Hace poco una colega escritora me
decía, "escribe sin pensar, déjate llevar", a lo que yo respondía,
"esto es casi zen, amiga mía". Mi neurona no se puede estar quieta un
segundo, y mientras esto escribo se me va la mente a Mark Twain diciendo que para
escribir un discurso tardaba más si tenia que ser uno improvisado.
Lo que en realidad quiere decir
que actuaba más o menos como los que tienen bonsáis, y que si lo hacen bien,
deben estar mucho tiempo con las tijeras de podar en la mano, meditando y entrando
en resonancia con la planta, para luego hacer una pequeña poda, casi minúscula,
y conseguir que el resultado sea adecuado.
Aunque es algo difícil conseguir
un relato bonsái si lo creas por asociación libre, y mucho menos cuando tu
mente bulle de mil historias que compiten por hacerse escuchar, si hasta los donettes
que vas mordiendo entre palabra y palabra reclaman su atención y quieren que se
les haga aparecer en la historia, algo que refleja que hasta un ente inanimado
tiene su importancia, especialmente si lleva chocolate.
Lo cierto es que cuesta resistir
la tentación de dejar de escribir por un momento para ir a revisar los párrafos
antes escritos, ya que mi pulsión perfeccionista reclama revisar la ortografía
y la sintaxis, pero no solo eso, me recuerda que yo soy un escritor de bonsáis,
que considera necesario recortar frases para dejar un relato que sugiera y no explique,
con puertas abiertas o incluso ventanas como hace poco me decía una amiga, de
la que hace días no se nada y espero que esté bien.
Es curioso esto de la palabra
amigo, con la llegada de FB se ha distorsionado aún más su uso llevándolo al
punto del absurdo, porque, desengañémonos, nadie puede tener dos mil y pico
amigos, ni teniéndolos, puede estar al día con todos ellos salvo que alquile un
día el Camp Nou y monte una reunión de todo un fin de semana, porque claro, si
son unos dos mil y pico amigos y debe estar con ellos mínimo un minuto, eso son
más de treinta y tres horas, vamos, una maratón de ir moviéndose por el campo,
"Hola que tal, Paquito, tu mujer bien? Los niños también? Bueno me alegro,
te dejo que tengo un poco de prisa, ya nos vemos en la siguiente reunión",
vamos, que no, que no se puede.
Lo que no se puede es intentar
escribir nada medianamente legible con el infernal ruido de tambores que hoy
tengo en mi barrio, que no se a que coño vienen, yo eso de las festividades y
demás no lo tengo nunca claro, quizás es algo de carnavales? Puede, pero por
descontado no será comparable al de Brasil, así que me lo puedo perder.
Brasil..., carnaval...,
cariocas..., vaya..., se me ha despertado la neurona testosterona, digo...,
no..., eso no es una neurona..., vaya..., y eso otro que despierta..., chico,
de donde viene eso? Como no sea una asociación libre con una colega escritora,
que aparte de escribir dejándose llevar le da por escribir relatos combustibles
(que no comestibles) en los que vas leyendo y te vas poniendo "a
tono" y sigues leyendo y "el tono" sigue subiendo, y ya tienes
también subiendo otras cosas (el interés, a que pensabais me refería?) y cuando
ya estás clamando por tener alguien al lado en quien volcar esas ganas
inmensas..., con quien poder tocar música a cuatro manos y dos lenguas...,
entonces va la muy bruta y coge y te da en la cocorota y te hace saltar a un
lado, y te sorprende con una ida de pinza de las que hacen historia, casi como
para que decidas llamar a los loqueros y les digas vayan a la calle tal de
Madrid que tienen una nueva clienta.
Claro que..., mira tu quien
habla, digo, escribe, si aquí dentro somos muchos, mas de los que alguien puede
pensar, imagínate que hay unas cuatrocientas y pico neuronas y tocamos solo a
dos neuronas por persona, así que haz las cuentas, se está un poco apretado aquí,
además que hay aquí algunas más raras que un perro verde, porque mira, es
aceptable un yo-romántico igual que es entendible un yo-depresivo, lógico que
haya un yo-sátiro (el tipo es humano y testosteronificado), empieza a ser más
preocupante ver por ahí un yo-cabreado pero también se entiende, es necesario
equilibrar las historias azucaradas del yo-empático y del yo-masbuenoquelpan,
pero el problema de fondo no es ese..., el problema es que entre todos los doscientos
y pico yoes..., allí..., al fondo..., casi escondidos, diría que son el yo-paranoico
y el yo-esquizofrénico jugando al ajedrez, algo complicado ya que el segundo nunca
está con la personalidad que toca y cada vez cree que la partida es nueva, y el
primero piensa que el otro le está haciendo luz de gas queriendo que se vuelva
loco.
En fin..., una locura esto de la
escritura..., especialmente de manera reciente, es algo exasperante pasarse
años en dique seco (y cuando digo años no es una figura literaria) y de repente
te descubres que entre latido y latido te aparecen historias como quien
respira, y algunas pasan tan rápido por tu mente que no puedes atraparlas y se
escapan, las muy..., y vuelves a donde estabas hace lustros (diría que milenios
pero entonces sabríais que soy inmortal y tendría que mataros, así que no lo
digo, olvidad lo escrito entre paréntesis!) donde tenias problemas para escribir
a la velocidad en que tus neuronas centrifugaban, velocidad que conseguía
además el curioso efecto de que ibas tu tranquilamente (si, evidentemente aquí
tranquilamente es retórico) escribiendo sobre el olor de una flor azul, y a medio escribir
los dedos te hacían un siete y se ponían a escribir de un planeta yermo y de un
niñito triste que volvía a sonreír gracias a un flor..., y vaya..., mira tu por
donde, esta historia me suena, pero creo que no es mía (lástima).
Ufff..., ahora lo jodido de todo esto es que, como un grifo de cocina al que se le ha roto algo,
tengo un grave problema entre manos, se llama “manos que siguen danzando sobre
el teclado”, y que van solas, y me temo voy a tener que ponerme a rezar o darles
algo para que se entretengan, ya que sino esto puede convertirse en un relato
eterno y me da miedo que alguien me encuentre aquí en unos meses, el cuerpo
casi momificado…, y dos manos que sacando energía del vacío siguen tecleando,
incansables al desaliento.
Venga..., respira..., inspira...,
espira..., uno..., dos..., inspira..., espira..., vale..., las manos reducen
velocidad..., las neuronas empiezan a cambiar su umbral de activación..., esto
funciona..., poco a poco voy llegando a buen puerto y..., c'est fini.
(pssst, pssst: Volveremos! Firmado:
los doscientos treinta y cuatro yoes de este infeliz)
respira muchacho, deja de pulir, perfeccionar, levántate y ve a la playa, llévate el eReader, que hoy hace un estupendo día en Barcelona para leer un sinfín de obras maestras
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