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sábado, 31 de octubre de 2020
Samhain en un año raro
http://dlvr.it/RkknrG
Samhain en un año raro
El día de Samhain, a las 8 de la mañana, Shamrock López abrió los ojos, extrañado por despertar tan pronto ya que era sábado y había estado con su chica hasta las 3 AM. Más extraño aún era el hecho de no estar nada cansado ni con dolor de cabeza, ni le dolía el hombro derecho por dormir de ese lado con el brazo bajo la almohada, ni le dolía el dedo gordo del pie izquierdo, ni siquiera sentía la vieja herida de la rodilla de cuando de niño, al cruzar pa subir al coche que lo llevaría a la escuela, se dió contra el asfalto dejando casi visible la rótula.
Ola, eh bolbido, y solo han pasao 7 años
Poseso que dise el titulito, Ai em bak, pipol, stepping out from the quantum void
Después de 7 años de mala suerte sin haber roto ningún espejo (al menos no de forma consciente) con un bloqueo escritoril de los de agárrate y no te menees que si te meneas te mareas y no hay biodramina pa tanto meneo, he recuperao la ilusión, las ganas, y aunque con pasitos tímidos para no pegarme una hostia de antología, vuelvo a pasarme por aquí, saco el polvo a la página que la pobre estaba muerta de asco y de tristeza, y hago propósito de enmienda y de intentar recuperar viejas y buenas costumbres.
No espero que esto sea un "eh, pero si tienes hasta club de fans, pásate a firmar", porque aún me duele la hostia por la cual dejé de escribir (otro día os cuento), que coño, si hasta dejé de leer, aún tengo un libro que compré un domingo en un SuperCor junto a una coca-cola y el pan que sigue ahí, sin leer, y creedme que para alguien que debe haber leído muchos centenares libros y se los tragaba a uno por semana mínimo eso es signo de "debacle nivel dios".
Pero no lloréis, que esto es el pasado, y ahí se quedará.
Esta entrada es solo un "ya he bolbido, ya toi aki otra ves", y después de eso colgaré un relatillo cortillo que me vino a la mente esta mañana por ser hoy el día que es.
Ni idea de si esto lo leerá alguien, en realidad este blog siempre fue como mi propio diario en la nube, y así es como debe ser y si alguien nota mi vuelta pues gracias por recordarme.
Salu2,
Yo (si, yo, no otro, yo)
viernes, 25 de enero de 2013
El tipo del metro (II)
Fue empezar a hablar del tipo del metro, a explicar lo que vi, lo que senti cuando desapareció en un anden y apareció en el otro, y de golpe puse los nervios en el bolsillo interior de la parka y me dejé fluir. Por un instante me vi a mi mismo desde fuera, y me gustó lo que vi, era mi yo real, pero no el que muchos veían, sino el interno, ese que muestras a unos pocos y siempre al cabo de mucho tiempo.
Las almas resuenan de formas inesperadas, y ella reaccionó con la misma fluidez, en poco tiempo el tipo del metro pasó casi a un segundo término, salpicando nuestras impresiones con notas de nuestra vida, desde mi fetichismo por las botas, que ella compartía además de haberse dado cuenta de mi mirada el día del metro, hasta lo que nos gustaba leer, comer, y beber, pasando por lo que nos hacía vibrar, reir y llorar.
Cuando apareció el camarero queriendo cobrar el cortado y el te rojo nos dimos cuenta que habían pasado casi cuatro horas y sin embargo solo hacía unos minutos que nos conocíamos. Unos minutos en los que casi sabíamos el uno del otro lo que muchos matrimonios no se han contado en lustros de rutina y silencio. Ese nivel de conexión es mágico, y no sé si es por generar adrenalina, endorfinas, serotonina o cualquier otra de esas cosas que fabrica nuestro cuerpo, pero me sentía de puta madre y a ella se le notaba sentía lo mismo.
Al levantarnos de la silla notamos que el cuerpo nos pedía movimiento, y nos fuimos a dar un paseo, por suerte el invierno estaba siendo como un otoño tardío, así que, aunque algo tarde, no hacía frio. Al ir a cruzar la calle, con el hombrecito en verde, ella no se fijó en un ciclista despistado que iba a su bola, y tiré de ella por el brazo para evitar se la llevara por delante. Con esa acción, sumada a la taquicardia del susto, acabamos mirándonos a pocos centímetros el uno de la otra, y tanto la otra como el uno sonreimos, y tanto el uno como la otra nos besamos. Primero con curiosa suavidad, pero luego ya notamos que la otra y el uno nos gustábamos, y el uno y la otra pasamos directamente a lo que se podría llamar "la fase del muerdo".
En un momento de parada para respirar y sonreirnos con los ojos, el hombrecito estaba de nuevo verde, la gente cruzaba y nos empujaba, asi que hicimos lo mismo y caminamos hacia la plaza, para poder sentarnos en uno de los bancos, porque estaba claro que los besuqueos y arrumacos iban a seguir un rato. Nos sentamos y nos abrazamos y nos besamos y pronto ambos metíamos las manos por la parka del otro, descubriendo el cuerpo del otro, tocando y palpando, presionando donde había que presionar, buscando el placer del otro y sabiendo que sería mutuo.
Nuestra excitación crecía por momentos, y solo el frío evitaba nos quitáramos la ropa alli mismo, mis manos pinzaban sus pezones y la hacían gemir mientras ella frotaba su mano en mi dureza de una forma tan salvaje que pensaba que acabaría por sacármela sin bajar la cremallera, si seguía así iba a durar poco, en ese momento todo lo que sabía del sexo tántrico se estaba yendo a hacer puñetas porque mi mente ya estaba a la temperatura en que las sinapsis se ponen a bailar break dance y el cerebro superior se funde y deja paso al mini-yo que hay bajo el cinturón.
Mientras una de mis manos buscaba su entrepierna y la otra seguía torturando su pezón más sensible, el izquierdo, me dispuse a morderle el lóbulo de la oreja y le aparté el pelo. Entonces me quedé quieto de golpe, dos dedos en uno de los pezones, una mano tocando su humedad, la boca cerca de su oreja, y mis ojos abiertos de par en par, fijos en el otro extremo de donde ella y yo nos estábamos pegando un repaso y calentándonos como un microondas.
En el otro extremo del banco, sentado, con la cabeza colgando a un lado, arrugada la cara más allá de lo que es posible arrugar nada, estaba ¡el tipo del metro! Ella y yo le miramos, luego nos miramos, asombrados; todavía abrazados, nos acercamos a él, y lo tocamos en el hombro, para ver si despertaba y podíamos saber quien era y que nos explicara lo del metro.
En ese momento hubo un destello de luz blanca que nos deslumbró, y cuando recuperamos la visión, solo estábamos los tres y el banco, el resto de la plaza no estaba, los edificios alrededor de la plaza no estaban, no había nada salvo nosotros y el banco, el resto era una nada de color gris uniforme por todos lados, casi te mareabas porque no sabías donde era arriba o abajo, aunque por suerte el banco y el tipo delgado eran un fantástico punto de referencia contra el que anclar nuestro miedo.
Luego vimos como la cabeza del tipo arrugado se movia, pasando de colgar sobre el hombro derecho a hacerlo sobre el izquierdo, y de nuevo la luz cegadora, y de nuevo tardamos un rato en volver a ver, y entonces ya no estábamos en la nada gris, pero tampoco en la Plaza Catalunya, sino en la Plaza del Sol, los tres y el banco, nosotros dos abrazados, aluciflipando en colorines, y el tipo delgado seguía dormitando, sentado en el banco, con la cabeza colgándole sobre un hombro.
jueves, 17 de enero de 2013
El tipo del metro
El tipo estaba sentado en uno de los bancos del andén, esos tan y tan cómodos, de madera pintada de marrón y esa forma que presuntamente es ergonómica aunque te deja siempre con un dolor de columna que a veces piensas si quien los diseñó tenía acciones en una clínica de quiromasajistas o su primo era traumatólogo y le pasaba comisión.
El tipo delgado y arrugado tenía las piernas cruzadas como solo las mujeres pueden cruzarlas, como solo los tipos huesudos de piernas delgadas pueden hacerlo. La pierna izquierda parecía estar completamente por encima de la derecha, como si se hubieran fusionado por la parte de la rodilla, formando una figura casi imposible.
La delgadez hecha hombre vestía un pantalon de tela gris claro y una cazadora negra de polipiel, ambos algo viejos y gastados, aunque con menos arrugas que quien los llevaba encima. Los zapatos eran marrones y con cordones, que no debían ser los originales porque eran negros. Los calcetines, blancos, estaban enrollados en los tobillos, dándo al conjunto un aspecto desequilibrado, confuso, desastrado.
Pero lo que me llevó a fijarme en él, más allá de su cara de pasa de Corinto, fue que la cabeza la tenía torcida hacia un lado, casi colgando en el aire, como si le hubieran roto el cuello. Su postura, tan incómoda, era la de una figura absolutamente inmóvil, como la de las estatuas humanas que hay en diferentes zonas de la Rambla.
No movía ni un músculo, a pesar de la incómoda postura, de toda la gente que pasaba a su lado o la que se sentaba en el mismo banco a esperar el siguiente metro. Una de las dos japonesas hizo una foto a la otra con la mano aguantando la cabeza colgante en plan "yo aguanto la torre de Pisa", y el tipo delgado ni se dio cuenta, siguió inmóvil.
Un movimiento rosa en mi visión periférica hizo que girase la cabeza para admirar lo generosa que fue la naturaleza con el cuerpo de una rubia. Primero vi llegar su personalidad, bien definida bajo una camiseta media talla menor a la que le tocaría, y un palmo más tarde llegó el resto de ella. ¡Ay! Ojalá fuera igual de fácil detectar a primera vista la densidad de neuronas y su estructura...
sábado, 5 de enero de 2013
Tacita a tacita...
martes, 1 de enero de 2013
Blue state of mind
Green is my skin, green, because I'm a frog.
But green is not my color, it never was.
Always wore dark colors, blue, or black.
Always felt myself, deep inside, a blue frog.
Poor, poor frog, you'd think, sad, sad frog.
But blue is a state of mind, not only a color.
Always feeling friend's feelings as yours.
Always listening to them, to absorb them.
Blue is my color, blue, heart and soul.
But being blue is not being lonely.
Although blues need some time alone.
Although blues need some blues around.
Green is my skin, green, because I'm a frog.
Blue is my color, blue, heart and soul.
But being blue is not being lonely.
Blue is a state of mind, not only a color.
But even blue people would bright in green,
when there're friends pouring over yellow paint.
You'll never know, how your color can change,
with no apparent reason at all, if you're blue.