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martes, 15 de diciembre de 2020

El Grinch que se volvió azul


El Grinch era una criatura peluda y gruñona con un corazón "dos tallas encogido", un zapato demasiado apretado y un tornillo mal ajustado, que vivía en una cueva en lo alto de una montaña de 3000 pies al norte de Villaquién, el hogar de los felices Quien.

La ciudad de Villaquién se encuentra en una mota de polvo, encima de una flor de trébol según unos, dentro de un copo de nieve según otros. Pero en realidad ambas son pistas falsas dejadas por agentes de la TSG encargados de evitar que alguien les encuentre.

Puede que os preguntéis como sé que son pistas falsas. Puede que no os lo preguntéis porque os la refanfinfla. Puede que nadie llegue nunca a leer esto. Así que no sé qué narices estoy haciendo. Pero me aburro después de la siesta, hace frío, y pensé que quizás valía la pena contar la historia.

¿Por dónde iba? ¡Ah, sí! Os decía que el Grinch era un cascarrabias. Un gruñón de color verde, pero no de un bello verde lima, ni del verde de una manzana ácida, ni del luminoso verde de algunas especies de rana, no, era un sucio verde oscuro. Tan gruñón era que el propio color verde se ocultaba de él mismo y muchas veces aparecía como un peludo bicho de color gris. Vamos, una criatura de lo más desagradable.

Pues el Grinch, que en realidad se llamaba Paco, odiaba. Lo odiaba todo, el sol por las mañanas porque lo despertaba, la luna por las noches porque lo desvelaba, los árboles de Villaquién cuando salía de su cueva, el cantar de los pájaros en la mañana, el susurro del viento o el silencio cuando no hacía viento.

De todas las cosas que Paco odiaba, lo que más, lo que más, odiaba a los niños, en especial cuando estos se ponían a jugar. Y de los juegos de los niños, lo que peor llevaba era cuando jugaban la mañana de Navidad, después de abrir los regalos en los calcetines colgados en la chimenea y los que había bajo el árbol iluminado.

Así que se ponía gris depresivo y luego verde, un verde que en el fondo vosotros y yo sabemos era de envidia, por no poder sentir lo que sentían los niños, porque su corazón era dos tallas menos y su sangre no le regaba el cerebro, con lo que su cerebro pensaba lo justo para no ser un vegetal, y su corazón no daba para sentimientos salvo el odio a todo.

La noche antes de Navidad Paco se montó en su trineo y bajó de la montaña hasta la ciudad a robar todo lo que hacía que la Navidad fuese alegre. ¡Así, solo por dar por saco!

Se llevó los regalos dejando una nota en los calcetines que ponía “¡Aquí había un regalo fantástico, lo acabo de quemar!”, no se llevó la comida que había en la nevera, pero la dejó abierta para que todo se pusiera malo, se llevó la leña de las chimeneas, echó miel y harina en las sábanas de todas las camas, vamos, una diversión de odio que le hacía reír a cada rato, con una risa sarcástica y odiosa que no hace falta describa porque la estáis escuchando ahora mismo.

Al llegar a la última casa al sur de la ciudad, Paco entró con la misma idea, la de robar los regalos, dejar abierta la nevera, llevarse la leña y echar miel y harina en las camas.

Pero al entrar en la cocina se dio de bruces con una niña, y eso lo cambió todo.

Por exigencias de confidencialidad firmadas con la agencia TSG no os puedo decir quién era la niña, ni siquiera su nombre, así que la llamaremos Katiuska porque la sonoridad me gusta y como soy yo el que cuenta la historia tengo ese derecho.

Dejadme que os explique por qué motivo Katiuska lo cambió todo. Mientras Paco era un ser verde-gris que lo odiaba todo y tenía un corazón dos tallas menos, ella era un ser de un bello color azul que no sabía otra cosa que amar y tenía un corazón tan grande que ocupaba todo su cuerpo desde el cuello a los pies.

Lo que pasó ese día se convirtió en leyenda, y fue algo en apariencia sencillo, a la vez mágico, casi imposible pero inevitable. La niña miró a Paco con unos ojos de un verde casi transparente, en realidad le miró desde su alma, y los negros ojos de él vieron ese abismo de amor inmenso, y su corazón colapsó, palpitó y empezó a crecer.

Cada dos latidos su corazón temblaba y entonces crecía un poco más, al cabo de un minuto y medio ya era de tamaño normal. Pero la niña seguía mirándolo desde su alma, y Paco seguía con el corazón creciendo y bailando samba, aunque no sabía.

Hasta que su corazón fue tres veces mayor, y ya no le apretaban los zapatos.

Entonces Paco emitió un suspiro, después un gemido que se convirtió en lágrimas, y empezó a llorar todo lo malo que llevaba dentro, cada dos sollozos y medio le daba un hipo, y luego de un par de hipidos la niña le sonrió, y Paco dejó de tener hipo y pasó a llorar a la vez que reía, y cada vez reía más, aunque hubiese lágrimas, y pronto las lágrimas ya no le quemaban, sino que eran dulces, y llorar estaba bien.

Entonces el verde-gris de su piel se convirtió en un luminoso azul, y sus ojos negros cambiaron a un adorable color avellana. Su sonrisa sarcástica cambió a una sonrisa dulce. Su pose encorvada y torcida paso a ser erguida y equilibrada.

Esa misma noche devolvió todos los regalos y la leña, arregló todas y cada una de las neveras, llevó comida a todo el mundo, y lavó las sábanas de todas las camas de todas las casas. Desde esa Navidad Paco ya no quiso le llamasen Paco “el Grinch” sino Paco “el Blues” porque al convertirse en un ser azul descubrió la belleza de esa música melancólica que te llega al alma cuando la tienes abierta al amor.

lunes, 2 de noviembre de 2020

¿En tu universo o en el mío?

UNO

Orbita a 340 km de la Tierra, año 2020, 22 de octubre, 22:02 GMT

El capitán de la estación espacial StarGazer se despertó con el suave sonido del mar de su implante lobular y la ligera vibración del futón donde dormía, mientras las tenues luces de seguridad de su camarote variaban su color del verde al azul. Al girarse y levantar su vista al techo se iluminó el UltraVid y la sonrisa más bella de la galaxia le saludó sobre el fondo azul turquesa del mar frente a su casa de la playa.

—Ola k ase? —le susurró Enya, sus ojos azules mirando por encima de unas gafas Teashades con semblante pícaro.

—Anda, no me seas rarita, quítate esos vidrios a lo Lennon que aún te queda pa disfrazarse —rió Aidan, aunque la imagen lo puso de forma inmediata en estado de excitación, bastaba su sonrisa, como le ponía ojitos, y perdía del hilo de lo que estuviera haciendo, era una suerte que él no fuese el piloto de la nave, sino se estampaba contra algún asteroide.

—No me digas que no te gusta verme con gafitas, nene, que siento en mi cómo te gusta, que el Sense2Gether funciona incluso contigo en órbita —la sonrisita de Enya mostrando los dientes decía que así era, el brillo de sus ojos decía que le parecía genial conseguir ese efecto en su chico, y la lengua asomando decía que si estuvieran cerca la cosa se iba a poner pero que muy intensa, y sentir cómo él se excitaba con tanta fuerza la llevó al mismo estado en un instante. Esa excitación le llegó de vuelta a Aidan a su cuerpo, palmo y medio más abajo de la boca de Enya había dos puntos enhiestos y duros como el diamante que endurecieron los de Aidan, un palmo por debajo del ombligo un calor húmedo envolvió la dureza de su entrepierna, las orejas se encendieron calentando las de Aidan hasta casi doler, y un escalofrío de placer recorrió sus columnas al unísono.

—Me vas a quemar el aparato —dijo Aidan, añadiendo—: mejor dicho, los dos, el Sense2Gether y "el otro".

—Suerte que vuelves en pocos días, nene, que por mucha conexión por el 2Gether ese necesito tu piel junto a la mía —susurró Enya con esa voz grave y cantarina tan seductora— así que haz los experimentos esos que me contaste y arreando pa casa, ¿vale?

—¡Señora!, ¡Sí, Señora!, vuestros deseos son órdenes para mí, el alto mando científico de la flota no podrá negarse a dejarme ir, aunque solo sea porque le diga que su hija así lo desea, jajajajajaja —la carcajada de Aidan se juntó con la cantada risa de Enya.

—Capitán..., capitán... —una voz con cierta premura se coló en sus oídos por encima de las risas, Aidan reconoció a la teniente Fiona.

—Dígame, teniente —contestó Aidan incorporándose mientras mandaba un beso a su chica y desconectaba el UltraVid.

—Estaremos en posición de intercepción de la miniluna 2020 SO en unos minutos, señor —informó Fiona.

—Me dirijo al puente en estos momentos —respondió Aidan mientras salía de su camarote.

Según Aidan entraba en el puente de mando, la miniluna entraba en el campo de visión de la proa y sorprendía a todos por no ser lo que esperaban, un asteroide errante que había capturado la Tierra una semana antes, entrando en el punto exterior de Lagrange L2 para salir por el punto L1. 

Lo que vieron fue un ¡WTF! en toda regla (la expresión PQC nunca llegó a cuajar), un "Pero ¿Qué narices es esto?", cuando vislumbraron algo que era metal picoteado por los micro meteoritos y no roca.

—Al final tenía razón el tipo ese del JPL —soltó la teniente Fiona con sorpresa— esto debe ser el Surveyor 2; pero no es posible, si se estrelló hace... cuánto hace, era septiembre de 1966 si mi memoria no me falla y nunca me falla.

—Fiona, si me dices el día y la hora te libras de la guardia de esta noche —rió Aidan, aunque sabía que ella se lo diría con precisión casi quirúrgica.

—El 22 de septiembre de 1966 —recitó con los ojos mirando arriba a la izquierda como siempre hacía al recordar —a las 9:35 UTC, se perdió el contacto por un fallo en la corrección del plan de vuelo.

—Ya, pero se estrelló en la Luna, qué diantres está haciendo aquí, ¿dando un paseo? —Aidan estaba sorprendido.

En ese momento empezaron a crepitar los comunicadores del puente, mientras la miniluna se iluminaba primero con tonos rojizos, luego con tonos azules, fluctuando, parecía como si creciera y se encogiera con cada latido, algo imposible. Los sensores de la nave se volvieron locos, como si ese satélite estuviera ejerciendo una atracción gravitatoria imposible para sus dimensiones.

—Capitán, lo que sea "eso" que tenemos delante está tensionando la estructura de la nave, y no podemos salir de su influencia ni con la potencia a máximos —la voz de la jefa de la sala de motores, Brianna, era tensa como una cuerda de guitarra antes de romperse.

Entonces, además del baile de luces rojas y azules, lo que fuese aquello, viniese de donde viniese, empezó a girar sobre su eje a tal velocidad que mareaba, hasta que tanto sus tres patas en trípode como el cuerpo de la nave se difuminaron en una especie de esfera muy brillante, dolía mirarla incluso tras los deflectores del puente.

—Esto empieza a no gustarme un pelo —las voces de Aidan y Fiona expresaron miedo al unísono, mientras el resto de la tripulación se miraba y se ponía nerviosa al ver que sus mandos no controlaban la situación.

A las 22:22 GMT del 22 de octubre de 2020, la miniluna 2020 SO dejó de fluctuar en rojos o azules, y emitió un destello en blanco, tras lo cual la nave StarGazer pareció temblar y desapareció de la órbita con un parpadeo.


 

DOS

Orbita a 340 km de la Tierra, año 2020, 22 de octubre, 22:01 GMT

La capitana de la estación espacial MoonShine se despertó oliendo la lluvia sobre la tierra arcillosa, que al irse centrando se convertía en el sonido de lluvia que reproducía su implante lobular para facilitar su despertar. Adara "la rara" la llamaban en la escuela, algo que aún recordaba con cierto regusto amargo. ¿Qué culpa tenía ella? La sinestesia era algo natural en su vida, desde siempre saboreaba el dulce azul, el salado amarillo, las notas del piano olían a vainilla, las guitarras a canela, le encantaba el crepitar de las guindillas que su abuela echaba en los callos, solo la vista y el tacto se libraban, lo que era un suerte porque ya tropezaba más de la cuenta con sus dos pies izquierdos, como para sentir en su cuerpo todo lo que veía a su paso, abrazos, bofetadas o caricias.

—Aquí la Habana, te tengo ganas —la voz sonó en el techo con risa medio contenida y ella miró hacia arriba, viendo como Declan la observaba, seguro que desde hacía un buen rato. Declan le había contado que le encantaba mirarla mientras dormía, verla sonreír, darse la vuelta cuando soñaba en esos sueños que nunca recordaba salvo cuando dejaba pistas en su cuerpo y despertaba con una sonrisa de oreja a oreja.

Pos te quedas con las ganas, mi vida, que además de algo lejos "pa eso" tengo un conato de migraña que me llevará a oler a gasolina todo lo que me diga la tripulación, y no mataré a nadie porque esto ya forma parte de mí. —el tono de Adara era algo cansado, y no le gustaba nada tener que "enfriar" a su chico, pero entre la necesidad casi dolorosa de café y la jodida migraña la jornada iba a ser un problema.

—Oído, saco mi agenda, a ver que otra pelirroja me quiere ayudar con esto que tengo aquí que no se arregla solo —soltó Declan con sorna viendo como los ojos turquesa de Adara refulgían y las orejas se encendían a la vez que ponía una sonrisa de "pos te vas a enterar, listillo".

—Cariño mío, sabes que con un par de frases susurradas y medio cantadas te voy a poner cardíaco, así que no me provoques porque luego a ver como sales de detrás de la mesa y te pones a coordinar los trabajos en la oficina sin dar un espectáculo —Adara estaba disfrutando con ese juego y veía como Declan iba enrojeciendo. Por si fuera poco, el Sense2Gether le transmitía todo lo que él sentía, resultando en una retroalimentación que casi le quita la migraña de golpe al encender a su vez todos sus puntos sensibles, erizándole los vellos de la nuca, mientras un escalofrío recorrió su columna.

—Capitana..., capitana...—una voz de tenor interrumpió su excitación y se coló en su oído —era el teniente Brendan.

—Dígame, teniente —contestó Adara mientras lanzaba con la mano un beso a Declan y desconectaba el UltraVid.

—Estamos a pocos minutos de la miniluna 2020 SO, Señora —informó el teniente Brendan.

—Me dirijo al puente en estos momentos —respondió Adara mientras salía de su camarote.

Adara entraba en el puente de mando cuando la miniluna entraba en el campo de visión de la proa y sorprendía a todos por no ser lo que esperaban, un asteroide errante que había capturado la Tierra una semana antes, entrando en el punto exterior de Lagrange L2 para salir por el punto L1. 

Lo que vieron fue un ¡PQC! en toda regla (la expresión WTF nunca llegó a cuajar), un "Pero ¿Qué narices es esto?", cuando vislumbraron algo que era metal picoteado por los micro meteoritos y no roca.

—Al final tenía razón el tipo ese del JPL —soltó el teniente Brendan con sorpresa —esto debe ser el Surveyor 2, pero no es posible, si se estrelló hace... cuánto hace, era septiembre de 1966 si mi memoria no me falla y nunca me falla.

—Brendan, si me dices el día y la hora te libras de la guardia de esta noche —rió Adara, aunque sabía que él se lo diría con precisión casi quirúrgica.

—El 22 de septiembre de 1966, —recitó con los ojos mirando arriba a la izquierda como siempre hacía al recordar— a las 9:35 UTC, se perdió el contacto por un fallo en la corrección del plan de vuelo.

—Ya, pero se suponía se estrelló en la Luna, qué diantres está haciendo aquí, ¿dando un paseo? —Adara estaba sorprendida, y aunque la migraña le seguía dando por saco, la situación le puso en estado de máxima atención.

En ese momento empezaron a crepitar los comunicadores del puente, mientras la miniluna se iluminaba primero con tonos azules, luego con tonos verdosos, fluctuando, parecía como si creciera y se encogiera con cada latido, algo imposible. Los sensores de la nave se volvieron locos, como si ese satélite estuviera ejerciendo una atracción gravitatoria imposible para sus dimensiones.

—Capitán, lo que sea "eso" que tenemos delante está tensionando la estructura de la nave, y no podemos salir de su influencia ni con la potencia a máximos —la voz del jefe de la sala de motores, Brian, era tensa como una cuerda de guitarra antes de romperse.

Entonces, además del baile de luces azules y verdes, lo que fuese aquello, viniese de donde viniese, empezó a girar sobre su eje a tal velocidad que mareaba, hasta que tanto sus tres patas en trípode como el cuerpo de la nave se difuminaron en una especie de esfera brillante, dolía mirarla incluso tras los deflectores del puente.

—Esto empieza a oler muy mal —las voces de Adara y Brendan expresaron miedo al unísono, mientras el resto de la tripulación se miraba y se ponía nerviosa al ver que sus mandos no controlaban la situación.

A las 22:22 GMT del 22 de octubre de 2020, la miniluna 2020 SO dejó de fluctuar en azules o verdes, y emitió un destello en amarillo, tras lo cual la nave MoonShine pareció temblar y desapareció de la órbita con un parpadeo.


 

TRES

Orbita a 340 km de la Tierra, año 2020, 22 de octubre, 23:22 GMT

La nave StarGazer apareció en la órbita terrestre como de la nada, después de haberse desvanecido una hora. Aidan parpadeó intentando hacer desaparecer los destellos que seguían en su retina.

La nave MoonShine apareció en la órbita terrestre como de la nada, después de haberse desvanecido una hora. Adara parpadeó intentando hacer desaparecer los destellos que seguían en su retina.

Enya llamaba por el UltraVid preocupada por la desaparición de la nave.

Declan llamaba por el UltraVid preocupado por la desaparición de la nave.

Aidan conectó el UltraVid suponiendo sería su chica.

Adara conectó el UltraVid suponiendo sería su chico.

—¿Tú quién coño eres? —soltó Aidan al ver la cara de un tipo de piel oscura donde esperaba ver a su chica.

—Lo mismo digo, que se ponga Adara —respondió Declan al ver la cara de un rubio de ojos azules donde esperaba ver a su chica.

Mientras tanto, en el universo de al lado, Adara y Enya se miraban como alucinando, dos pelirrojas casi idénticas, una con ojos azul turquesa, la otra con ojos verde turquesa, ambas con una nariz risueña y un pequeño lunar.

Dentro de la nave Surveyor 2, porque solo había una, Za’tziel, un habitante del quinto planeta del tercer sol de la constelación de Ofiuco reía con sus tres bocas y lloraba de risa con sus doce ojos, sintiendo la sorpresa reinante en ambas naves mientras las comunicaciones con la Tierra, con la otra Tierra, se llenaban de palabrotas en todos los idiomas: ¡Bozhe ty moy!, ¡Herregud! ¿Qué carajo? ¿What the hell?


sábado, 31 de octubre de 2020

Samhain en un año raro

El día de Samhain, a las 8 de la mañana, Shamrock López abrió los ojos, extrañado por despertar tan pronto ya que era sábado y había estado con su chica hasta las 3 AM. Más extraño aún era el hecho de no estar nada cansado ni con dolor de cabeza, ni le dolía el hombro derecho por dormir de ese lado con el brazo bajo la almohada, ni le dolía el dedo gordo del pie izquierdo, ni siquiera sentía la
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Samhain en un año raro

El día de Samhain, a las 8 de la mañana, Shamrock López abrió los ojos, extrañado por despertar tan pronto ya que era sábado y había estado con su chica hasta las 3 AM. Más extraño aún era el hecho de no estar nada cansado ni con dolor de cabeza, ni le dolía el hombro derecho por dormir de ese lado con el brazo bajo la almohada, ni le dolía el dedo gordo del pie izquierdo, ni siquiera sentía la vieja herida de la rodilla de cuando de niño, al cruzar pa subir al coche que lo llevaría a la escuela, se dió contra el asfalto dejando casi visible la rótula.

Pero como últimamente le pasaban cosas de lo más curioso, como si alguien en las alturas jugase con él al mus con cartas de póker, no se pre-ocupó, se levantó, se desnudó, se pesó, y preparó el café mientras se vestía, aunque con el calor que hacía no hubiera hecho falta, excepto por los vecinos de la parte trasera del edificio.

En cuanto salió a la calle, Shamrock López sintió algo raro en el ambiente, a pesar de llevar mascarilla "de las buenas" el aire le olía raro, como a sándalo y humo, la luz del sol era mortecina, y la brisa susurraba aunque no se entendía bien lo que decía. <<Que cosas más raras para un sábado>> se dijo mientras entraba en la ferretería a por silicona para arreglar una fuga de agua.

Al entrar, Shamrock presenció algo que le volvió a encender las alarmas de rareza, un viejete vestido de azul y con cara de pitufo gruñón le gritaba a la pobre cajera "Quiero que me deis una nueva sierra, que esta se me ha roto! Cómo que tengo que comprar otra? ¿Ya de paso también compro otro bastón, no? ¡A la mierda!", y agarrando un carrito lleno de bolsas que supuraban cierto líquido pardusco salió con la sierra rota en la mano, una sierra que parecía tener algo enganchado en la zona de corte, aunque no se veía bien que era.

Al salir con la silicona y de camino al super, Shamrock se cruzó con un par de niños que mientras se acercaban parecía iban disfrazados de esqueletos, pero al estar a un metro vió con ¿sorpresa? ¿horror? ¡ojiplático! que los huesos que se les veian no estaban pintados ni era un disfraz. ¡Eso era imposible! <<¿Le puse azucar al café o era otra cosa?>> se preguntó mientras llegaba al super.

Al entrar al super la cosa empeoró, todas las cajeras llevaban medio rotos los pantalones y las mangas del uniforme, y las cicatrices de sus brazos y su cara goteaban sangre, porque aquello no podia ser salsa de tomate, demasiado densa, rojo granate. Pero eso era imposible, ¿que narices estaba pasando?

Apresurándose para volver a casa, Shamrock tropezó, cayó en plancha en la calle, y desde el suelo vió llegar el autobús del barrio a toda velocidad, pitando porque no podría frenar a tiempo. Viendo pasar toda su vida en un instante, sobre todo el último mes, que lo otro no era demasiado relevante en comparación, se encomendó a las Diosas esperando no sentir dolor.

Un rato más tarde Shamrock López abrió los ojos, seguía en el suelo, con la pierna derecha en uve y sin zapato, con el brazo izquierdo doblado por tres sitios, una oreja medio colgando, y algo metálico le atravesaba a la derecha del ombligo. Pero a pesar de ello no sentía dolor, ni sentía miedo, y estaba en paz consigo mismo, porque finalmente el dolor, la rabia y la inexplicable angustia que en los últimos tiempos le impedía hasta comer habían desaparecido del todo.

¡Qué más daba tener huesos rotos, la pierna en uve, y una oreja colgando!, ¡Si era feliz todo lo demás era superfluo!.

Ola, eh bolbido, y solo han pasao 7 años

 Poseso que dise el titulito, Ai em bak, pipol, stepping out from the quantum void

Después de 7 años de mala suerte sin haber roto ningún espejo (al menos no de forma consciente) con un bloqueo escritoril de los de agárrate y no te menees que si te meneas te mareas y no hay biodramina pa tanto meneo, he recuperao la ilusión, las ganas, y aunque con pasitos tímidos para no pegarme una hostia de antología, vuelvo a pasarme por aquí, saco el polvo a la página que la pobre estaba muerta de asco y de tristeza, y hago propósito de enmienda y de intentar recuperar viejas y buenas costumbres.

No espero que esto sea un "eh, pero si tienes hasta club de fans, pásate a firmar", porque aún me duele la hostia por la cual dejé de escribir (otro día os cuento), que coño, si hasta dejé de leer, aún tengo un libro que compré un domingo en un SuperCor junto a una coca-cola y el pan que sigue ahí, sin leer, y creedme que para alguien que debe haber leído muchos centenares libros y se los tragaba a uno por semana mínimo eso es signo de "debacle nivel dios".

Pero no lloréis, que esto es el pasado, y ahí se quedará.

Esta entrada es solo un "ya he bolbido, ya toi aki otra ves", y después de eso colgaré un relatillo cortillo que me vino a la mente esta mañana por ser hoy el día que es.

Ni idea de si esto lo leerá alguien, en realidad este blog siempre fue como mi propio diario en la nube, y así es como debe ser y si alguien nota mi vuelta pues gracias por recordarme.

Salu2,
Yo (si, yo, no otro, yo)