir per equilibrar el conjunt. El sargent de civil no es va poder estar d'insinuar, segons ell amb una certa subtilesa educada, segons l’Eduard amb una manca de tacte que feia riure per infantil, que tot allò ell ho feia a desgrat. Només li faltava dir que a tota aquella colla d'objectors insolidaris amb la pàtria els arreglaria ràpid les seves manies, devia pensar en la legió o en alguna fantasmada del mateix nivell.

Amb certa gent és impossible discutir, i d’altra banda llavors no era un moment adequat. Al acabar de parlar amb ell, al despedir-se, l'Eduard va estar temptat de quadrar-se i saludar, i demanar-li permís per retirar-se, però l'impuls ple de rauxa, tot i ser intens, es va mantenir al nivell que li pertocava, i simplement va marxar d'allà, acalorat i pensant que no podia haver començat pitjor. De l'uniforme se n'havia parit, i les bates blanques ja eren quelcom habitual per a ell, però si havia de tenir gaire relació amb gent com el sargent sanitari, fent aquella mena de mili descafeinada, ho passaria malament.

viernes, 3 de febrero de 2012

Homo Deus – cap. I - La carta


La música tranquila del pianista el va fer tornar a un passat no massa llunyà. L'Eduard no recordava exactament d'on venia aquell record, simplement era allà, demanant pas amb una insistència estranya. Però mentre ho anava recordant va identificar-ne l'origen, el lligam. Una conversa telefónica, inacabada, amb un amic metge, poc després d'haver escoltat la mateixa música, una música que havia escoltat per primer cop uns anys abans, una tarda de Novembre, després de sortir de l'hospital.

Uns mesos abans feia calor, era estiu, prop del tranquil mes d'Agost, quan la ciutat semblava haver-se convertit en una entitat silenciosa i un xic morta. Moribunda, però tot i així gaudint dels vespres i les nits, la seva frontera marítima es convertia en punt de trobada fresca i alegre. Tanta gent es reunia en aquell indret, que l'ajuntament havia de posar maquinària a fer veure que treballava, a la part alta de la ciutat, per tal de mantenir equilibrat aquell elefant obés, per tal d'evitar que tot s'anés al fons del mar i es quedèssin sense votants a les municipals...

Aquell estiu va arribar a la bústia quelcom que l’Eduard desitjava es perdés dins el caòtic món de Correus. Però no es va perdre. Per alguna mena d'estranya llei natural, tot allò que vols perdre t'ho trobes cada dia, t'hi entrebanques al sortir de casa, mentre allò que vols guardar i mantenir té massa sovint data de caducitat, com els iogurts, o simplement no apareix mentre esperes com un badoc davant la bústia, o potser arriba, massa tard, després d'haver visitat mig món, quan tu ja has marxat, quan ja és tard per tot si el missatge és important.

Aquell dia el correu va ser nombrós. Moltes factures, moltes cartes clarament comercials que no calia ni obrir per llençar, alguna postal de qui tenia la sort de viatjar quan altres treballaven i que semblava fruïr sàdicament de l'enveja de qui la rebia..., i un sobre gran. Allò, ja mig oblidat els darrers mesos..., allò havia arribat. Allò era davant seu, sobre la taula, dins un sobre de color salmó, dens i pesat..., una llosa que l'enfrontava a la realitat. Havia arribat la llista d'opcions per a l'objecció, la PSS, li deien.

La temptació d'engegar-ho tot a fer punyetes i declarar-se insubmís va passar de puntetes per la seva ment, gairebé sense voler fer soroll. No hi havia rés que el fotés més que haver de seguir algunes de les convencions de la societat on l'havia tocat viure, i aquesta era una de les més fortes, una de les més idiotes, ridícules i patètiques. Però aquell cop va acabar per guanyar el seu jo assenyat i prudent, un xic conservador, que va aconseguir convèncer al seu altre jo, clarament transgressor i d'un cert regust sociòpata, pensant que almenys podria intentar que aquell temps servís per a alguna cosa de valor per a altra gent, unes gotes d'altruisme dins el beuratge un xic egoista on tothom acaba per beure i viure.

Uns dies més tard, quan finalment va sortir de la reunió a l'edifici de la maternitat, només sabia que havia d'anar a un hospital molt gran i de molta anomenada. No sabia rés més. Per uns moments va existir la possibilitat de quedar-se al mateix edifici, i fer tasques de caire administratiu, o informatives, o simplement fer de noi dels encàrrecs, però al final no va poder ser. Tot i ser d'un avorriment aclaparador, hagués estat agradable poder treballar en aquell edifici.

L’edifici tenia, per fora, un aire clarament fora del temps, fora de la pròpia ciutat, a mig camí entre l'irrealitat britànica més clàssica i l'irrealitat, molt més comú, de les infinites sèries americanes sobre el món de la medecina. Per dins..., per dins recordava alguna oficina de cinema, una d'aquelles oficines de més d'una planta, on els editors, o els periodistes, treballaven en despatxos amb vistes laterals, com tots, però també, tot i que parcialment, amb vistes inferiors i superiors, quelcom que tenia un estrany efecte de distorsió de l'espai de treball, quelcom que era atractiu i a l'hora neguitós.

Però ell no es podria quedar allà, perquè havia d'anar a l'hospital de la vall, on curiosament no hi havia cap vall, meravelles del pensament humà. Podia tenir sort i, com alguns coneguts, perdre unes quantes hores no fent altra cosa que llegir, i a estones guiar amb paciència alguns pacients, cansats de l'espera i no gaire pacients, a la sala correcta. Una sala d'on sortirien al cap de pocs minuts, deu a tot estirar, amb aquella cara entre la incomprensió més absoluta i la idolàtrica sensació de que tots els seus neguits i maldecaps els havien desat en aquella taula, després d'aquella confesió curta i inconnexa, i després de rebre la penitència que l'oracle vestit de blanc havia escrit en aquell paper, amb caracters cabalístics que només els escollits coneixien...

També podia haver de pringar el màxim legal i fer de tot. La mateixa paraula, tot, obria massa opcions desconegudes, l'enfrontava amb l'indefinit i el posava nerviós, preocupant-lo innecessàriament abans d'hora, com era habitual en ell. En aquell moment l'objecció no es presentava precissament com una mena de voluntariat, sinó més aviat com una mena d'obligació, i aquesta subtil diferència el feia afrontar la tasca, encara indefinida, amb un cert neguit i amb poques ganes. Un neguit que s'agreujava per la pròpia indefinició de què hauria de fer en realitat.

Quedaven en un passat molt llunyà els seus desitjos infantils d'estudiar medecina i arribar a descobrir una cura pel càncer. Quedaven molt lluny també els seus més forts anhels, el desig de conèixer la ment humana i fer-se neurocirurgià, decisió en part equivocada perquè amb el temps i els metges que va anar coneixent va descobrir moltes realitats que s'allunyaven massa d'aquell concepte potser massa romàntic, segurament massa jolivudenc. En aquells moments, abans d'anar a l'hospital i descobrir què faria, la medecina no representava el que ell pensava havia de ser, era simplement un dogall, potser diferent de vestir de caqui o de blau i saludar a gent que enlloc de guanyar-se el respecte, simplement l'exigia, però al cap i a la fi un dogall que l'oprimia.

miércoles, 1 de febrero de 2012

Gestalt (I)


Miguel está sentado ante una mesa llena de pantallas con diagramas y ecuaciones, bebiendo café a sorbos pequeños, exactamente un sorbo cada treinta segundos. Entre sorbo y sorbo orienta su visión de izquierda a derecha, pasando por todas las pantallas, una y otra vez, deteniéndose en una, cabeceando, murmurando en voz baja, saltando a la siguiente, una y otra vez, una y otra vez, mientras golpea rítmicamente con el bolígrafo en la mesa (click-click, click-click-click).

- Oye, en la cuarta pantalla, la tercera condición está mal, siempre es falsa- dice una voz a su espalda, sobresaltándolo, haciendo que parte del café salte del vaso de cartón a la camisa, y haciendo caer el bolígrafo de Miguel al suelo.

- Como dices? A ver..., ostras! Luis, tienes más razón que un santo! Dios bendito! Una semana! Llevo cinco malditos días y cuatro noches toledanas dándole vueltas al puñetero esquema, tu pasas por aquí, le echas un vistazo y, bingo! problema resuelto. Como narices haces eso, figura?

- Si te lo explico tendría que matarte – bromea Luis – En realidad si te lo explico me tomarás por un iluminado, y en todo caso dentro de unos minutos creerás que ha sido pura chamba, así que da igual. – responde Luis encogiéndose de hombros.

- No! No! En serio, Luis! Sabes bien que mi curiosidad no admite preguntas sin respuesta, ni respuestas sin pregunta, ni cosas por saber. Coño, si a veces me siento como la portera de 13 rue del Percebe!. Dime como has resuelto eso en un suspiro, por favor!.

- Bueno, - dice Luis – es algo un poco difícil de explicar sin parecer pedante. Podríamos decir que tengo una especial sensibilidad para captar de golpe la estructura de las cosas, y ver sus defectos, los elementos no equilibrados y las rupturas de simetría. Es como una especie de visión Gestalt.

- Gesqué? - bromea Miguel – Mandelocualo? Que palabro es ese?

- Si hombre, ponte ahora como la de “la sufície?, ezo que eh lo que eh?”, -  responde riendo Luis - ahora vas y me dices que no has oído el palabro en la vida, con tu gusto por las humanidades.

- Bueno, sí, lo he oído alguna vez, pero no veo que tiene que ver con detectar problemas o ver defectos, la verdad, pensaba que era algo sobre ilusiones ópticas o algo así – dice Miguel, con el semblante algo confuso.

- Yo te lo explico - dice Luis – verás como tiene que ver. La Gestalt es, como dices tu, un palabro, en este caso un palabro alemán, que quiere decir “forma” o también “estructura”. En realidad el término suele asociarse a una corriente psicológica en la que su axioma principal es “El todo es mayor que la suma de sus partes”, seguro que la frase la has oído mil veces.

- Pues me suena – responde Miguel – parece de la misma familia que la frase “Tiran más dos tetas que dos carretas”, aunque en ese caso las partes suelen parecer mayores que todo el resto.

- Ja ja ja – ríe Luis – bueno, la psicología Gestalt diría que en este caso se debería aplicar el principio de simetría, aunque no siempre se cumple.

- Sigo sin ver la relación – comenta Miguel – que implica esa frase del todo y las partes en cuanto a detectar los problemas tan fácilmente?

Mira, déjame explicártelo poco a poco – dice Luis – verás como se llega. Para empezar, imagina que aplicas ese axioma a la percepción, por ejemplo al sentido de la vista, en algo muy cotidiano. Cuando miras a una persona, no lo haces por partes (venga, no vayas por ahí, ya sé que si es una mujer seguramente si que la mires “por partes”, pero seamos un poco serios, vale?).

El caso es que no dirás que has visto dos brazos, y dos piernas, y un torso, y una cabeza, y una melena rubia, y una falda negra hasta media rodilla, y unos zapatos rojos, y una blusa blanca, y un bolso beige, y unos pendientes de plata, y un pañuelo azul cielo, y unas gafas de sol. Lo que dirás es que has visto a una mujer (el todo), y sin embargo, si tu percepción está bien afinada, podrás describir las partes que conforman ese todo aunque la hayas mirado tan solo unos segundos.

Pues bien, si afinas tu percepción en la Gestalt, en ver el todo y sus partes a la vez, entonces esa observación se puede integrar en tu mente de tal forma que puedas detectar elementos que rompan esa estructura global que has percibido con solo echar un vistazo. No sé, por ejemplo si se rompe la simetría porque solo lleva pendientes en la oreja izquierda, o porque la blusa le queda fuera de la falda en la parte derecha, o porque lleva algo torcidas las gafas de sol. La rotura de simetría es una de esas cosas que pueden servir para detectar fallos, aunque en este ejemplo tenga poca relevancia.

Entonces, donde puede tener relevancia? – pregunta Miguel – aunque ya solo ser capaz de captar la esencia de una mujer como explicas me parece interesante.

Por poner un ejemplo, – le responde Luis sonriendo - en hacer que un compañero de trabajo deje de perder los días buscando el error en sus diagramas y ecuaciones, viendo donde se rompe la simetría y donde está el punto de ruptura.

Así de fácil? Un vistazo rápido y yastá? – pregunta Miguel.

Sí…, así de fácil si quieres verlo así. – comenta Luis – Esta visión Gestalt y la memoria fotográfica me vienen “de serie”, es como los que nacen con el oído absoluto, que pueden detectar incluso si una pieza se interpreta con una afinación diferente al La de 442 Hz.

Pues nada…, cada vez que me quede encallado solo tengo que llamarte, no? – pregunta Miguel sonriendo.

Solo si luego me invitas a una birra – responde Luis – que esto de la Gestalt me da mucha sed.