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jueves, 8 de marzo de 2012

Las once en punto y sereeeeeeeno...

Aún no han sonado las once campanadas y ya se enciende una lucecita verde, bing! y casi poniéndose de acuerdo le siguen dos más en cadena, bing, bing!. 

Después, con un ritmo escrito por nadie, interpretado como jazz, aparecen los demás, bing, bingbing, bing, bingbingbing, bing, bibibibibing, bingbing, bing. Un par de segundos más tarde resuena un bing, y ya están todos..., todas..., tod@s, bueno, coño, ya "están".

Los niños? Acostados y durmiendo. Los maridos, las mujeres? En la cama esperando pacientes o leyendo o durmiendo, porque saben que la espera puede ser muy larga, en algún caso hasta bien entrada la madrugada (santificados sean vuestros santos y santas, porque ellos heredarán..., naaaa, con teneros ya les vale!).

Pronto empiezan a cruzarse los mensajes, claramente en clave, en los que se maquinan, aprovechando la noche y el chat, crímenes a cual más atroz y sangriento, a cual más sádico y terrorífico, unos crímenes que por lo que parece intentarán atribuirlos a unos tipos raros que se chutan caracoles (o que beben sangre, no se, algo asi de raro).  Tal como está el mundo criminal hoy en día, igual cuela y todo.

Pero como la noche es una vieja lianta, pronto alguna lanzadilla decide soltarse el pelo y va y les suelta que conoce a una amiga (la típica amiga que "todos" tenemos, la mia se llama MariPuri) que ha dicho que puede correrse sin tocarse, y se pone a describirlo with pelos und señales (expresión robada del genial Mortadelo), y entonces ves como los "bing" hacen "biiiiing", luego hacen "bIng" y en breve todos leen con ansia lo que la otra escribe. Suerte que el relato es corto que sino la liamos...   

Pero la noche es muy larga, y después del "bIng" viene la calma..., la tranquilidad..., la suavidad con que te meces en tu silla..., para casi caerte cuando por el lado izquierdo de la pantalla aparecen..., uno...,no, dos..., quiá, tres feas caras de zombie, los ojos medio colgando de las cuencas, una sonrisa estúpida (o sangrienta, no sabría decir) y sus manos huesudas alargadas hacia tí, como queriendo cogerte. Maldito seas, realismo mágico, te estás pasando un pelo.

Entonces, de repente, te das cuenta de lo que pasa. Te has equivocado y en lugar de los antigripales te has tomado las pastillas esas que tenías para documentarte sobre los viajes de LSD. Te das cuenta porque si bien el resto de lo que has vivido es cierto, porque la comunidad de autores que estás descubriendo es una "familia" muy especial que se reune siempre a partir de las once después de cuidar a su otra familia, y ya los conoces a casi todos, esta noche hay un invitado especial que nadie te ha presentado y sin embargo "sabes" quien es, es el famoso (no me digais no lo veis! no me digais no sabeis quien es!) el famoso conejo Harvey.


miércoles, 7 de marzo de 2012

Tensión eléctrica...


Las relaciones personales son algo muy..., personal. Definir una relación es una cuestión de opinión, es como el culo, todo el mundo tiene uno (pobre del que no).

Pero aqui el que escribe soy yo, así que sus toca aguantarse y leer MI opinión (si lo preferís os enseño el culo..., vale..., de acuerdo..., por votación popular paso a describiros mi concepto de relación).

Para empezar voy a obviar las relaciones de pareja, aunque quizás luego comente algo sobre ellas...

Vaya..., pero este tío de qué va? os preguntareis (y si no os lo preguntais es igual, ya lo pregunto yo por vosotros que eso de la relación lector-escritor siempre queda muy bien).

Pues voy de que os voy a explicar mi personal teoría de las relaciones "en un sentido amplio".

Todo empieza una fría mañana de febrero..., no..., era una cálida tarde de junio..., bueno, da igual, todo empezó alguna vez, algún día, a alguna hora, lo importante es que empezó, y punto.

Todo empezó en mi adolescencia, intentando estudiar física en 2º de BUP (a muchos no os sonará, creo que es como el 4º de ESO del actual plan que vuelve a estar en vias de desaparición, cámbialo todo para que en realidad todo quede igual o peor). 

El caso es que me tenía estancado el electromagnetismo, no era yo nada bueno con la física, y menos con la "profe" que teníamos. El caso es que, además, estaba estancado en mi relación con los demás, no entendía porque algunos me veían "raro" (yo a ellos también, aunque otra "rareza") ni porque otros me caían bien al minuto de conocerles, ni porque otros (más precisamente otras) hacían que mis latidos empezaran a bailar samba (cuando ni sabía que la samba existía, lo que es una demostración empírica de la teoría de la memoria colectiva, chúpate esa!).

La verdad es que tengo unas neuronas un poco especiales, que si les da por ahí cogen a Verne y Salgari, me los juntan con la bruja Avería, y los ponen a jugar al mus en la plaza de Guernica (sí, un mus jugado a 3, qué pasa? los de Bilbao jugamos como nos apetece, aibapues!), así que no es de extrañar que le buscara los tres pies al gato, sumara 2 y 2 y me diera 5 (osea, 4 y me llevo 1 y como me lo llevo todo cuadra).

Bueno, no es solo eso, que también, la verdad es que la física me aburría y las personas siempre me han parecido un "objeto de estudio" de lo más atractivo e interesante, así que decidí aplicar la teoría del electromagnetismo a las relaciones entre personas. No es algo tan raro, otros aplicais la termodinámica al complicado proceso de diluir el colacao sin saber que la entropía os la tiene jurada, porque, sabeis? la entropía desayuna siempre nesquick.

Aunque tenía pocos años era bastante maduro para mi edad, producto de darle al coco tres veces más que el resto de mis compañeros, y a causa de mis orígenes había podido conocer a mucha gente. No, no es que fuese un romaní, pero mi padre era militar y por ese motivo habíamos pasado por casi todas las bases de la península, nunca más de 3 años en cada base, no entendí el motivo hasta hace poco, cuando un antiguo amigo, general ya retirado, me explicó que tenía delito que mi padre siempre se liase con la esposa del capitán de la base.

Lios de faldas aparte, a medida que iba conociendo personas de todas las edades, razas, idiomas y géneros, algunas con más estudios y menos sentido común, otras al revés, muy pocos con ambas, me di cuenta que la relación que podías establecer con las personas se podía clasificar en varios grupos.

Con quienes conectabas a 110 volts: Los que hayais tenido alguna vez ese tipo de corriente en casa recordareis la poca intensidad de la luz de las bombillas, y como los aparatos modernos iban a paso de tortuga si los conectábais en esos enchufes. Pues lo mismo en la relación, en la conexión con esa persona, que por otra parte podía ser una bellísima persona, inteligente, capaz, vamos, la repera limonera, pero, sencillamente, en cuanto a la relación entre ambos, "nastideplasti". No era que no hubiese gustos en común, ni que no pudierais ir al cine alguna vez, era..., un je ne sais pas, un je ne sais quoi..., era todo y nada, pero faltaba "esa" chispa entre ambos en los momentos en que mirabas a esa persona y esperabas una reacción que no sucedía, no reía donde tocaba, no lloraba donde tocaba, como si estuviese dos minutos por detrás o por delante en tu vida. Por desgracia, una gran mayoría de las personas que conoces acaban en ese grupo, y no es malo ni bueno, simplemente "es". Por desgracia, muchas relaciones de pareja son de este tipo, y la cosa puede parecer extraña, pero incluso una bombilla de 110 volts chisporrotea alguna vez, aunque en la mayoría de los casos cuando vuelve a hacerlo es para fundirse.

Con quienes conectabas a 220 volts: Aaaaaah, aqui la cosa ya era diferente, que brillo en las bombillas!, que energía en las cosas!, las chispas de la vida saltando cual burbujas de cola!, riéndose de lo mismo en el momento que tocaba!, amigos para siempre!, friends we'll be friends!, todo eso que ya sabeis si habeis tenido suerte de conectar de esa manera. Estas conexiones son las que se suelen llamar Amigos (así, con la A en mayúscula). Alguna relación de pareja es de este tipo, todo depende de si has saltado a la parte parejil lo suficientemente rápido para no entrar en la ya conocida por todos "friend zone" (zona amigos para los que no sepais francés).

Ahora es cuando toca cerrar el rollo patatero este que os he soltao..., pero como ya es habitual, ¡no se vayan todavía, aún hay más!

Pozí..., aunque algunos y algunas lo desconocéis, existe una tercera tensión eléctrica, la de tipo industrial, y esa, oh! esa!, va la muy bestia a 380 volts nada más y nada menos! Os podeis imaginar la sublime belleza de los arcos eléctricos en todas las bombillas que la aguanten? Las auroras boreales alrededor de la persona? El empezar uno una frase y terminarla la otra? Que por el brillo de sus ojos sepas, ex-ac-ta-men-te, lo que está pensando? Que los gustos comunes y coincidencias llenarían una "lista A" que nunca acabaría? Que incluso la "lista B" de lo diferente os sorprende y os emociona y estais deseando pase a la lista A alguna vez?

Si alguna vez os pasa..., si alguna vez teneis ese tipo de conexión..., cuidadla con vuestra vida, porque sin ella dejaréis de vivir, incluso los 220 a veces parecen lentos para quien ha vivido un tiempo a 380.

  




lunes, 5 de marzo de 2012

Lujuria zombie...


En la tarde del segundo día, al caer el sol, me convertí en un zombie por convicción.

Cuando la infección empezó, el día antes, solo afectó a unos pocos trabajadores del puerto. En sólo tres días, la ciudad del medio millón de almas pasó a ser la ciudad del medio millón de zombies, porque se reproducían más rápido que los conejos.

En el segundo día, en cada esquina, en cada portal, en cada coche, mirases donde mirases, había una pareja de zombies en pleno frenesí sexual, dándose y tomándose en formas que ningún humano fue capaz de soñar, alcanzando las más altas cotas de placer, de éxtasis, convirtiendo al sexo tántrico en algo simple.

Reconozco que siempre he sido un poco voyeur, y un poco precoz también, a los 8 años disfrutaba como un sátiro (enano, pero sátiro), espiando desde la cocina las contorsiones que hacía mi canguro, Mari Jose, con su novio, Pedro, en el sofá de mi casa, todos los viernes por la tarde. Ver como se le endurecían los pezones a la canguro era algo excitante, y los jadeos contenidos que ella iba soltando me ponían palote (unos compañeros de colegio me habían dicho que así se llamaba a lo que pasaba, y vaya si tenían razón). 

Desde donde yo espiaba era imposible ver más abajo de sus tetas, así que acabé desarrollando una febril imaginación a partir de lo que escuchaba y de cómo se movían. Parecía que por debajo de las tetas existía un lugar muy cálido y a la vez húmedo, porque Mari Jose susurraba "estoy más caliente que el asfalto de Georgia", y Pedro respondía "estás mojada, mis dedos chapotean". Lo que yo escuchaba era realmente un chapoteo, y cada chap y cada chop iban seguidos de un gritito corto de Mari Jose, y cada dos o tres chaps y un chop ella repetía "no pares!, no pares!", y veías el brazo de Pedro moverse como quien dirige con sus manos un allegro vivace que pasa a un ritardando y acelera a un presto y acaba con un allegro con fuoco, que música más sublime, que intensidad!.

Pero dejémonos de recuerdos de juventud, a ver..., que me centre..., ah..., sí..., estábamos en el segundo día de la infección zombie y ya teníamos claro que más temprano que tarde ibamos a ser todos como ellos. Muchos se suicidaban ante la idea de volverse carne putrefacta y con colgajos por todos los lados, aunque ya antes de los zombies todos llevábamos colgajos bajo la camisa y quien más quien menos ya estaba algo podrido, algunos de dinero, otros de envidia.

En mi caso, el segundo día por la tarde, cuando el sol ya se despedía y llamaba a su amiga la luna, en ese preciso momento, sufrí una epifanía de las que hacen historia (de las que hará historia si alguna vez se encuentra este relato), y decidí que quería ser un zombie.

Iba caminando por la Gran Vía, con paso apresurado para evitar que nadie saliese de ninguna esquina (por nadie se entiende zombie, ni los ladrones ni los asesinos ni las bandas latinas se atrevían a salir al caer el sol) cuando los ví, en la esquina con Balmes, en el suelo, retozando como si el mundo se acabase ese mismo día.

Ya sé que la palabra zombie os trae imágenes poco agradables, pero creedme, no es así. Algo pasó en la infección zombie (o tal vez fue mi imaginación) pero el espectáculo que presencié fue de cinco rombos por lo menos, y fue a la vez bello y mágico.

El zombie tocaba los pezones de la zombie con suave dureza, presionando y pellizcando, y luego rozaba con sus dedos las aureolas, acercándose a los pezones pero sin tocarlos. Después usaba su boca y dejaba que sus labios rozasen el pezón izquierdo, el más grande y más sensible, y lo besaba, y lo cogía entre sus labios, y luego lo ponía entre sus dientes, con suavidad, mordisqueándolo, mientras pellizcaba el derecho a diferente ritmo, suave, fuerte, suave, suave, fuerte. 

La cara de la zombie era de arrebato, echaba la cabeza hacia atrás para acercar más los pechos, y en el placer que sentía necesitaba unirse a su compañero, con sus manos acariciaba todo su cuerpo, primero las manos sobre sus pechos, apretándo con él los dedos hasta donde podía aguantar, luego la cabeza para sentir con él lo que ella estaba disfrutando, luego el cuello, y los hombros, y el pecho y seguidamente el ombligo y más abajo, donde la zombificación había conseguido un estado de permanente erección sin una pérdida de sensibilidad.

Las manos de ella subían y bajaban por el tallo, suavemente con una mano pero sujetando la base con la otra, deteniéndose en el glande y jugueteando con un par de húmedos dedos en el frenillo. A ratos, un par de dedos presionaban el escroto e incluso se aventuraban más allá, y el zombie perdía entonces el norte y dejaba de mordisquear los pezones y de besar los pechos, y disfrutaba su momento.
La excitación del momento (compartida por mi que, como de niño, volvía a estar palote), dio lugar a una salvaje acometida de la zombie, que tumbó a su compañero, dejándo visible el enhiesto miembro, sobre el que se sentó con urgencia, y sobre el que realizó unas contorsiones brutales, arriba, abajo, rápido, rápido, lento, ahora en círculos, ahora un ocho, adelante y arriba, atràs y abajo, nunca pensé que nadie pudiera moverse así, hasta que me dí cuenta que era producto de la zombificación, nada limitaba sus movimientos.

Cuando estaban extenuados en el suelo, descansando, tomé la decisión, me acerqué a la zombie, y extendí mi mano derecha con la palma hacia arriba, y ella extendió la suya con la palma hacia abajo, y me acerqué aún más, y ella puso su cara cerca de la mía, y su boca cerca de la mía, y me mordisqueó el labio inferior, y luego se acercó a mi oreja, y sopló cálidamente, me mordió el lóbulo, y mientras yo me ponía palote y temblaba de la anticipación ella me desgarraba el pecho arrancándome las entrañas y depositando en ellas la infección zombie..., nunca tuve un orgasmo más potente que ese, al menos siendo humano.

El psicopata...


El desmadejado y pequeño cuerpo reposaba inerte sobre la fría y roja superficie de travertino de importación. Casi encima del mismo, el psicópata se afanaba con su escalpelo, sajando el brazo izquierdo con cortes rápidos y firmes, evidenciando la perfección de la práctica. 

Con precisión quirúrgica, después de dejar al descubierto los músculos, empezó por separar el deltoides del bíceps y tríceps braquial, siguiendo por el extensor radial y el supinador corto, acabando con el flexor cubital y el pronador redondo, todo ello en menos de cinco minutos. Su respiración agitada denotaba un placer que podía ser sexual pero también asmático, y la excitación erizaba los vellos de sus brazos como una corriente eléctrica.

Mientras admiraba su obra y paseaba su lengua por sus carnosos labios, pensaba en lo fácil que había resultado todo, el secuestrarla de su pequeña cama en un descuido, el trasladarla a su sancta santorum sin ser visto por nadie. En ningún momento opuso resistencia alguna, dominada por su fría mirada, y su cuerpecito de inocente candidez quedó a su merced.

- Juanitoooooooo! A comeeeeeeeeeeeeeer! - se oyó en el jardín de al lado la voz chillona de una mujer - Que se te enfríaaaa!

- Otra vez esa vieja bruja chillando como una cerda - gruñó el psicópata - Dios, como la odio! Un día de estos le voy a dar razones para chillar como una cerda, verla desangrándose en mi marmol rojo será un gustazo...

El psicópata respiró profundamente tres veces para recuperar su equilibrio y su atención, y volvió a mirar al cuerpecito sin vida sobre la mesa. Dudó por un momento entre empezar a separar los músculos de la pierna o acabar con los brazos, su gusto por la perfección y la simetría le pedían seguir con el brazo derecho, pero la belleza de las piernas le llamaba insistente. Bueno, si se dedicaba a la pierna derecha también conseguiría una extraña simetría en los cortes, y esa pierna blanca y con pecas estaba diciendo ¡córtame, mi amor!

A pesar de la pulsión de seguir con el corte, el psicópata dudaba, había tanto donde elegir, incluso los nombres eran de lo más especiales, y los pronunciaba susurrando con anticipación, la fascia lata, el sartorio, el peptineo, el piriforme y el psoasiliaco, eso sin olvidar al excitante poplíteo, mmm, solo de reseguirlo con los dedos volvía a estar excitado, y esta vez siguió pierna arriba con los dedos, notando la suavidad aterciopelada de los muslos, aunque sin reacción a su presión, lo que aún lo excitaba más.

- Juanitoooooooo! - se volvió a oir en el jardin - Como tenga que venir a buscarte te doy con la zapatilla!

- Ya voooooooooy! - gritó el niño dejando de jugar - ya vooooooy!

- Joder con la bruja avería - gruñó el psicópata - se acabó, después de comer me la cargo.

El psicópata apartó el cuerpecito del frío mármol rojo de importación, descentrado por los gritos de la bruja del jardín. Se acercó al fregadero, se lavó las manos con mucho cuidado para eliminar cualquier pista, y se fue a todo correr pensando: La muñeca de mi hermana no gritaba, pero ya verás cuando tenga a mamá estirada en ese rojo y frío marmol. Juanitoooooo, la comida, Juanitooooo, lávate los dientes, Juanitooooo, la habitación debe estar ordenada, Juanitoooo..., pues Juanitoooo te va a hacer chillar, vieja bruja...

p.s.: mamá, te quiero :-)

domingo, 4 de marzo de 2012

Un gato..., un no-gato..., un gato...


Cuando la astrología superó en adeptos a la astronomía, clamando incluso ser ciencia, clamando incluso ser mejor ciencia, no nos preocupamos, porque no éramos astrónomos, y les dejamos a su suerte.

Cuando la lectura de cartas y la tirada de runas superó en adeptos a la psicología, clamando incluso ser ciencia, clamando incluso ser mejor ciencia, no nos preocupamos, porque no éramos argentinos, y no nos gustaba el tango.

Cuando la numerología y la kabbaláh superaron en adeptos a la matemática, clamando incluso ser ciencia, clamando incluso ser mejor ciencia, no nos preocupamos, porque no éramos esos tipos raros que cuando ven un buen par de tetas piensan en si cumplen o no la proporción áurea.

Cuando la homeopatía y la magnetoterapia superaron en adeptos a la medicina, clamando incluso ser ciencia, clamando incluso ser mejor ciencia, no nos preocupamos, porque todos odiamos el olor de hospital y la homeopatia parecía ser cool.

Pero ahora..., ahora van a por los gatos, pretenden violentar la sacrosanta morada de la física cuántica, y en lugar de mirar signos del zodíaco, la carta del ahorcado, el numero 7 o cualquier otra chorrada similar, se les ha metido en la cabeza que cualquier pregunta acerca del futuro la puede responder el famoso gato de Schrödinger..., sí..., ese pobre gato que ponen en una caja con un frasco de veneno y una partícula radiactiva que tiene una probabilidad del 50% de abrir el frasco y que, mientras tanto, dice la física cuántica que está a la vez vivo y muerto, al menos hasta ser observado abriendo la caja.

Ahora ha llegado el momento de que todos los hombres y mujeres de buena voluntad demos un paso al frente y nos opongamos a algo tan inhumano, tan irracional, tan deleznable. Acabemos de una vez con esos charlatanes de tres al cuarto (los que dicen adivinar el futuro, no los físicos cuánticos, se entiende).

Se aconseja encarecidamente nos centremos en los que dicen adivinar el futuro usando a los pobres gatos, evitad la tentación de hacer algo parecido con los economistas (excepto miren mal a algún gato, claro).

Nota: No lo creeis? Ya ha comenzado (http://amazings.es/2012/03/02/se-nos-ha-ido-de-las-manos/)

sábado, 3 de marzo de 2012

Asociaciones...


Hace poco una colega escritora me decía, "escribe sin pensar, déjate llevar", a lo que yo respondía, "esto es casi zen, amiga mía". Mi neurona no se puede estar quieta un segundo, y mientras esto escribo se me va la mente a Mark Twain diciendo que para escribir un discurso tardaba más si tenia que ser uno improvisado. 

Lo que en realidad quiere decir que actuaba más o menos como los que tienen bonsáis, y que si lo hacen bien, deben estar mucho tiempo con las tijeras de podar en la mano, meditando y entrando en resonancia con la planta, para luego hacer una pequeña poda, casi minúscula, y conseguir que el resultado sea adecuado. 

Aunque es algo difícil conseguir un relato bonsái si lo creas por asociación libre, y mucho menos cuando tu mente bulle de mil historias que compiten por hacerse escuchar, si hasta los donettes que vas mordiendo entre palabra y palabra reclaman su atención y quieren que se les haga aparecer en la historia, algo que refleja que hasta un ente inanimado tiene su importancia, especialmente si lleva chocolate. 

Lo cierto es que cuesta resistir la tentación de dejar de escribir por un momento para ir a revisar los párrafos antes escritos, ya que mi pulsión perfeccionista reclama revisar la ortografía y la sintaxis, pero no solo eso, me recuerda que yo soy un escritor de bonsáis, que considera necesario recortar frases para dejar un relato que sugiera y no explique, con puertas abiertas o incluso ventanas como hace poco me decía una amiga, de la que hace días no se nada y espero que esté bien. 

Es curioso esto de la palabra amigo, con la llegada de FB se ha distorsionado aún más su uso llevándolo al punto del absurdo, porque, desengañémonos, nadie puede tener dos mil y pico amigos, ni teniéndolos, puede estar al día con todos ellos salvo que alquile un día el Camp Nou y monte una reunión de todo un fin de semana, porque claro, si son unos dos mil y pico amigos y debe estar con ellos mínimo un minuto, eso son más de treinta y tres horas, vamos, una maratón de ir moviéndose por el campo, "Hola que tal, Paquito, tu mujer bien? Los niños también? Bueno me alegro, te dejo que tengo un poco de prisa, ya nos vemos en la siguiente reunión", vamos, que no, que no se puede. 

Lo que no se puede es intentar escribir nada medianamente legible con el infernal ruido de tambores que hoy tengo en mi barrio, que no se a que coño vienen, yo eso de las festividades y demás no lo tengo nunca claro, quizás es algo de carnavales? Puede, pero por descontado no será comparable al de Brasil, así que me lo puedo perder. 

Brasil..., carnaval..., cariocas..., vaya..., se me ha despertado la neurona testosterona, digo..., no..., eso no es una neurona..., vaya..., y eso otro que despierta..., chico, de donde viene eso? Como no sea una asociación libre con una colega escritora, que aparte de escribir dejándose llevar le da por escribir relatos combustibles (que no comestibles) en los que vas leyendo y te vas poniendo "a tono" y sigues leyendo y "el tono" sigue subiendo, y ya tienes también subiendo otras cosas (el interés, a que pensabais me refería?) y cuando ya estás clamando por tener alguien al lado en quien volcar esas ganas inmensas..., con quien poder tocar música a cuatro manos y dos lenguas..., entonces va la muy bruta y coge y te da en la cocorota y te hace saltar a un lado, y te sorprende con una ida de pinza de las que hacen historia, casi como para que decidas llamar a los loqueros y les digas vayan a la calle tal de Madrid que tienen una nueva clienta. 

Claro que..., mira tu quien habla, digo, escribe, si aquí dentro somos muchos, mas de los que alguien puede pensar, imagínate que hay unas cuatrocientas y pico neuronas y tocamos solo a dos neuronas por persona, así que haz las cuentas, se está un poco apretado aquí, además que hay aquí algunas más raras que un perro verde, porque mira, es aceptable un yo-romántico igual que es entendible un yo-depresivo, lógico que haya un yo-sátiro (el tipo es humano y testosteronificado), empieza a ser más preocupante ver por ahí un yo-cabreado pero también se entiende, es necesario equilibrar las historias azucaradas del yo-empático y del yo-masbuenoquelpan, pero el problema de fondo no es ese..., el problema es que entre todos los doscientos y pico yoes..., allí..., al fondo..., casi escondidos, diría que son el yo-paranoico y el yo-esquizofrénico jugando al ajedrez, algo complicado ya que el segundo nunca está con la personalidad que toca y cada vez cree que la partida es nueva, y el primero piensa que el otro le está haciendo luz de gas queriendo que se vuelva loco. 

En fin..., una locura esto de la escritura..., especialmente de manera reciente, es algo exasperante pasarse años en dique seco (y cuando digo años no es una figura literaria) y de repente te descubres que entre latido y latido te aparecen historias como quien respira, y algunas pasan tan rápido por tu mente que no puedes atraparlas y se escapan, las muy..., y vuelves a donde estabas hace lustros (diría que milenios pero entonces sabríais que soy inmortal y tendría que mataros, así que no lo digo, olvidad lo escrito entre paréntesis!) donde tenias problemas para escribir a la velocidad en que tus neuronas centrifugaban, velocidad que conseguía además el curioso efecto de que ibas tu tranquilamente (si, evidentemente aquí tranquilamente es retórico) escribiendo sobre el olor de una flor azul, y a medio escribir los dedos te hacían un siete y se ponían a escribir de un planeta yermo y de un niñito triste que volvía a sonreír gracias a un flor..., y vaya..., mira tu por donde, esta historia me suena, pero creo que no es mía (lástima). 

Ufff..., ahora lo jodido de todo esto es que, como un grifo de cocina al que se le ha roto algo, tengo un grave problema entre manos, se llama “manos que siguen danzando sobre el teclado”, y que van solas, y me temo voy a tener que ponerme a rezar o darles algo para que se entretengan, ya que sino esto puede convertirse en un relato eterno y me da miedo que alguien me encuentre aquí en unos meses, el cuerpo casi momificado…, y dos manos que sacando energía del vacío siguen tecleando, incansables al desaliento. 

Venga..., respira..., inspira..., espira..., uno..., dos..., inspira..., espira..., vale..., las manos reducen velocidad..., las neuronas empiezan a cambiar su umbral de activación..., esto funciona..., poco a poco voy llegando a buen puerto y..., c'est fini. 

(pssst, pssst: Volveremos! Firmado: los doscientos treinta y cuatro yoes de este infeliz) 

viernes, 2 de marzo de 2012

Un relato inesperado...


Inesperadamente..., stop..., venga..., rebobina..., como va a ser inesperado si el propio título lo avisa y además empiezas la primera frase diciendo "inesperadamente"? Vaya un aprendiz de escritor estás hecho, si se ven las costuras, y el maquillaje, y las luces apuntando a otro sitio para despistar..., está claro que esto de escribir no es lo tuyo, no te esfuerces, déjalo ya. 

Realmente es una lástima, pensaba que en este arte también cosecharía grandes éxitos, como me pasó el mes pasado, cuando la Royal Philarmonic de Londres estrenó mi 5ª sinfonía, que en realidad era mi primera sinfonía pero la llamé "la quinta". Que emoción cuando todos, el público y la orquesta en pleno, en pie, estuvieron aplaudiendo mi obra durante veinte minutos. 

Esa sinfonía fue casi mi consagración, esperada por todos, en el campo de las matemáticas, ya que en realidad mi quinta sinfonía surgió espontáneamente de mi tesis sobre la razón áurea y la quinta posición de la serie de Fibonacci, que comparten ambos el número cinco. Eso dio lugar a que mi sinfonía se basase en la belleza del número áureo y su relación con el número cinco, estructurada en cinco corcheas por compás. Mientras escribo esto escucho la grabación dirigida por el genial Akira Miyagawa y debo dejar mis manos quietas mientras disfruto la belleza de la música. 

En fin…, aunque escribiendo no sea un genio no me puedo quejar, en cada uno de los meses de este año que ya acaba he estado involucrado en multitud de grandes avances para la humanidad, y eso me congratula. Fue en Febrero cuando conseguí resolver el problema de la materia oscura, al hacer notar a varios de los científicos con los que me reuní que aquel símbolo "+" en la quinta ecuación de la quinta página debía ser un símbolo "-", y de golpe todo el sistema cuadraba, podías escuchar la música que tocaba cada ecuación, y si te fijabas, casi podías ver danzar a las variables X alrededor de las variables Y, mientras las Z descansaban un ratito. 

Después de tomarnos algo (ellos un café, yo una cola sin cafeína) acabé por cerrarle los flecos a la Teoría del Todo que, como su nombre indica, sirve para describir todos los fenómenos físicos, incluidos los de la nada, ya que la nada es la que más llena está de todo. 

Sin embargo, debo reconocer que a estas horas, a pocos minutos de mi cumpleaños, estoy un poco preocupado por mi futuro. No sé qué pasará mañana conmigo, no sé como afrontaré la reunión de las once con el comité sobre el cambio climático, ni la de después de comer con el grupo para la solución del hambre en el mundo, y en ambas esperan de mi lo que todos siempre esperan, y no creo poder estar a la altura, y no sé como explicárselo sin que se enfaden o me castiguen. 

No sé como decirles que, desde mañana, ya no seré el proverbial niño de cinco años.

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Nota: La sinfonía del nº 5 se puede escuchar en http://www.youtube.com/watch?v=GEdXagVh-Rs