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jueves, 12 de abril de 2012

La intrigante historia del párrafo misterioso...


El despacho del abogado Bernal Pinto estaba lleno hasta la bandera, y eso que era un despacho amplio y suntuoso, con muebles de caoba hechos a medida y alfombras persas en el suelo.

Además del propio abogado, había allí casi tres generaciones de Romanof, desde el tio abuelo Emanuel hasta la nieta Emma, pasando por la prima Edwina. Los más pequeños estaban sentados en el suelo, con algún juguete para entretenerse. Casi todos los adolescentes estaban como caidos en los sillones, escribiendo tuits y wasups. La mayoría de los hombres miraban en silencio al abogado Bernal, sin demasiado interés aunque sin demostrárselo a sus mujeres.

Quitando los figurantes, en la reunión sobraban todos los Romanof excepto dos, y las dos eran mujeres. Una era la dulce Regina, la niña preferida del patriarca, la que mejores notas sacaba, la más bella, a la que todos querían y, en secreto, muchos envidiaban. La otra era Ana Isabel Romanof, reconocida oficialmente como hija del viejo pocas semanas antes de su muerte y que todavía luchaba por ser aceptada.

Como buen lector de grupos, Elias Bernal centró su vista en Ana y Regina, ambas sentadas casi en el centro y con su cuerpo y su mirada atenta enfocados en él.

- Bueno, sigamos con el protocolo establecido, - entonó Elias con voz casi monocorde - una vez han sido cumplidos los procedimientos que marca la legislación vigente, y habiendo sido leidas así mismo las pertinentes cláusulas y sus considerandos, y en el supuesto de que no tengan nada que objetar, procederé a leer el último deseo de su padre, tio, abuelo o pariente en el grado que pertoque en cada caso.

De haber una mosca en el despacho, se hubiera podido oir con claridad su respiración, hasta los críos parecian haberse adormecido con la parrafada del abogado. Este miró a Regina, que asintió, y luego miró a Ana Isabel, que se irguió en su asiento al sentirse segunda voz, y asintió con una expresión de condescendencia.

- De acuerdo - comentó Elias - en adelante todo lo que oigan hasta que les avise es lectura fidedigna de lo escrito en las últimas voluntades de su padre, tio, abuelo o pariente en el grado que pertoque en cada caso.

¡Hola, cabrocentes, veo que estais todos aqui! No habeis podido resistiros a participar de la comedia, ¿verdad, capullines?.

Un cierto revuelo en la habitación y algunos murmullos hicieron levantar la vista al abogado, pero para su sorpresa no hubo ningún escándalo. Una de dos, o el viejo los seguía bloqueando desde el infierno, o lo que él leía era la forma de expresarse del magnate, y seguramente fuesen ambas causas.

Pues nada, sigamos con esa comedia de la que yo soy el actor principal, por poco hago doblete y aparezco como Yorick, pero como me habeis incinerado os perdereis mi genial interpretación, porque sin cráneo no tiene gracia. Os imaginais al pobre Elias recitando "Algo huele a podrido en el despacho" mientras os mira y cada uno de vosotros piensa si puede ser él? 

Porque, reconocedlo, cabroncetes, la mayoría estais podridos por dentro, llenos de vagancia, de maledicencias, de pisotear a vuestros trabajadores, engañar a vuestras mujeres con la canguro (si, Fidel, si, lo sabe todo el mundo, hasta tu santa, que como se tira a su profesor de baile le da igual lo que hagas, además todos sabemos que la tienes pequeña) pero sobretodo, por encima de todo, sois de lo peor por no dar palo al agua, en la RAE quieren poner una foto de alguno de vosotros al lado de las definiciones de vago, holgazan y vividor.

Ahora mismo, cuando escribo esto, sabiendo que me quedan pocas opciones de ver otro verano, tengo delante vuestros estados de cuentas. Es penoso, con algunas excepciones a quienes nada tengo que reprochar y ellas lo saben, lo menos que puedo llamaros es manirrotos, disipadores, manilargos, dilapidais vuestra fortuna, la que teneis, pero tambien la que no teneis, llevais viviendo "a cuenta" tanto tiempo que os pensais que sois como los americanos y que los Romanof tenemos una máquina donde imprimimos euros, yenes y dólares.

Os avisé, una vez, dos veces, cienes de veces, moderación, gestión, sentido común..., vosotros no me hicisteis ni puto caso y yo pequé de blando. ¡Sí!, ¡Fui un blando! Más allá de mi rigor en los modales en la calle y en la mesa, os dejé una cuerda demasiado larga en lo económico, y os volvisteis como sois, y en parte tengo la culpa.

Bueno, pues aunque sea después de muerto aprendereis, vaya si aprendereis. Escuchad atentamente, porque de que entendais lo siguiente depende quedaros en la ruina o pagar vuestras deudas.

Existe en el mundo alguien que se llama como uno de vosotros pero no es de la familia. Ese alguien tiene la clave para que podais obtener la fortuna que pensabais tener y casi habeis gastado. Ese alguien es conocido, escribe novelas, y además es abogado.

Debeis encontrar a esa persona, y poneros en sus manos, todos vosotros, para que solvente todas las rencillas que os guardais desde pequeños. Porque solo como familia podreis acceder a la fortuna que os dejo, y decidir si estais preparados dependerá de esa persona, que actuará de mediadora en el gran pifostio psicológico que somos los Romanof.

Suerte tendrá esa persona de vosotras dos, Regina y Ana, querida Ana y adorada Regina, mis preciosas niñas. Ayudadla porque sino le puede dar un pasmo, que varios Romanof discutiendo somos un peligro para la estabilidad psicológica del más experto mediador. 

A esa buena persona le debeis explicar que yo he dicho "la respuesta a esta intrigante historia está en el párrafo misterioso". Ella os preguntará extrañada de que parrafo estais hablando, y vosotras le direis que un párrafo misterioso en la historia de un fantasma revoltoso desvela el lugar exacto donde esta escondido el resto del testamento. 

Encontradlo y entonces sabreis lo que os dejo a cada cual, más allá de este acertijo, este simple juego con el que espero que algunos de vosotros hagais trabajar vuestra neurona un rato y, quien sabe, quizás hasta colaborar con vuestros hermanos y primos, ¡sí, no pongais esa cara!, si no colaborais me temo que os vais a quedar como estais, tiesos como la mojama por haberos gastado lo que aún no teníais pero dabais por sentado el viejo gruñón os iba a dar sin rechistar. 

Me despido de vosotros, cabroncetes, os quiero a todos y ¡nos veremos en el infierno!

Elias Bernal levantó la vista del papel y se encontró con la viva imagen de la sorpresa sumada a la decepción y, bajo ambas, un cierto miedo. Tan solo Ana y Regina parecían tranquilas y con una ligera sonrisa, como si disfrutasen anticipadamente de la más que previsible ordalía y de la posible aventura que se abría ante ellas.


4 comentarios:

  1. Lo leí a mala hora ... no podía pensar en nada. Prometo hacerlo más adelante.

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  2. Lo he vuelto a leer y sigo sin dar con el misterio ...

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    Respuestas
    1. Porque el misterio está fuera del relato. Supongo que debería publicar unas "Anotaciones sobre La intrigante historia del párrafo misterioso" :-)

      El título lo soltó hace dos o tres dias Regina Roman, le dije que era un titulo para un relato, me dijo que lo escribiera, y dicho párrafo (si existe) existe en uno de sus libros, uno en que aparece un fantasma revoltoso y un tocador de señora.

      Le he comentado que la continuación le toca a ella, sino la aventura podría quedar inconclusa.

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  3. je,je,je: seré pendejo ...

    pues por eso un premio: Premio Liebster

    http://perrogemelo.blogspot.com.es/2011/02/mi-primer-blog.html

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