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domingo, 17 de mayo de 2009

Un gato negro...



Un gato negro duerme, tranquilo, bajo la mesa.
El periodista, cansado, sucio y descalzo, mira el televisor sin verlo.
Él no duerme, demasiado nervioso para caer dormido, para olvidar, desconcertado por el recuerdo.

...

Camina por la acera mirando el reloj mientras busca unas monedas para comprar tabaco en el quiosco.
En un banco, al lado de un árbol, un hombre lee un periódico. Es alto y rubio, parece triste y enfadado.
En la noche clara se escucha la música de piano que sale de un coche aparcado y con las puertas abiertas.
De golpe, el hombre alto y rubio rie de forma extraña, como un sollozo.
Deja el periódico a un lado y saca una navaja del bolsillo.
Quizás está loco, quizás piensa en matarse, quizás ya no piensa.
El periodista no llega a tiempo, el hombre alto y rubio ya está muerto al caer al suelo.
En el silencio de la noche se escucha, junto a la música de piano, el borboteo de la sangre que ensucia la acera, que ensucia los zapatos del periodista que solo queria comprar tabaco, zapatos negros ahora granates.

...

El periodista mira al gato negro bajo la mesa, tranquilo, ajeno a todo, mientras se da cuenta de que después de todo, olvidó comprar cigarrillos.

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