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viernes, 30 de marzo de 2012

Hola, me llamo Manuel y soy adicto...


Me ha costado años reconocerlo, pero ahora lo escribo y os lo cuento, no solo para seguir con el necesario camino de vuelta del programa de 12 pasos, sino para que, leyendo mi historia, os pueda ser útil en vuestras vidas, quizás hasta sirva para que reconozcais vuestras adicciones.

Muchos de vosotros direis que no sois adictos, y en algún caso puede que sea cierto, pero cuando acabeis de leer creo que os replanteareis las cosas y abrazareis la verdad, y la verdad os hará libres.

Mi caso es un clásico en esto de la adicción, empecé con ello de joven, "por probar", y descubrí que me gustaba, la siguiente vez lo esperaba con cierta ansiedad, en breve ya lo consumía de manera habitual, la dosis era cada vez más alta, cada vez me duraba menos, llegué a no poder irme a dormir sin la última dosis, incluso a vestirme a altas horas de la madrugada para salir a la calle a buscar quien me lo vendiese, aceptando producto de calidad dudosa de los pocos lugares abiertos a esas horas. 

Aprovechaba mis viajes por Europa para probar lo que llamaríamos "el producto local", primero fue Francia al estar cerca de donde vivo, pero luego, gracias al low cost, me fui paseando por varios lugares, llegando a volar hasta Amsterdam y visitar la zona, que como os podeis imaginar era un sitio casi de visita obligada.

Imaginad el nivel de adicción que, debo reconocerlo, mientras escribo he tenido que levantarme ya que al escribir sobre ello, he vuelto a caer en el pozo. Llevaba una semana limpio, y ahora debo empezar de nuevo el proceso. Debo ser paciente conmigo mismo porque ya me han explicado que es difícil, que es mucho más difícil que dejar el tabaco.

Perdonad la interrupción otra vez..., he dejado de escribir un momento para poder tomar un trozo de pastel como los que me enseñaron a hacer en Holanda, en una ciudad cerca de Amsterdam llamada Alkmaar, en la Waagplein, donde cada año, el primer viernes de abril, hacen una feria anual. 

Me llamo Manuel y soy adicto al pastel de queso.

domingo, 25 de marzo de 2012

Piedras, hummus y gintonics


El pueblo estaba tan escondido de la civilización que si hubieran seguido las indicaciones del GPS nunca hubiesen llegado. Uno de los coches fue guíado por el camino del norte, el otro tenía otro modelo que lo llevó por el noreste, y solo llegaron al pueblo porque con la humedad la tecnología falló, uno giró a la derecha antes de tiempo, y el otro cogió un desvío comarcal creyendo ver la torre de la iglesia.
Llegaron a la vez a la entrada del pueblo sin ver señales de vida, excepto el perro de la curva. No era pariente de la chica de la curva, pero también tenía un cometido importante. Era el perro que indicaba donde estaba el parking. Era un perro de una educación exquisita, que al pasar por delante estiraba las patas delanteras y todo él se estiraba en una reverencia que te hacía sentir un gran visir.

En el pequeño pueblo, las grandes piedras de los muros susurraban catalán medieval, pero el silencio era el dueño del lugar, no se oían coches, ni pájaros cantando, por un instante parecía un pueblo fantasma, iluminado en amarillo en una agradable tarde de primavera. 

Era un pueblo pequeño, pero mientras paseaban contaron ocho restaurantes, alguno puerta con puerta, seguro que compartían la cocina. Era un pueblo silencioso, pero cuando ellos llegaron ya no hubo sino risas y bromas en voz alta. Era un pueblo pequeño, pero algunos se perdieron buscando la iglesia, no recordaban las calles y callejuelas por las que habían pasado y sus móviles, por ser un lugar fuera del tiempo, se asombraron, y todos sabemos que cuando un móvil se sorprende pierde la cobertura.
Donde estaban no había a quien preguntar, el cura de la iglesia debía estar de viaje, no pasaba ningún coche, y extrañamente no había restaurantes cerca. Pero en la otra parte del pueblo estaba Miquel, un tipo risueño que daba el perfil de un "conseguidor", y que hizo honor a ello indicando a unos donde se habían perdido los otros. Así que los unos y los otros se encontraron, y después de agradecer a Miquel su gran ayuda, se sentaron en la terraza de un bar de la plaza a tomar unas cervezas, unas patatas y unas aceitunas. No volvieron a ver a Miquel en toda la noche, unos dijeron que se habría perdido, otros que le habían visto desaparecer en una gran piedra de la calle mayor.
El resto de la tarde, la noche y parte de la madrugada no puede ser contado haciendole justicia porque hay cosas que solo se entienden si las vives, las respiras y las sientes vibrar en tu pecho. Cada minuto fue mágico y genial, gracioso y cariñoso. Cenaron platos diversos a cual más delicioso (hummus y toro con wasabi y gambas a la miel y más, muchos más). Volvieron a pasear por las calles de piedra, que ya no susurraban en catalán medieval sino que escuchaban a los paseantes, maravilladas de sus risas, de sus anécdotas y de la felicidad que transmitían en cada palabra.

La madrugada acabó entre gintonics y un agua sin gas, viendo danzar lucecitas verdes y rojas en las medievales piedras del local de copas, riendo de todo y de nada, hablando de lo humano y lo divino, es decir, siendo y viviendo, no necesitas más si estás en la compañía adecuada.

Cuando salían del pueblo, se encendieron de nuevo los GPS, los móviles recuperaron el aliento y con ello la cobertura. Mientras se alejaban, el perro de la curva les ladraba un sentido ¡Adiós, volved pronto, ya os echo de menos!, estirándo sus patas delanteras en una reverencia emocionada.

viernes, 23 de marzo de 2012

El pueblo fantasma...


Era viernes, una tarde de un gris plomizo, una bruma escocesa impregnaba el ambiente otoñal, y la humedad fluctuaba, no sabías si se quedaría en neblina o llegaría a cellisca, pero la visibilidad no iba a mejorar, casi no se veían las montañas que rodeaban el lago, era difícil distinguir nada a más de mil quinientos metros. 

Los chicos se empeñaron en dar un paseo con las barcas, dos sencillas zodiac de color amarillo limón y remos de color naranja. Las chicas pusieron cara de pocos amigos, pensando "en tierra firme no nos mojaremos ni pasaremos frío", pero se miraron y callaron, no querían oir las más que seguras bromas ni palabras como aguafiestas..., aburridas..., siesas..., saborías..., miedicas... 

El ruido era monótono mientras se adentraban en el lago, pero de pronto los chicos decidieron que había que jugar un poco y le dieron caña al motor, dando vueltas alrededor de la zodiac de las chicas, haciendo caballitos para asustarlas un poquito y levantando el agua en pequeñas olas, lo suficiente para que ellas dieran grititos y protestaran, aunque con una media sonrisa que hacía suponer no era más que un juego.

Al cabo de un rato de navegar llegaron al pueblo fantasma. 

En realidad el pueblo estaba bajo la superfície y solo se veía la torre de la iglesia, sin campanas, y parcialmente derruida. Pero cuando el pueblo fue llamado el pueblo fantasma aún no había ningún lago que lo cubriese.

Apagaron los motores al lado de la torre, y durante un rato escucharon el silencio y el tambor de sus propios latidos.

- Sabeis? - uno de ellos rompió el silencio - la gente del lugar comenta que el pueblo tiene un fantasma, uno que habita en la torre de la iglesia, uno que se dedica a tocar las campanas, unas campanas que no se pueden ver, pero que se oyen a varios quilómetros de distancia. 

- Sí, claro - se burló una de las chicas - y viste una sábana blanca y arrastra una bola negra encadenada a sus pies, y va gritando uuuh! uuuh! es escocés y se llama MacFerguson. Estas historietas ya no funcionan, ni es de noche ni estamos ante un fuego de campamento, y ya no somos unas niñas, eso quedó atrás, no volvereis a asustarnos como entonces. 

- No, no es nada tan tópico como una sábana y unas cadenas - negó quien había hablado del fantasma - en realidad dicen que se trata del alma de una joven, que según parece fue descuartizada en la iglesia como parte de un rito satánico en el que participaron las fuerzas vivas del pueblo: el maestro, el alcalde, el farmacéutico y el cura. Aunque primero la violaron de formas que mejor no os explico, no podríais escucharlo sin horrorizaros. En este lugar han sucedido cosas muy extrañas desde entonces...

De pronto se escuchó, en el inmenso silencio de la tarde gris y brumosa, el sonido de dos campanas, dos campanas de iglesia. Primero sonaba una..., taláaaan..., taláaaan..., y luego sonaba la otra..., tolóooon..., tolóooon...

Los tres chicos y las tres chicas se miraron, sus ojos mostraban miedo. Se abalanzaron sobre los motores para largarse de allí cuanto antes, no tenían ningún interés en buscar el origen de las malditas campanas, solo querían llegar a la orilla, desmontar las tiendas, llegar a los coches, y salir de allí a toda leche, y eso hicieron, salir a toda velocidad hacia la orilla, alejándose de la torre de la iglesia y de las campanas.

La mañana del sábado amaneció clara y con el cielo despejado, era un día menos húmedo que el del viernes, y el guardabosques hacía su ronda semanal por el lago, casi de rutina. Entonces lo vió, algo amarillo en la orilla. Cuando se acercó vio que era una zodiac con remos de color naranja, pero aparte del amarillo había rojo por todas partes, era rojo sangre porque dentro de la zodiac había tres cuerpos, desnudos, con marcas en muchos sitios.

Eran tres chicos, y los sitios donde había sangre y desgarros denotaban algo salvaje y a la vez sexual, como si alguien los hubiera utilizado en una bacanal orgiástica. Entonces se acordó de las historias que se contaban sobre el pueblo fantasma, sobre la joven que habían violado en un ritual satánico y que se dedicaba a tocar las campanas.

En realidad era una mentira que todos los lugareños explicaban, porque de esa manera nadie escuchaba la verdad, y asi todos vivian tranquilos, y siempre había campistas en el lago, y muchos eran chicos, y entonces los súcubos que vivian en la torre de la iglesia tenían siempre alguien de quien alimentarse. Aunque al final les extraían toda la sangre, sus víctimas disfrutaban de unas horas de sexo salvaje, desenfrenado, límite, en el que los orgasmos les salían por las orejas.

El problema eran las chicas..., en el siglo pasado las mataban y servían de alimento de jabalíes, pero ahora la liberación sexual comportaba chicas mucho más desinhibidas y mucho más sensuales y sexuales, y cuando los súcubos lo descubrieron, las empezaron a secuestrar, ahora han creado una nueva especie híbrida de súcubo y humana..., y son más..., y los lugareños se preguntan que pasará cuando los campistas de temporada no les sean suficientes. De momento el alcalde de los pueblos del lago está pensando en promover el turismo gay pintando de rosa todas las casas, y está estudiando si se puede construir un campo de golf al lado del lago.


miércoles, 21 de marzo de 2012

Pollo con langosta


Ayer me entrevistaron en Canal Nordeste, para el programa del viernes, ese que se llama "Cocina creativa", sí, el único donde no se usa perejil ni se explican chistes verdes, y se dedican a divulgar platos poco comunes.

Si os soy sincero, me pusieron en un compromiso, porque ellos querían que yo fuese un invitado original, que incluso fuese atrevido y transgresor, y en cambio yo tenía mal día y la astenia primaveral me rondaba, como la gripe, con lo que no tenia el chichi pa farolillos, aunque con mi fenotipo lo tengo complicado, y no me refiero a los farolillos, sino a mi barba cerrada de geyperman (y no, no soy la mujer barbuda).

El caso es que insistieron..., volvieron a insistir..., al final me pudo la vanidad y accedí, aunque les expliqué que el programa podía resultar un poco..., especial.

Os podeis descargar el video desde Yutuf, buscais las palabras "Cocina creativa" y "alarma social", le dais al primer resultado y disfrutais del programa. Pero no corrais, no corrais, que el video ha sido "editado", y al final lo que emitieron fue algo bastante diferente de lo que grabaron, asi que sólo si seguís leyendo os enterareis de lo que pasó de verdad.
La receta que yo expliqué era bastante simple, y aunque sorprenderá a muchos lectores, otros reconocerán un plato bastante tradicional. El nombre tampoco es de esos largos y complicados con muchos adjetivos y un montón de frases subordinadas, es corto, sencillo, directo: "pollo con langosta".

Su preparación no es demasiado complicada, y se puede resumir en seis sencillos pasos.

Paso 1: Hay que coger la langosta, preferentemente muerta, y trocearla en cuatro trozos grandes (si teneis invitados calculad un trozo grande para cada uno). Si no estuviese muerta, no nos tenemos que preocupar, al trocearla conseguiremos que deje de dar la vara, no como con las molestas carpas que aún en rodajas dan saltos por toda la cocina. Si la langosta es pequeña, pues poneis más langostas.

Paso 2: Hay que preparar el pollo, aquí de nuevo nos ponemos a trocear, más o menos en unos 8-10 trozos, y lo salpimentamos (encantador nombre para una acción en dos pasos). Después tenemos que rehogarlo (otra acción de nombre curioso, rehogar) en aceite de oliva. No confundamos rehogar con sofreír, son acciones muy diferentes (no, no os pienso explicar la diferencia). Deberemos retirar el pollo cuando tome color. Aquí alguien se puede preguntar, ¿color? ¿que color?, pero es como el jazz: "Si necesitas preguntar qué es el jazz, nunca lo sabrás".

Paso 3: Añadiremos a la sartén la cebolla picada y las hierbas; incorporaremos los trozos de langosta, los freíremos unos minutos y flambearemos con el brandy. Aqui conviene aconsejar que si os bebeis el brandy mientras cocinais, no podreis flambear la langosta, asi que sed previsores y usad 2 vasos, uno para la langosta y otro para el cocinero.

Paso 4: Añadiremos los tomates pelados y picados (sin semillas) y los coceremos durante un cuarto de hora. Aqui debo hacer un inciso muy, muy, pero que muy especial: Si no son tomates, da lo mismo que tengan forma de tomate, color de tomate, aspecto de tomate, semillas como las del tomate, repito, si no son tomates (y últimamente casi nunca lo son) dejaros de puñetas y pasad del tomate, podríais desgraciar la receta por añadirle trozos de plástico rojo.

Paso 5: Pondremos los trozos del pollo en la sarten, añadiremos el vino, lo taparemos y dejaremos cocer una media hora.

Paso 6: Unos minutos antes de terminar la cocción añadiremos el azafrán, el ajo, las almendras, las avellanas y el chocolate rallado, una mezcla que habremos picado antes en un mortero.

Que tiene de especial el plato, aparte de ser un clásico "mar y montaña"? Por que motivo al final el programa no se emitió completo, con todas mis explicaciones? Ahora mismo os lo cuento, y vereis que en el fondo no había para tanto, la gente ya no se escandaliza por casi nada, asi que hubieran podido emitirlo sin ningún problema, solo con añadir un pequeño aviso de que podía herir alguna que otra sensibilidad.

Yo les explicaba a los del programa, mirando a la cámara con tranquilidad, sin estridencias, natural, que la receta del pollo con langosta me salía realmente muy bien. La primera vez que tuve que cocinar ese plato, sin embargo, fue después del accidente de avión en Rio Grande. Tuve que ser imaginativo con lo que me ofrecía la naturaleza para que mis compañeros y yo saliéramos vivos de aquello, sabeis?

Asi que adapté la receta a lo que pude conseguir, de hierbas de buen olor y sabor había varios tipos, no eran ni tomillo ni orégano, nunca supe sus nombres ni me preocupé de buscarlos después, pero le daban buen gusto al plato. La cosa se complicó con la langosta, pero las de por allí tenían sus buenos 10 centímetros, y aunque no eran rojas ni venían del mar, la verdad es que tenían un sabor especial, y nos entretenía chupar sus patas y sus cabezas.

Pero donde tuve que ser imaginativo fue con el pollo..., porque..., sabeis? en aquel sitio dejado de la mano de Dios había hierbas aromáticas, teníamos sal y pimienta, incluso brandy (las botellitas del avión, y luego la carga "especial" de los pilotos), las langostas saltaban alegres por aqui y por allá y nos daban cierto sustento..., pero pollos..., pollos no, ni pollos..., ni urogallos..., ni pavos..., ni perdices..., ni codornices..., ni siquiera un triste gorrión..., asi que el pollo del menu tuvo que ser "pollo", un "pollo" algo especial, la primera semana cocinamos a Juan con 56 langostas, la segunda semana fue Luis y pasamos con 42 langostas (yo el domingo estaba un poco desganado y no tomé langosta), la tercera semana..., bueno, creo que ya os haceis una idea, el caso es que la plaga de langostas de ese año en Santa Fe no tuvo lugar, les extrañó bastante, hicieron una batida, y nos encontraron, 2 meses después del accidente y 8 amigos menos en el grupo.

La verdad es que ahora, cada vez que voy a un restaurante y el menú tiene pollo con langosta, se me humedecen los ojos, y empiezo a salivar de una manera un tanto incivilizada. Pero qué quereis? Quien ha probado mi receta, repite!



Notas a pie de página (ingredientes para la receta)

Ingredientes para la salsa
    1 cebolla grande
    1/4 de tomates maduros
    1 diente de ajo
    1 vasito de vino
    1 copa de brandy o coñac
    30 gramos de chocolate negro
    20 gramos de almendras y avellanas tostadas
    150 ml. de aceite de oliva
    1 hoja de laurel
      Hebras de azafrán
      Tomillo, orégano
      Perejil
      Pimienta molida
      Sal
Ingredientes principales
    1 pollo (en ausencia, alguna carne equivalente, sed imaginativos)
    1 langosta (mejor si viene del mar, pero se admiten otras)

Entrevista con el anuro...

El anuro se sienta indolente, las ancas cruzadas bajo la mesa y una pata sobre el respaldo del asiento contiguo, mientras con la otra pata agarra una jarra de cerveza. Se siente cómodo y lo transmite. Se siente bien y su color verde lo grita a los cuatro vientos.

- Dígame..., esto..., señor..., no se como debo llamarle - balbucea Jaime, demostrando que en la carrera no se aprende a entrevistar a la gente, solo a hacer preguntas.

- Puedes llamarme como te apetezca, mientras en la entrevista digas que soy escritor y hables de mi último libro, al fin y al cabo por eso estás aquí, verdad?

Vaya desilusión, piensa Jaime, a pesar de que parece un tipo especial, no deja de ser como los demás, he venido a hablar de mi libro..., he venido a hablar de mi libro..., paparruchas..., a la mierda! y todo eso, ufff, vaya un mundo de tópicos, que poco original..., valor..., valor..., eres un profesional y tienes un trabajo...

- Pues entonces dígame, René..., usted porque escribe? - pregunta Jaime esperando ser lo más correcto posible.
- Vaya..., es curioso que me llames René - responde el escritor sonriendo - aunque es uno de mis muchos nombres es quizás el menos común, al menos en este pais. Pero como te he dicho, por mi como si me llamas Pepito Grillo.

- Pero la pregunta es relevante - prosigue René - es una pregunta recurrente en toda entrevista, pero es una pregunta que todos los que escribimos nos hacemos alguna vez. 

Supongo que hay tantas respuestas como personas, quizás más, y alguno podría decirte que es su oficio, que es artesano del verbo y del adjetivo, como otros tienen facilidad para tallar la madera o esculpir en mármol o dar vida a un lienzo, otros tienen facilidad con los números o con los engranajes o con cualquier cosa que se te ocurra. 

Pero eso es confundir las cosas, al menos en mi caso no es esa la causa última. Claro que algo de buen hacer tengo en lo de juntar letras, en lo de expresar ideas, emociones, aunque la práctica también ayuda. Pero no es eso lo que me motiva, eso tan solo hace "fácil" el proceso.

- Entonces, escribe para ser leído? - interrumpe Jaime - Ya se que es otra pregunta tópica pero...

- La respuesta es si..., pero la respuesta también es no - responde René - Mira, te voy a poner un ejemplo, sonará a otro tópico, pero los escritores vivimos en un mundo de tópicos muchas veces. Hace un tiempo yo estuve en dique seco, no había forma de que pudiera escribir una simple frase. Así que si no escribía y nadie me leía, entonces no era un escritor, ya que si no puedes inventarte historias estás acabado, verdad? 

Bueno, pues la verdad, mi verdad, es un poquito más complicada que todo eso. No sé yo si el resto de los escritores son tan raros como yo, al fin y al cabo ellos son humanos. En mi caso mi mente hervía, literalmente, y cada una de las burbujas que escapaban por mis orejas era un universo, con uno o varios mundos, en el que vivian una o varias personas, a las que le sucedían una o varias historias. Pero cada burbuja se me escapaba sin que pudiera atraparla. Una vez quise evitarlo y me puse una gorra y unas orejeras, y entonces me salieron las burbujas por la boca, cerré la boca con fuerza y la nariz me hizo cosquillas y salieron por la izquierda varios cuentos de terror, y por la derecha hokkus, haikus y otros poemas, pero al intentar cogerlos con las manos hicieron ¡puf! y desaparecieron.

- Pero..., pero..., no lo entiendo - se sorprende Jaime - si se le ocurrían historias, porque no las escribía y las publicaba? Estuvimos muchos años pensando que se le había acabado la inspiración, sabe?

- Bueno..., la verdad - suspira René - la verdad es siempre más complicada de lo que uno se imagina, y en algunos casos es hasta poco original, pero en cualquier caso es la verdad. La verdad es que, a pesar de que las historias flotaban a mi alrededor, a pesar de que me era fácil "sacarle punta a las cosas" y ver algunas realidades desde un punto de vista "especial", a veces excéntrico..., la verdad es que escribir me dolía, y la primera frase costaba, pero en la segunda los dedos se me agarrotaban, los ojos lloraban, y todas mis historias huían asustadas al fondo de mi mente, porque de repente aparecía otra historia que se hacía la dueña de todo, y se empeñaba en repetirse en mi mente dia si y dia también, cruelmente, con variaciones casi imperceptibles pero siempre la misma: ¿que hubiera pasado si ella? ¿que hubiera pasado si yo? ¿me amó tanto como yo? ¿se acuerda de mi a veces? En fin, como comprenderás, así no hay manera de que un escritor, por muy bueno que sea, y yo aún no lo soy, pueda escribir nada que valga la pena.

- Vaya..., que triste y a la vez que bonito - comenta Jaime - Pero ahora ya está en las librerías su nueva novela "Siete universos y un ficus", así que supongo que, lo que sea que le bloquease, se acabó, quedó atrás como un recuerdo.

- Se acabó, dices? - rió René de manera agridulce - Ciertas cosas no se acaban nunca, nunca quedan atrás, con suerte aprendes a vivir con ellas, llegas a acuerdos de convivencia, en mi caso lo que pasa es que dejo salir a mi némesis una vez cada quince días, a veces cada semana cuando se acerca la primavera o cuando el otoño aparece. Entonces dejo que mi historia pasada se regodee en lo que pasó y lo que no pasó, en lo que pudo haber pasado, en lo que pude haber dicho o hecho, en lo que ella pudo haber dicho o hecho o no dicho o no hecho..., y cuando el ovillo se ha convertido en una hidra de siete cabezas y tres de ellas ya sacan el machete pensando en darme un tajo, entonces saco el látigo de nueve colas, lo restallo en sus narices, y les digo que se acabó la función, que ahora me toca a mi..., y entonces abro mi notebook, y me pongo a escribir sobre lo primero que me venga a la cabeza, si es darle la vuelta a la realidad mucho mejor, si es poesía es bienvenida, y cualquier cosa que haga burbujas la dejo salir por las orejas, y la recojo con suavidad, y la pongo negro sobre blanco, y si luego alguien lo lee mucho mejor, y si eso resuena en algun lugar de su alma me doy por satisfecho.

- Unas cuantas almas hemos resonado con alguna de sus historias - responde Jaime - alguna nos ha hecho pensar, alguna nos ha emocionado, con alguna hemos reído.

- Si así ha sido, no puedo pedir más - concluye René -, al fin y al cabo, no sabes bien lo difícil que es para un anuro escribir historias que los humanos podais entender. It's not easy being green...

lunes, 19 de marzo de 2012

Poemas de un amor eterno de cuatro días y tres noches...



Que emoción, loco deseo,
tenerla entre mis brazos.
Las palabras quedan cortas,
tan solo son tópicos.
Pero sé que al principio,
sentir dolería, de bueno,
y no dejaría de temblar.
Después sería dulce, suave,
un interludio, amor tranquilo,
descubrir rincones escondidos,
sentir cada punto en nuestra piel.
Lento, disfrutando la espera,
crecería el deseo, ansiando explotar.
Cuando la pasión casi nos doliera,
los sismógrafos en todo el mundo
darían fe de nuestro amor.



Baila conmigo, mi amor,
con las notas de una jiga celta
y déjate llevar por su música.
Mientras las gaitas viven,
en los brazos de los gaiteros,
tu y yo, como flauta y violín,
bailaremos dando mil vueltas,
hasta poder levantar el vuelo.
Cuando la música acabe,
antes de volver al baile,
las nubes nos darán reposo.



El amor, ah!, el amor,
encantos y desencantos.
Te lleva a las nubes,
para bajarte al fuego,
Te llena de felicidad,
y la cambia por dudas.
Gritarías a los cuatro vientos,
salvo por el miedo al ridículo.
Esperas una dulce palabra,
y encuentras pragmatismo.
Das entrada a la razón,
y ella quiere ternura.
Sólo la práctica hace,
que el tempo se ajuste,
pero en la espera,
el amor desespera,
mientras el corazón
late a ritmo de samba.



Una guitarra canta,
una melodia triste.
Suena la melancolía,
la flauta se añade,
un dueto de lágrimas.
Entonces la gaita,
llora por los amantes,
acompaña su tristeza.

domingo, 18 de marzo de 2012

No te muevas, no respires, no mires.

No te muevas. Si no te mueves no te verán, bien tapado bajo la sábana azul, y si te ven pensarán que estás dormido. Pero sobre todo no te muevas, que nada les haga sospechar que estás despierto. Si te creen dormido no serás un objetivo para ellos, te dejarán tranquilo y buscarán a otro, quizás a tu hermano mayor, ese que no se está quieto ni dormido, que deshace la cama cada noche, haga frío o calor, y que habla dormido como si estuviera despierto, y que se levanta algunas noches queriendo ir a la escuela. Sí, seguro que ellos prefieren a tu hermano mayor..., seguro..., pero, por si acaso..., no te muevas.

No respires. Si no oyen tu respiración agitada creerán que estás dormido, si oyen como jadeas sabrán que estás despierto, y sabrán que sabes que ellos están aquí, y si lo saben..., si saben que tu sabes..., entonces ya sabes lo que pasará, y ellos también lo saben. Así que, por tu vida..., no respires.

No mires. Si no miras es como si ellos no estuvieran, como si nada pasara. Es como aquello que leíste hace meses, "que sonido hace un árbol del bosque al caer si no hay nadie para escucharlo?". Asi que, si no miras, ellos no están, y si no están no hay peligro de que te hagan daño como las otras veces. Seguro que hoy no están pero, por si acaso, no mires.

Eso que oigo..., no, no es mi respiración, aunque lo parece, pero algo alejada, como si fuera la respiración de otro, de alguien que está cerca de mi, casi sobre mi. Eso que oigo..., no es el latido de mi corazón, aunque lo parece, pero algo alejado, como si fuera el sonido de algo que está latiendo, como si estuviera a mi lado. Eso que oigo..., no, no es el roce de mi cuerpo con la sábana azul, aunque lo parece, pero algo alejada, como si fuera el roce de otros cuerpos, y esos cuerpos estuvieran cerca de mi. 

Esa luz que atraviesa mis párpados..., como lucecitas azules y amarillas..., son ellos, dios mio, son ellos y quieren comprobar si estoy dormido o despierto. Estoy perdido, noto como mis ojos se mueven tras los párpados ante la luz, ellos verán como se mueven mis ojos, y sabrán que estoy despierto, y entonces...

Entonces se movió, respiró, miró.

Entonces la luz le cegó los ojos, le inmovilizaron, y le pusieron una máscara en la cara.

Ya no pudo moverse, se quedó sin respiración, y ya no veía nada.

Estaba aterrorizado, a punto de sufrir un colapso.

- Bueno, parece que ya podemos seguir - dijo la voz suspirando de alivio.

- Gracias a dios, no sé que ha podido pasar - respondió otra voz - salir de la anestesia en un cuádruple by-pass es algo que nunca había visto, por poco perdemos al paciente.