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martes, 21 de febrero de 2012

En el crepúsculo me cazaste, kuei-jin

Como cada noche al volver de la oficina, iba en el metro fingiendo leer relatos en mi smartphone. Pero por el rabillo del ojo izquierdo mi vista lateral confirmaba mis más temidas sospechas, los del grupito sentado al lado me estaban mirando, y mientras eso sucedía, mi ojo derecho bizqueaba para ver si mis seguras dudas eran ciertas, y así era, varias personas a mi otro lado también estaban mirándome, presuntamente con disimulo, como si no quisieran que me diera cuenta. Pero me daba cuenta, claro que me daba cuenta, toda la vida igual, en clase, en el trabajo, en el super, todos me miran, me miran!!!

Al salir del metro me dirigía a casa por el camino de siempre, con el piloto automático, mientras seguía fingiendo la lectura de relatos en mi smartphone y sorteaba los coches recordando el viejo juego de esquivar la pelota de handbol lanzada con mala baba por el equipo contrario. Mientras las tiendas iban cerrando, todos los comerciantes aparecìan en la puerta a mi paso, y se me quedaban mirando con insistencia casi insultante, todos me miran, me miran!!!

De pronto los coches dejaron de pasar por la calle, casi como si se hubieran desvanecido entre un latido y el siguiente. Entonces, en el repentino silencio, el sonido, que debía llevar un rato sonando, se hizo evidente hasta para mi distraida atención: Tap tap, tap tap tap. Era como un extraño paso de danza, casi como el paso irregular necesario en Dune para evitar atraer gusanos. Tap tap, tap tap tap. El sonido era hipnótico, era algo que sabìa no me era extraño, aunque no lograba identificarlo.

Poco a poco el sonido se fue acercando, yo seguía fingiendo leer relatos en mi smartphone y anticipaba la llegada con expectación, casi con júbilo. De repente nadie en la calle me miraba, nadie..., todos miraban tres pasos detrás mio, y no con insistencia insultante, sino con una extraña mezcla de pavor y descanso. Supuse que el pavor era por la criatura, y descanso debía ser por lo que pensaban ella haría conmigo.

Tap tap, tap tap tap. Tap tap, ta..., aqui me giré de golpe, y quitándome el sombrero y la gabardina, mostrando todo mi ser, verde con pintas amarillas, le dije: Hola preciosa, soy el coco, si quieres morderme aqui me tienes.

4 comentarios:

  1. Respuestas
    1. gracias, esa era la intención..., pero no me mires..., que sé que me estás mirando :-)

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  2. He leído este relato en el smartphone y es genial.

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