Etiquetas

Mostrando entradas con la etiqueta Gestalt. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Gestalt. Mostrar todas las entradas

lunes, 27 de febrero de 2012

Gestalt (III) – El juego de Kim

En la sala de las mesas sacadas del tetris y las sillas cómodas pero imposibles están sentados Eduardo y Kim, en un ángulo de 45º, lo que obliga a Eduardo a girar la cabeza y mirar a su izquierda, algo que le hace sonreír y que crea una sonrisa cómplice en Kim. 

- Bueno – sonríe Kim – aquí tenemos la primera interacción, que intuyo ha funcionado bien. Es eso o estabas intentado ligar conmigo. A ver, que ha sido esa sonrisa? 

- Aparte de querer ligar contigo? – pregunta travieso Eduardo – No, no ha sido esa la causa, (eso será en otro momento, no lo dudes, podría perderme toda una vida en esos ojos negros). Lo que pasa es que antes Luis estaba sentado enfrente, y tú te has sentado a mi izquierda. Sabiendo lo que sé del instituto y de lo que hacéis aquí, supongo lo haces para potenciar mi hemisferio derecho en ese juego de la memoria que has mencionado al entrar. 

- Muy bien, Eduardo, has pasado la primera prueba – dice Kim – eso te da derecho (nunca mejor dicho) a una pregunta. 

- Muy buena frase – Eduardo sonríe hasta con los ojos – Aquí tienes mi pregunta: Por que uno de tus nombres es Kim?. 

- Vaya, debo restarte un punto – dice Kim frunciendo ligeramente los labios, para luego volver a mostrar su eterna sonrisa – hablamos del juego de la memoria, llevo un sari, digo que me llamo Kim y no sabes sumar las tres cosas? Pues nada, te lo explico, la causa… 

- Espera!, Espera! – salta Eduardo – Lo sé!, Lo sé!, Que idiota!, Estaba tan claro y sin embargo no lo veía, que zote!. Está clarísimo, vamos a jugar al juego de Kim, como en la obra de Kipling, pero…, pero entonces yo tendría que ser Kim, y tu un joyero turco, no una bella mujer. Aunque no me quejo, no me quejo, el cambio es muy agradable. 

- Eres un adulador – dice Kim mientras se arregla el pelo y se lo pone detrás de la oreja - creo que voy a tener que ir con cuidado contigo. Tienes razón, yo debería ser un joyero turco, tú y yo deberíamos estar en la India, y todo sería más vivo y a la vez más peligroso. Pero debemos empezar, lo primero es definir algunas obviedades que no suelen ser muy obvias. 

- Como cuales? – pregunta Eduardo – Lo de la esponja de absorción ya me lo ha explicado Luis, aunque de forma un poco resumida. 

- Bueno- responde Kim – te lo amplío un poco, ya verás que en el fondo es muy simple. La gente, la mayor parte de sus vidas, mira pero no ve, oye pero no escucha, toca pero no siente, olfatea pero no huele, gusta pero no paladea. Es decir, observa pero no absorbe. Eso lleva a que mucha gente se sienta desconectada de la vida, a pesar de que toda la realidad no existe sino como parte de uno mismo. Absorber significa “observar con la atención enfocada completamente en aquello que se observa, para captar su esencia”. 

- Vale, pero – pregunta Eduardo – eso para que sirve? 

- Sirve – responde Kim – para que de forma inconsciente tengas un sentido de la observación entrenado, y que ello te permita entrar en un estado mental de asociación libre. Sabes como “inventó” la imprenta Gutenberg? Pues porque se encontraba en el lugar oportuno y en el momento oportuno con una mente atenta, estaba visitando unos amigos que fabricaban aceite…, y mira tú por donde “tuvo una intuición”. 

- Pero ahora – añade Kim levantándose y abriendo un cajón – es momento de cosas prácticas. Esto que ves es nuestra propia versión del juego de Kim. Si yo fuese el joyero turco y estuviésemos en la India, esta bandeja tendría joyas de diferentes colores y formas, pero estamos en otro lugar y otro tiempo, así que la bandeja contiene lo que ves, objetos de lo más cotidiano. Míralos o, mejor dicho, obsérvalos, durante un minuto. 

- Un minuto? – pregunta Eduardo – Pero si por lo menos hay…, uffff…, un montón. 

- El tiempo sigue su curso – responde Kim – mejor que no te entretengas. 

Eduardo empieza a respirar lentamente, y enfoca su mirada en los objetos de la bandeja, los mira de izquierda a derecha y de arriba abajo, murmurando nombres, colores y posiciones, y cuando llega al final, repite el proceso, esta vez de derecha a izquierda y de abajo arriba. 

Tiempo finalizado – dice Kim mientras pone una tela encima de la bandeja – Me gusta lo que te he visto hacer, veamos si es efectivo. Me puedes decir cuantos objetos tienen batería, cuales son y donde están situados? 

- Mmm…, dos – responde Eduardo – ambos a la derecha, un teléfono inalámbrico y un mando de la tele. Espera…, el mando…, también está el mando de las llaves del coche, tres, son tres objetos y los tres a la derecha, a mi derecha, quiero decir. 

- Bien, muy bien – asiente Kim, sonriendo - has empezado muy bien. Cuantos objetos son rojos? 

- Rojos? – responde Eduardo – Más de uno? Está la lata de cola, que es de color rojo salvo en las letras blancas y la base de gris aluminio. El otro no es rojo, es un bolígrafo rojo pero solo el capuchón, el resto es transparente. 

- Bueno – dice Kim – En primer lugar, el capuchón es un objeto en sí mismo, no es algo intrínseco del conjunto que tú llamas bolígrafo. En segundo lugar, el bolígrafo tiene también el tapón de color rojo, ya sé que muchas veces se pierde y nunca lo tenemos en cuenta, pero en el de la bandeja está completo. Finalmente, cuantas llaves tiene el llavero aparte de la del coche? 

- La verdad es que no lo sé – responde Eduardo -, son varias y de más de un color pero no tengo ni idea. Lo siento. 

- No lo sientas, es normal – comenta Kim – déjame ayudarte con algo que se llama rememorar. Cierra los ojos y respira profundamente tres veces. Bien…, ahora debes intentar visualizar en tu mente la bandeja y todos los objetos. Lo tienes? Mira la bandeja y fíjate en la zona donde están las llaves. Capta sus formas y colores, descríbeme lo que ves. 

- Veo la llave del coche – responde Eduardo -, con una base de color negro, por debajo del mando y orientada a mi izquierda. Veo dos llaves largas y muy parecidas, enfrentadas, de color dorado, no, son plateadas. Entremedio hay dos llaves muy juntas, una de ellas con algo azul. Al otro lado…, al lado derecho creo que hay dos llaves más. Eso daría…, seis llaves aparte la del coche. 

- Bueno, - responde Kim - la llave azul está a la derecha, pero te has acercado bastante para ser la primera vez. Felicidades. 

- Gracias! Ahora que sigue? – pregunta Eduardo - Que otras técnicas de absorción me enseñarás? 

- Ahora sigue lo mejor del juego – responde Kim – tú y yo nos bajamos al bar de la esquina y practicamos con los objetos que hay allí, aunque según el número de cervezas que “absorbas” perderás facultades. Allí tienes permiso para ligar conmigo, si te atreves, pero te aviso que eso no mejorará tu capacidad de observación, los hombres os lleváis fatal con la multitarea. 

miércoles, 22 de febrero de 2012

Gestalt (II) - El instituto


"Instituto de la absorción", leyó Eduardo en la placa plateada atornillada a la pared, en la entrada del edificio de la calle Balmes, por encima de Gran Vía. Entró por la pequeña puerta de roble abierta en las inmensas puertas de roble, subió los tres escalones de la entrada, y llegó a un pequeño ascensor, casi todo de madera, donde no cabrían más de dos personas, tres si eran muy íntimos y no habían comido ajo.

En el segundo piso salió y pulsó el timbre en la puerta caoba a mano derecha, que se abrió sola y le dejó pasar a un pequeño recibidor, con una mesita redonda de cerezo y cuatro sillones de tela que incitaban a sentarse, y eso hizo. Cogió una revista de la mesita y la abrió por una página al azar, en un artículo titulado "Me entiendes, verdad?", que empezaba así:

Sgeun un estduio de una unviersdiad inlgesa, no ipmotra el odren en el que las letars etsan esrcitas, la uncia csoa ipormtnate es que la  pmriea y la utlima lerta esetn ecsritas en la psiocion corcreta. El rsteo peuden etsar tatolemnte mal y aun pordas lerelo sin pobrleams. Etso es prouqe no lemeos cada lerta por si msima snio la paalbra en un tdoo.

La sorpresa de Eduardo al darse cuenta de lo que estaba leyendo, de lo que estaba captando, fue casi tan grande como la de sentir físicamente que era observado por alguien a su espalda. Pero como ya le habían avisado y no era un novato, transformó la sorpresa en un movimiento hacia delante, dejando la revista cerrada sobre la mesa y levantándose con un suave giro a la derecha para así quedar orientado a quien fuese que le observaba, y lo reconoció al instante, era él.

- Hola, eres Eduardo, verdad? - dijo él - Te estaba esperando, ven, acompáñame. Por cierto, me llamo Luis, aunque creo que ya lo sabes.

- Hola, Luis,- respondió Eduardo - claro, te he reconocido enseguida..., aunque ahora que lo pienso..., eres diferente a quien aparece en las fotos..., y sin embargo eres el mismo, que cosa más rara.

- Es parecido a lo de la revista - le contó Luis sonriendo mientras avanzaba por el pasillo - es un pequeño juego estético que me permito. Pero normalmente la gente no se da cuenta de ello, felicidades, eres buen observador, veremos que tal se te da la absorción.

- Pasa, pasa - continuó Luis en la entrada de una sala luminosa y amplia con mobiliario algo especial, varias mesas con forma de pentominós y sillas de apariencia imposible y solo dos patas.

- Absorción? - preguntó Eduardo mientras se sentaba aparentando seguridad y descubriendo la comodidad del material sin el más mínimo balanceo - llevo días dándole vueltas y excepto asimilarlo a una esponja no le encuentro el sentido.

- Bueno - respondió Luis - no está muy lejos de eso, la pobre esponja hace lo que puede con lo que tiene. En realidad es una simplificación de lo que suelo llamar percepción Gestalt, absorber una escena es cuando la miras en su conjunto y captas todos sus detalles, las formas, los colores, las relaciones, las simetrías y las disonancias, y a la vez hueles el ambiente y escuchas como suena y lo integras todo en una sola percepción y eres parte del conjunto y eres uno con él...

- Uau! - reaccionó Eduardo - eso que explicas es casi zen..., observación atenta y todo eso, no?

- Bueno, en parte sí y en parte no - le responde Luis - el zen y el budismo en general hacen hincapié en el hecho de que seas inconscientemente consciente de que todo lo que no eres tú también eres tú, pero sin plantear aplicación práctica de tal hecho, excepto permitirte (nada menos) llegar a la iluminación, al satori, a aprehender y aprender que eres uno con el todo.

- Entonces? - pregunta Eduardo - quizás se acerca a eso que ahora está de moda, a la cuántica?

- Más o menos, - sonríe Luis – pero es como la tortilla de patatas, si no lleva cebolla a mi no me gusta, a otros no les gusta con cebolla, pero siempre es una tortilla de patatas.

- Como? – se sorprende Eduardo abriendo los ojos como platos y adelantando ligeramente el cuerpo hacia delante – ahora me has descolocado completamente, que tiene que ver la cuántica con la cebolla de la tortilla de patatas?.

- Ja ja ja, lo siento, - ríe Luis – ha sido mi yo-transgresor, que no ha podido aguantarse las ganas y ha tenido que aparecer en la reunión. Aunque bien mirado…, podríamos decir que lo de la cebolla es una especie de koan castizo que espero madure en tu mente hasta que un día te sirva. Aparte de eso, lo que me dices de la cuántica supongo te refieres a lo de “la influencia del observador sobre lo observable”, cierto? La verdad es que está un poco cogido por los pelos, la unicidad budista y el gato de Schrödinger en la misma caja, el monje encarnando en un gato vivo-y-muerto, o mejor dicho, vivo y no-vivo.

- Entonces? - pregunta Eduardo – la percepción Gestalt y la cuántica tampoco se parecen? Yo casi hubiera dicho que sí…

- No te sientas decepcionado, Eduardo- responde Luis- este tipo de proyecciones son muy comunes, es parecido a la simplificación de la compleja teoría de la relatividad (pobre Albert) transformada en un simple “todo es relativo”, o en la imagen divertida de “una hora con una joven belleza en tu regazo parece un minuto, pero con una vieja bruja parece un año”.

- Sí, ya había oído lo de la joven y la bruja - ríe Eduardo. – Bueno, aunque sea eliminando ideas preconcebidas lo empiezo a ver más claro, o menos oscuro, creo. Que se supone que es lo siguiente?

- Lo siguiente – responde Luis – es que vayas conociendo al resto del equipo, cada uno de ellos te irá explicando más cosas de este instituto, y poco a poco, casi sin darte cuenta, irás avanzando en el camino.

Mientras Luis se levanta, una sonrisa hecha mujer entra en la sala. Viste algo parecido a un sari que no es un sari, con un tono que parece anaranjado sin serlo, de una tela que parece seda pero no lo es, pero lo que más destaca son sus ojos, uno a cada lado de la nariz, y cada uno de ellos profundo como un agujero negro.

- Hola Eduardo, uno de mis nombres es Kim - ella misma se presenta a Eduardo – y hoy vamos a jugar al juego de la memoria.

miércoles, 1 de febrero de 2012

Gestalt (I)


Miguel está sentado ante una mesa llena de pantallas con diagramas y ecuaciones, bebiendo café a sorbos pequeños, exactamente un sorbo cada treinta segundos. Entre sorbo y sorbo orienta su visión de izquierda a derecha, pasando por todas las pantallas, una y otra vez, deteniéndose en una, cabeceando, murmurando en voz baja, saltando a la siguiente, una y otra vez, una y otra vez, mientras golpea rítmicamente con el bolígrafo en la mesa (click-click, click-click-click).

- Oye, en la cuarta pantalla, la tercera condición está mal, siempre es falsa- dice una voz a su espalda, sobresaltándolo, haciendo que parte del café salte del vaso de cartón a la camisa, y haciendo caer el bolígrafo de Miguel al suelo.

- Como dices? A ver..., ostras! Luis, tienes más razón que un santo! Dios bendito! Una semana! Llevo cinco malditos días y cuatro noches toledanas dándole vueltas al puñetero esquema, tu pasas por aquí, le echas un vistazo y, bingo! problema resuelto. Como narices haces eso, figura?

- Si te lo explico tendría que matarte – bromea Luis – En realidad si te lo explico me tomarás por un iluminado, y en todo caso dentro de unos minutos creerás que ha sido pura chamba, así que da igual. – responde Luis encogiéndose de hombros.

- No! No! En serio, Luis! Sabes bien que mi curiosidad no admite preguntas sin respuesta, ni respuestas sin pregunta, ni cosas por saber. Coño, si a veces me siento como la portera de 13 rue del Percebe!. Dime como has resuelto eso en un suspiro, por favor!.

- Bueno, - dice Luis – es algo un poco difícil de explicar sin parecer pedante. Podríamos decir que tengo una especial sensibilidad para captar de golpe la estructura de las cosas, y ver sus defectos, los elementos no equilibrados y las rupturas de simetría. Es como una especie de visión Gestalt.

- Gesqué? - bromea Miguel – Mandelocualo? Que palabro es ese?

- Si hombre, ponte ahora como la de “la sufície?, ezo que eh lo que eh?”, -  responde riendo Luis - ahora vas y me dices que no has oído el palabro en la vida, con tu gusto por las humanidades.

- Bueno, sí, lo he oído alguna vez, pero no veo que tiene que ver con detectar problemas o ver defectos, la verdad, pensaba que era algo sobre ilusiones ópticas o algo así – dice Miguel, con el semblante algo confuso.

- Yo te lo explico - dice Luis – verás como tiene que ver. La Gestalt es, como dices tu, un palabro, en este caso un palabro alemán, que quiere decir “forma” o también “estructura”. En realidad el término suele asociarse a una corriente psicológica en la que su axioma principal es “El todo es mayor que la suma de sus partes”, seguro que la frase la has oído mil veces.

- Pues me suena – responde Miguel – parece de la misma familia que la frase “Tiran más dos tetas que dos carretas”, aunque en ese caso las partes suelen parecer mayores que todo el resto.

- Ja ja ja – ríe Luis – bueno, la psicología Gestalt diría que en este caso se debería aplicar el principio de simetría, aunque no siempre se cumple.

- Sigo sin ver la relación – comenta Miguel – que implica esa frase del todo y las partes en cuanto a detectar los problemas tan fácilmente?

Mira, déjame explicártelo poco a poco – dice Luis – verás como se llega. Para empezar, imagina que aplicas ese axioma a la percepción, por ejemplo al sentido de la vista, en algo muy cotidiano. Cuando miras a una persona, no lo haces por partes (venga, no vayas por ahí, ya sé que si es una mujer seguramente si que la mires “por partes”, pero seamos un poco serios, vale?).

El caso es que no dirás que has visto dos brazos, y dos piernas, y un torso, y una cabeza, y una melena rubia, y una falda negra hasta media rodilla, y unos zapatos rojos, y una blusa blanca, y un bolso beige, y unos pendientes de plata, y un pañuelo azul cielo, y unas gafas de sol. Lo que dirás es que has visto a una mujer (el todo), y sin embargo, si tu percepción está bien afinada, podrás describir las partes que conforman ese todo aunque la hayas mirado tan solo unos segundos.

Pues bien, si afinas tu percepción en la Gestalt, en ver el todo y sus partes a la vez, entonces esa observación se puede integrar en tu mente de tal forma que puedas detectar elementos que rompan esa estructura global que has percibido con solo echar un vistazo. No sé, por ejemplo si se rompe la simetría porque solo lleva pendientes en la oreja izquierda, o porque la blusa le queda fuera de la falda en la parte derecha, o porque lleva algo torcidas las gafas de sol. La rotura de simetría es una de esas cosas que pueden servir para detectar fallos, aunque en este ejemplo tenga poca relevancia.

Entonces, donde puede tener relevancia? – pregunta Miguel – aunque ya solo ser capaz de captar la esencia de una mujer como explicas me parece interesante.

Por poner un ejemplo, – le responde Luis sonriendo - en hacer que un compañero de trabajo deje de perder los días buscando el error en sus diagramas y ecuaciones, viendo donde se rompe la simetría y donde está el punto de ruptura.

Así de fácil? Un vistazo rápido y yastá? – pregunta Miguel.

Sí…, así de fácil si quieres verlo así. – comenta Luis – Esta visión Gestalt y la memoria fotográfica me vienen “de serie”, es como los que nacen con el oído absoluto, que pueden detectar incluso si una pieza se interpreta con una afinación diferente al La de 442 Hz.

Pues nada…, cada vez que me quede encallado solo tengo que llamarte, no? – pregunta Miguel sonriendo.

Solo si luego me invitas a una birra – responde Luis – que esto de la Gestalt me da mucha sed.

jueves, 19 de enero de 2012

Sinestesias (I)


Una tormenta tropical aparece sobre el horizonte. Densos nubarrones negros convergen sobre Rio cabalgando a lomos del viento. En los últimos años han escaseado las tormentas, y las pocas que se producen son más ruidosas, con más cantidad de rayos y truenos, aunque con menos agua que anteriormente. Parece como si el pulmón sudamericano de la Tierra estuviese afectado de bronquitis. Pero esta vez es diferente, se huele en el ambiente que ésta puede ser la madre de todas las tormentas tropicales de la última década. Muchos animales se esconden en sus madrigueras, mientras depredadores oportunistas aprovechan el momento para cazar algún retoño despistado y asustado, separado de la camada. Algunos seres humanos sienten la tormenta cercana en su cuerpo, en forma de reuma, dolor en las prótesis, o migraña.

Eric Fitzroy Barterer no tiene prótesis, ni problemas de reuma, ni sabe lo que es la migraña. En toda su vida no ha padecido ninguna enfermedad digna de mención. Habiendo crecido en un ambiente acomodado y sin riesgos apreciables, es una especie de moderno Juan Sinmiedo. Pero en este momento, gruesas gotas de sudor frío le caen por la cara desde las cejas, y tiene la espalda empapada. La mayor parte de sus músculos están en tensión, agarrotados. Su respiración es agitada, sus inspiraciones, rápidas y cortas. Está hiperventilado, y sus pulsaciones se han elevado considerablemente. Sus ojos grisazulados están inyectados en sangre, y sus pupilas están totalmente dilatadas.

Hoy, como cada noche antes de acostarse, se ha puesto su pijama azul, un pijama clásico, con botones de concha y bolsillo superior izquierdo. Al acercarse la tormenta, el sistema de climatización ha fallado, y el calor ha empezado a aumentar en su habitación. Este hecho, junto a las modificaciones atmosféricas provocadas por la tormenta, han provocado una ligera sobrecarga en el sistema sensorial de Eric. Su sistema nervioso ha reaccionado de forma errónea. El sistema simpático y el parasimpático han entablado una batalla abierta, el primero produciendo noradrenalina y estimulando, mientras el segundo contratacaba produciendo acetilcolina para contrarrestar las acciones de su contrincante. Parece como si todos los aspectos e identidades que componen el núcleo de Eric estuviesen luchando por obtener el control, por instaurar una tiranía.

En este momento su mundo interno se parece a un elefante borracho cargado de porcelana caminando sobre un cable en lo alto de las torres gemelas del World Trade Center. Multitud de impulsos nerviosos se producen entre sus hemisferios, de una forma asincrónica.

Empieza a percibir multitud de sensaciones de una forma caótica. Siente un hormigueo en sus extremidades, como si las terminaciones nerviosas quisieran enviar un mensaje de auxilio al exterior. Siente escalofríos, tiene calor y frío, y suda intensamente, un sudor frío, muy salado. Sus ojos cerrados se ven asaltados por un baile de figuras de colores azules, verdes y amarillos. Sus oídos perciben un zumbido bajo e intenso, que proviene de todos lados a la vez que de ninguna parte. Su nariz, con las aletas dilatadas, husmea el ambiente.

Huele un sonido rojo centelleante, paladea un color disonante y anarmónico, ve una textura ácida y picante, toca un olor que suena a áspero y amargo. Percibe a π en la lámpara de pie, construye pentaominós con los dibujos de la alfombra, y fractales en el papel pintado de las paredes, visualiza las transformaciones del florero en una botella de Klein. Y él mismo es la botella, el florero y la pared. Es la lámpara de pie, y percibe difusamente otra lámpara, deforme, parecida a un extraño perchero azul, con una bombilla halógena inmensa, una lámpara de diseño, con botones de concha y bolsillo izquierdo.

Y es una flor, agitándose inquieta y sintiendo en todo su ser la tormenta que se acerca. Y la tormenta explota en una cascada de truenos y relámpagos. La lluvia cae, intensamente, con rapidez, como si hoy fuese su última oportunidad. Y la flor se agita. El balcón se abre violentamente, claudicando frente al viento. Y la lluvia entra en la habitación, refrescando la flor, modificando la composición de la atmósfera, limpiándola. Y, poco a poco, empieza a oir la lluvia, a oler los árboles cercanos... Siente que vuelve a tener dedos, manos y pies. Vuelve a notar su cabeza encima de los hombros, y siente que todo en su cuerpo está donde él recordaba que estaba.

El sistema de climatización vuelve a ponerse en funcionamiento, ruidosamente, asustándolo. Los animales vuelven a salir a campo abierto. Los seres humanos que tienen la mala suerte de funcionar como barómetro descansan ahora tranquilos, sin que les moleste el reuma, las prótesis o la migraña. Y los restos cansados de la tormenta se alejan lentamente, como si les apenase dejar el lugar.

Nota: publicado con permiso del autor.