El anuro se sienta indolente, las ancas cruzadas bajo la mesa y una pata sobre el respaldo del asiento contiguo, mientras con la otra pata agarra una jarra de cerveza. Se siente cómodo y lo transmite. Se siente bien y su color verde lo grita a los cuatro vientos.
- Dígame..., esto..., señor..., no se como debo llamarle - balbucea Jaime, demostrando que en la carrera no se aprende a entrevistar a la gente, solo a hacer preguntas.
- Puedes llamarme como te apetezca, mientras en la entrevista digas que soy escritor y hables de mi último libro, al fin y al cabo por eso estás aquí, verdad?
Vaya desilusión, piensa Jaime, a pesar de que parece un tipo especial, no deja de ser como los demás, he venido a hablar de mi libro..., he venido a hablar de mi libro..., paparruchas..., a la mierda! y todo eso, ufff, vaya un mundo de tópicos, que poco original..., valor..., valor..., eres un profesional y tienes un trabajo...
- Pues entonces dígame, René..., usted porque escribe? - pregunta Jaime esperando ser lo más correcto posible.
- Vaya..., es curioso que me llames René - responde el escritor sonriendo - aunque es uno de mis muchos nombres es quizás el menos común, al menos en este pais. Pero como te he dicho, por mi como si me llamas Pepito Grillo.
- Pero la pregunta es relevante - prosigue René - es una pregunta recurrente en toda entrevista, pero es una pregunta que todos los que escribimos nos hacemos alguna vez.
Supongo que hay tantas respuestas como personas, quizás más, y alguno podría decirte que es su oficio, que es artesano del verbo y del adjetivo, como otros tienen facilidad para tallar la madera o esculpir en mármol o dar vida a un lienzo, otros tienen facilidad con los números o con los engranajes o con cualquier cosa que se te ocurra.
Pero eso es confundir las cosas, al menos en mi caso no es esa la causa última. Claro que algo de buen hacer tengo en lo de juntar letras, en lo de expresar ideas, emociones, aunque la práctica también ayuda. Pero no es eso lo que me motiva, eso tan solo hace "fácil" el proceso.
- Entonces, escribe para ser leído? - interrumpe Jaime - Ya se que es otra pregunta tópica pero...
- La respuesta es si..., pero la respuesta también es no - responde René - Mira, te voy a poner un ejemplo, sonará a otro tópico, pero los escritores vivimos en un mundo de tópicos muchas veces. Hace un tiempo yo estuve en dique seco, no había forma de que pudiera escribir una simple frase. Así que si no escribía y nadie me leía, entonces no era un escritor, ya que si no puedes inventarte historias estás acabado, verdad?
Bueno, pues la verdad, mi verdad, es un poquito más complicada que todo eso. No sé yo si el resto de los escritores son tan raros como yo, al fin y al cabo ellos son humanos. En mi caso mi mente hervía, literalmente, y cada una de las burbujas que escapaban por mis orejas era un universo, con uno o varios mundos, en el que vivian una o varias personas, a las que le sucedían una o varias historias. Pero cada burbuja se me escapaba sin que pudiera atraparla. Una vez quise evitarlo y me puse una gorra y unas orejeras, y entonces me salieron las burbujas por la boca, cerré la boca con fuerza y la nariz me hizo cosquillas y salieron por la izquierda varios cuentos de terror, y por la derecha hokkus, haikus y otros poemas, pero al intentar cogerlos con las manos hicieron ¡puf! y desaparecieron.
- Pero..., pero..., no lo entiendo - se sorprende Jaime - si se le ocurrían historias, porque no las escribía y las publicaba? Estuvimos muchos años pensando que se le había acabado la inspiración, sabe?
- Bueno..., la verdad - suspira René - la verdad es siempre más complicada de lo que uno se imagina, y en algunos casos es hasta poco original, pero en cualquier caso es la verdad. La verdad es que, a pesar de que las historias flotaban a mi alrededor, a pesar de que me era fácil "sacarle punta a las cosas" y ver algunas realidades desde un punto de vista "especial", a veces excéntrico..., la verdad es que escribir me dolía, y la primera frase costaba, pero en la segunda los dedos se me agarrotaban, los ojos lloraban, y todas mis historias huían asustadas al fondo de mi mente, porque de repente aparecía otra historia que se hacía la dueña de todo, y se empeñaba en repetirse en mi mente dia si y dia también, cruelmente, con variaciones casi imperceptibles pero siempre la misma: ¿que hubiera pasado si ella? ¿que hubiera pasado si yo? ¿me amó tanto como yo? ¿se acuerda de mi a veces? En fin, como comprenderás, así no hay manera de que un escritor, por muy bueno que sea, y yo aún no lo soy, pueda escribir nada que valga la pena.
- Vaya..., que triste y a la vez que bonito - comenta Jaime - Pero ahora ya está en las librerías su nueva novela "Siete universos y un ficus", así que supongo que, lo que sea que le bloquease, se acabó, quedó atrás como un recuerdo.
- Se acabó, dices? - rió René de manera agridulce - Ciertas cosas no se acaban nunca, nunca quedan atrás, con suerte aprendes a vivir con ellas, llegas a acuerdos de convivencia, en mi caso lo que pasa es que dejo salir a mi némesis una vez cada quince días, a veces cada semana cuando se acerca la primavera o cuando el otoño aparece. Entonces dejo que mi historia pasada se regodee en lo que pasó y lo que no pasó, en lo que pudo haber pasado, en lo que pude haber dicho o hecho, en lo que ella pudo haber dicho o hecho o no dicho o no hecho..., y cuando el ovillo se ha convertido en una hidra de siete cabezas y tres de ellas ya sacan el machete pensando en darme un tajo, entonces saco el látigo de nueve colas, lo restallo en sus narices, y les digo que se acabó la función, que ahora me toca a mi..., y entonces abro mi notebook, y me pongo a escribir sobre lo primero que me venga a la cabeza, si es darle la vuelta a la realidad mucho mejor, si es poesía es bienvenida, y cualquier cosa que haga burbujas la dejo salir por las orejas, y la recojo con suavidad, y la pongo negro sobre blanco, y si luego alguien lo lee mucho mejor, y si eso resuena en algun lugar de su alma me doy por satisfecho.
- Unas cuantas almas hemos resonado con alguna de sus historias - responde Jaime - alguna nos ha hecho pensar, alguna nos ha emocionado, con alguna hemos reído.
- Si así ha sido, no puedo pedir más - concluye René -, al fin y al cabo, no sabes bien lo difícil que es para un anuro escribir historias que los humanos podais entender. It's not easy being green...