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miércoles, 30 de mayo de 2012

La curiosa historia de una oficina con historia


En un país casi sin industria ni agricultura no parece arriesgado decir que, o curras en un bar, sirviendo cafés, o trabajas en una oficina, moviendo papeles. Bueno, si no estás en el paro, sino también moverás papeles, y te servirás, en lugar de cafés, alguna tila.

Así pues la mayoría de los que me lean tendrán su propia imagen de lo que es una oficina: mesas de color madera hechas de vaya-usted-a-saber, sillas de tortura presuntamente ergonómicas, una máquina multiusos (fotocopiar caras es uno de ellos), algunas plantas de plástico verde (la tierra por el suelo queda mal) y una máquina de donde sale algo que se ha dado en llamar café de oficina a falta de un término que no sea malsonante.

Casi todas las oficinas son espacios funcionales, y suelen llamarse inteligentes. Tanto como para asarte en primavera porque no toca encender el aire acondicionado hasta julio o pelarte de frío cuando el calendario dice que todavía hace buen tiempo para encender la puñetera calefacción.

La mayoría tienen grandes ventanales que ofrecen los beneficios de la luz solar y deslumbran tanto que debes ponerte de lado para intentar ver algo en tu pantalla porque el listo que organizó las mesas visitó el despacho de noche o era ciego.

Lo anterior es de lo más normal, te choca la primera vez que lo vives pero luego, cuando lo comentas con los amigos o la familia, ves que se ríen y te dicen "¿en tu oficina también?", y despiertas a la realidad de la matrix y ves que las idioteces supinas son comunes como la sal. Que ya que estamos me vais a permitir aproveche la frase y me pregunte ¿por qué narices se les llama idioteces supinas, es que la posición prona no permite al cerebro soltar idioteces?

En mi caso, sin embargo, mi primera experiencia laboral en una oficina fue..., ¿cómo podría decirlo? algo especial, y me dejó una marca imborrable.

Llegabas a la puerta de la calle y te entraba la sensación de entrar en un santuario, al pasar por una pequeña puerta que se abría en unas inmensas puertas de madera maciza que debían pesar tres toneladas.

Caminabas unos pasos, subías un par de inmensos escalones, y te enfrentabas con la primera prueba de los círculos del infierno: el ascensor. 

Quizás pensareis que soy un gallina, pero a ver con que agallas os meteríais vosotros en un ascensor de plaza y media, con banco de madera, puertas plegables de madera, paredes de madera y suelo de madera. Nunca me atreví a mirar hacia arriba pero me temo que las poleas también eran de madera, y mientras esa infernal máquina subía hasta el tercer piso yo daba gracias a las enseñanzas salesianas, rezando todo lo que sabía. Mi mayor terror era que las puertas, algo desajustadas, se abriesen a medio camino, ya que eso bloqueaba el lento viaje.

¿Subir andando, decís? ¿Subir andando hasta un tercer piso que en realidad era un quinto al haber entresuelo y principal, con escaleras estrechas mal iluminadas, cuando fumaba casi dos paquetes al día? De algo hay que morirse, si no era el tabaco que fuese el ascensor.

Después de ese viaje llegabas a la oficina, y le llamo oficina porque para eso lo usamos, pero en realidad era un piso de hace un par de siglos (había escrito siglo pasado, pero lo he tenido que cambiar, ¡cómo pasa el tiempo!), así que lo que en una oficina se llaman despachos aqui era más divertido, el salón era el despacho de los administrativos, el comedor era el de los informáticos, las dos habitaciones pequeñas servían de archivadores y la habitación de matrimonio..., bueno, eso daría para otra historia y todavía estamos en horario infantil.

Una cosa buena sí tenía esa oficina, cuando en otras aún no estaba permitido ni había espacio para ello, ésta tenía una cocina "de las de antes", con muchos armarios para almacenar, entre otras cosas, el indispensable alimento del oficinista (el café). En esa cocina nosotros desayunábamos cada día unos suculentos bocatas de pan crujiente untado con tomate y aliñado con aceite y sal, en el que depositábamos finas lonchas de un jamón recién cortado, manjar que acompañábamos con un vaso de tempranillo (o dos) y finiquitábamos con un café y un cigarrillo (sí, chavales, hablo del siglo pasado, cuando aún se podía fumar en el trabajo). En esa oficina, además, tomábamos café con olor y sabor a café de verdad, y los cortados los hacíamos con leche condensada.

Pero no todo podía ser positivo, así que nuestra oficina tenía algunas cosas peculiares, que comentábamos entre nosotros haciendo las típicas bromas tontas y sin gracia con las que sin embargo todos reíamos.

Una de esas cosas era el colmo del pijerío y el más que seguro trauma psicológico del pobre hombre que vivió allí. Imaginaos un cuarto de baño..., ¡¡¡con moqueta!!! El material, rojo como la sangre, no se bien si era de terciopelo o de simple raso o de cualesquiera de esos nombres que yo, en mi condición de hombre, ni conozco ni nunca podré llegar a diferenciar. No puedo imaginarme el miedo del pobre tipo al ir al cuarto de baño, aunque supongo que finalmente se decidió por hacerlo sentado, e incluso entonces, tuvo que usar un poco de papel higiénico para secarse esa maldita gota y no enfurecer a su señora.

La otra peculiaridad de la oficina..., bueno..., ésta todavía me produce escalofríos ahora que la rememoro y estoy seguro que no es a causa del ventilador que tengo encendido para pasar el calor primaveral.

En esa oficina..., en ese cuarto de baño enmoquetado..., había una bañera de esas grandes, pero grandes grandes, no las muestras de minimalismo que ahora ponen en los pisos que parece debas ser un yogui y en las que ni te planteas darte un largo y sensual baño con tu pareja por miedo a quedaros encajados sin poder salir.

Desembarcamos en esa oficina llevando sillas y mesas desmontadas, archivadores y cajas de cartón..., y cuando entramos al baño después de montar las mesas y sacar el polvo a las habitaciones, pensando en lavarnos las negras manos..., el primero que entró llamó a su compañero más cercano, éste a su amigo, el otro a dos más, y nos reunimos como doce en el cuarto de baño (sí, era un cuarto de baño inmenso) todos mirando la bañera... llena de un líquido pardusco, entre rojo y marrón, en algunas partes más rojo que marrón, en otras con tonos casi negros y un aspecto denso, no de agua sino de algo..., que casi parecía vivo..., que casi parecía moverse.

Estuvimos dos años en esa oficina. Nadie, ni nosotros, ni nuestro jefe, ni la casera, nadie se atrevió nunca a pedir que desatascaran la bañera. Nosotros entrábamos a usar el lavabo pasando el tiempo imprescindible y si nos quedábamos tarde a trabajar solíamos ir al bar que teníamos debajo, ya que la bombilla del cuarto de baño daba poca luz y entonces el líquido de la bañera parecía intentar acercarse a nosotros.

Recuerdo una vez, cuando todavía no teníamos miedo sino ignorancia, ese día llovía a cántaros, y un compañero, al llegar, colgó su impermeable, chorreante, de una percha que había encima de la bañera. El caso es que, al irse por la tarde, el impermeable había desaparecido. Hicimos la broma de que estaba en el mismo sitio que los paraguas que desaparecen, pero el líquido de la bañera tenía un color diferente, y ese día comenzó nuestra particular historia de terror en la oficina.

Unos años más tarde, investigando viejos periódicos de hace dos siglos para una de mis novelas de terror, di con la noticia y todo quedó claro para mi: El marido de la condesa de Montiel había desaparecido de su domicilio y nunca se volvió a saber de él. La condesa se trasladó a su torre en la zona alta de la ciudad, pusieron el piso en venta y, como no se vendía, acabaron poniéndolo en alquiler. La dirección y piso coincidian con las de mi primera oficina.

Así que, en mi primer trabajo, me pasé dos años meando al lado de un conde, bueno, al lado de lo que podría llamarse un conde líquido, es decir, liquidado. En las charlas en la cocina siempre dijimos que quien tuviese huevos que metiese la mano en la bañera, pero creo que todos sabíamos, sin saber, que la bañera era peligrosa.

viernes, 25 de mayo de 2012

El rumor de los insectos nocturnos


Hace unos días me presenté a un concurso de relatos, la III Edición concurso relatos de Infectados Blog (http://infectadosblog.blogspot.com.es/2012/05/tercera-edicion-concurso-de-relatos-de.html) un concurso en el que los relatos debían ceñirse a una temática muy particular (Lovecraft y Arkham) Se presentaron un total de 18 escritores, y hace un rato han salido los resultados (Otros 3 - Gustau 0). Aqui teneis el relato con que participé, espero que os guste un poquito. 

El rumor de los insectos nocturnos

La luz del flexo enfocaba el sillón de lectura, el resto del despacho estaba en penumbra, y la ventana mostraba que la tarde era de un gris azulado, augurando otro día de esa llovizna ubicua que te moja, con paraguas o sin él, y te deja el alma triste.

El sillón estaba ocupado por un hombre de mediana edad, barba de tres días con algunas canas y unas gafas graduadas de estilo Lennon. En su regazo reposaba un libro antiguo de páginas amarillentas con escritos en tinta roja. En la página abierta el título rezaba “Ars Goetia”, y seguía una larga lista de nombres como Asmodeus, Belial o Astaroth.

El profesor Cornelius Floavert estudiaba libros oscuros, libros imposibles, libros que no existían. Los había leído casi todos, desde “El libro de Eibon” a “De Vermis Mysteriis”, pasando por los “Manuscritos Pnakóticos”.

Pero había un libro que todavía no había podido estudiar, uno del que ya dudaba de su existencia, el que muchos llamaban “La Ley de los Muertos”.

Enfrascado como estaba leyendo el arte de la brujería, analizando cada unos de los 72 demonios allí anotados, no escuchó el ligero ruido a su izquierda. Pero su visión periférica captó el sobre que alguien coló bajo la puerta.

Sabía que por mucha prisa que se diese, no vería al mensajero, que tan solo sería alguien pagado por el autor de la misiva. Así que cerró el libro con cuidado, lo depositó en la mesita frente al sillón, y se levantó, con el típico quejido de quien ya empieza a sentir en las articulaciones el paso del tiempo y la humedad del clima.

El sobre, de suave color beige, estaba lacrado, algo que ya no se veía mas que en las películas de tiempos antiguos. Curiosamente el lacre no era rojo sino negro, y en lugar del típico sello con escudo nobiliario, mostraba lo que parecían ser varios pentagramas entrelazados.

El papel en su interior solo tenía dos líneas escritas en rojo sangre. En la primera línea aparecían unas coordenadas (42º 40’ 5” N y 70º 53’ 51” O), y en la segunda, con un trazo irregular, un nombre, que parecía de origen árabe, algo así como Zahr-ad-Din.

Aunque la grafía era extraña, se parecía a un apellido imposible, lo mismo que la imagen del sello en el lacrado del sobre. Tenía que ser una broma estúpida de alguno de sus alumnos, que sabían de su debilidad por ese libro.

Sin embargo…, sin embargo, tenía el presentimiento de que el sobre era auténtico, ninguno de los imberbes “biebercillos” que poblaban el campus de la universidad de Syracuse hubiera usado el apellido en su grafía más desconocida, en su lugar habrían escrito el más común, Al-Hazred.

Le quedaban varios días de vacaciones ese año, como cada año, así que la idea de un road trip le apetecía bastante, tenía que comprobar en el mapa donde le llevaría esa aventura.

A la semana siguiente, una vez reorganizadas las clases con el visto bueno del rector, hizo una pequeña maleta, la puso en la trasera de su BMW i8 Spyder, encendió el navegador, y salió derrapando mientras gritaba “¡Arkham, allá voy!”.

Varios días y muchas millas más tarde estaba en Nueva Inglaterra, en el condado de Essex, de camino a un lugar arcano e inexistente. El extraño mensaje que recibió la semana anterior le invitaba a descubrir ese libro y le indicaba unas coordenadas muy concretas. Su navegador entendía esos datos además de los nombres de ciudades y calles, pero insistía en que en el destino, unas millas al norte de Salem, no había ningún pueblo.

Un par de millas después de dejar Salem por la ruta 107, Cornelius llegó a ver un letrero que ponía Innsmouth, Pop 108, aunque no vio ningún desvío, ni llegó a ver nunca ese pueblo. No le importó demasiado, ya que no soportaba el pescado crudo, y menos aún si éste caminaba por las calles.

Al llegar al cruce de Aylesbury tuvo especial cuidado para no tomar el desvío incorrecto, y giró a la izquierda cuando el navegador le sugirió la derecha, así consiguió evitar el pueblo de Dunwich y no encontrarse con el Dios de las burbujas brillantes, con alguien tan dado a los sacrificios humanos es un riesgo estar muy cerca, por mucho conocimiento que te pueda regalar si está de buenas.

Viniendo de Innsmouth, el navegador le hizo cruzar el río y entrar en la ciudad por la calle West, para luego hacerle girar a la izquierda en la calle Church, aparcando delante de la universidad.

Casi no lo podía creer, el lugar realmente existía y él estaba allí, y si ese allí existía, entonces…, entonces el libro también, y en breve podría leerlo y descifrar sus conjuros. Temblaba de anticipación, temblaba de excitación, y temblaba de frío.

Lejos quedaban los infructuosos viajes a Buenos Aires, Paris o Harvard, donde no había encontrado más que entradas falsas en las fichas de sus bibliotecas, con signaturas topográficas apuntando a estanterías inexistentes. Por no hablar del inútil viaje a California, donde un surfista se las dio de bromista añadiendo una entrada en la sección de religiones primitivas donde, por descontado, no existía ningún libro como el indicado.

Pero esta vez no había ninguna duda, estaba en un lugar que no existía, así que por fuerza el libro imposible debía ser real y estar cerca de donde él estaba, a las puertas de la Universidad de Miskatonic.

Subió los escalones de la entrada lentamente, cada paso como una reverencia, y cruzó las inmensas puertas abiertas con cierto miedo a que se cerrasen con él en medio. Caminó sin rumbo fijo por el inmenso lugar, sus pasos resonando en el silencio.

El silencio…, desde que había cruzado el río el silencio se había hecho el amo y señor, ningún pájaro piando, ningún perro ladrando, ningún niño gritando. Claro que tampoco se veían pájaros, perros o niños. Ni siquiera la brisa movía los árboles de hojas polvorientas, solo se oían sus pasos y el latido de su corazón.

Tampoco se oía ni veía a nadie por los pasillos de la universidad, y sin embargo no parecía un lugar muerto, era como si lo hubieran abandonado hacía escasos minutos. Al pasar al lado de un aula con la puerta abierta, Cornelius incluso pudo ver el polvo de tiza cayendo de la pizarra, donde se podía leer Prof. Al-Hazred, y debajo, Cthulhu 101.

Al-Hazred, ¡era quien le había enviado la invitación la semana anterior! ¡Dios mio!, ¡era alguien real!, ¡existía! Tenía que encontrar su despacho, estaba convencido de que el libro estaría allí, seguramente en una urna de cristal y con un conjuro de protección.

Subió lentamente las escaleras de mármol negro hasta el segundo piso, casi conteniendo la respiración, expectante, y siguió las indicaciones hasta el ala de literatura fantástica. Primero pasó por el despacho de un desconocido Prof. Esteban Reyes, luego por el de un tal Prof. Edgar Crow, y finalmente encontró el despacho que buscaba, el despacho del Prof. Abdallah Zahr-ad-din.

Cornelius tenía la boca seca y el corazón le palpitaba acelerado desde hacía rato. Pero al poner la mano en el picaporte las pulsaciones se redoblaron, y la expectación dejó un resquicio al miedo a lo desconocido, y ése miedo atávico se instaló en su alma.

Mientras abría la puerta del despacho del profesor, el silencio sepulcral de las últimas horas dejó de ser silencio para ser otra cosa, un extraño y sordo zumbido que parecía llegar de todas partes y hacerse sentir en todo el cuerpo, como si todo él vibrase. Ajeno a ese zumbido, Cornelius se sentía a escasos momentos del summum de sus investigaciones, y una fuerza parecía guiarlo hacia la penumbra del fondo de la sala.

El libro estaba protegido por una urna de cristal, tal como Cornelius había supuesto. Era bellísimo, con una tapa de cuero marrón desgastado por los siglos, con bordes negros y con un cierre tachonado con estrellas plateadas, más unos extraños pentagramas superpuestos y algunos símbolos que desconocía. Mirándolo más de cerca, confirmó las sospechas que se tenían, aquello no era cuero, la tapa era de piel humana curtida. Así que lo más probable es que también fuese cierto el que sus páginas fueron escritas con sangre humana.

Cornelius se puso de caras a la urna, con los brazos extendidos como en una invocación y cerrando los ojos recitó, en perfecto castellano antiguo:

“De los Primeros Engendrados, escripto está que esperan siempre al unbral de la Entrada, é la dicha Entrada se encuentra en todas partes é en todos tienpos, ca Ellos non conosçen tiempo nyn lugar, sino esisten en todo tiempo é en todo lugar, a la ves é syn paresçer, é los ay dEllos que tomar pueden diferentes Fformas é Maneras, é revestir una Fforma dada é un Rrostro sabido” 

Al acabar la invocación, la urna había desaparecido, y el libro aparecía abierto, mostrando una página con unas frases que Cornelius identificó como sumerias.

Dando tres veces la vuelta sobre si mismo, Cornelius Floavert escribió en el libro un anagrama con su apellido y la inicial de su nombre, y acto seguido se dispuso a recitar el conjuro en voz alta:

! Oh Tú que moras en la oscuridad del Vacío Exterior! Acude a la Tierra una vez más, Yo te lo ruego.

¡Oh Tú que habitas más allá de las Esferas del Tiempo! Escucha mi súplica.

¡Oh Tú que eres la Puerta y el Camino! ¡Acude! ¡Tu sirviente te llama!

¡BENATIR! ¡CARARKAU! ¡DEDOS! ¡YOG-SOTHOTH! ¡Acudid! ¡Acudid! ¡Pronuncio las palabras, Rompo Tus vínculos, el Sello ha sido apartado, pasa a través de la Puerta y penetra en el Mundo; he hecho tu poderoso Signo!

¡Zyweso, wecato keoso, Xunewe-rurom Xe-verator, Menhatoy, Zywethorosto zuy. Zu-rurogos Yog-Sothoth! Orary Ysgewot, ho-mor athanatos nywe zumquros, Ysechyroro-seth Xoneozebethoos Azathoth! ¡Xono, Zu-weret, Quyhet kesos ysgeboth Nyarlathotep! Zuy rumoy quano duzy Xeuerator, YZHETO, THYYM, quaowe xeuerator phoe nagoo, Hastur! 

¡Hagathowos yachyros Gaba Shub-Niggurath! ¡Meweth, xosoy Vzewoth!

¡TALUBSI! ¡ADULA! ¡ULU! ¡BAACHUR!

¡Acude Yog-Sothoth! ¡Acude!

El rumor fue subiendo de frecuencia, ahora se trataba de un zumbido inconfundible, no porque Cornelius lo hubiera escuchado nunca sino porque había leído sobre los djins y así era como se decía que sonaban. Su palidez evidenciaba ese conocimiento en la forma del más absoluto terror, aunque en sus ojos brillaba la felicidad al haber comprobado la realidad de aquel libro.

De sus páginas brotó, zumbando cual enjambre de mosquitos, un remolino gris, que envolvió a Cornelius y lo hizo desaparecer entre gritos que evidenciaban el dolor de quien sigue vivo mientras se hace pedazos y se enfrenta al misterio final de la entropía.

Los gritos desaparecieron en el remolino, el enjambre volvió al libro, cerrándolo, y formando sobre la tapa las palabras Kitah Al-Azif, devolviendo el sepulcral silencio a la ciudad de Arkham.

Mientras sucedía todo eso, deliberadamente ajeno a todo ello, Yog-Sothoth se entretenía viendo la Super Bowl desde un pub en Dunwich. Ser omnisciente no permitía saber el azaroso resultado de un partido, pero ciertamente si permitía saber cuando un vanidoso mortal invocaba de forma incorrecta a un Dios Exterior.

viernes, 18 de mayo de 2012

Las felices borracheras de los viernes


Hay borracheras..., y borracheras. Están las borracheras tipo AsturiasPatriaQuerida, por muchos vividas, por todos conocidas. Estan las borracheras OsQuieroMuchoAmigosDelAlma, a veces con lagrimillas, a veces solo con voz emocionada. Están las borracheras NoMeAcuerdoDeNada, que normalmente implican como fase previa el estado AbrazaFarolas, al menos según explican los amigotes, que tu no te acuerdas.

Pero luego están mis borracheras del viernes tarde, mis felices borracheras, las que recuerdo, en las que no hago el ridículo ni abrazo objetos inanimados, las que no me dejan resaca ni el estómago revuelto, las que me convierten en un tipo nuevo, las que casi son una transfusión, las que crean adicción, las que os recomiendo con fervor, porque son borracheras felices.

La receta del cóctel es sencilla pero los ingredientes no son muy comunes, así que estad atentos y cuando los encontreis haceros con una buena provisión para tenerlos siempre a mano y poder disfrutar de ellos. Se recomienda tomarlo al menos una vez al mes, aunque solo sea una pequeña copita, incluso un chupito.
El ingrediente básico es combinar 1.5 amigas por cada amigo, pueden tener una belleza clásica o una abstracta pero deben ser ingeniosas; si además están buenas entonces mejor combinar en un ratio 1:1.

Se añade un local espacioso y cómodo, donde se coma bien y se beba mejor, y entonces, además de lo que puedan disfrutar las papilas gustativas, se añade el ingrediente secreto y ya os podeis emborrachar todos como cosacos.   

El ingrediente secreto es una mente despierta, libre, algo alocada, un puntito transgresora, y haberse dejado el ridículo en la puerta de entrada, donde se dejan los paraguas (asi alguien quizás se lo llevará). Si añadís eso al cóctel y agitais suavemente, os encontrareis "ligando mentes", incluso "frinkando mentes".

Entonces es posible que os paseis más de tres horas en un suspiro, bebiendo como cosacos, cogiendo una borrachera de campeonato, una borrachera de risas continuas y sin vergüenza. Entonces sereis unos borrachos felices, relajados, divertidos, que vuelven a casa paseando bajo el atardecer del viernes, orgullosos de haberoslo pasado tan bien como siempre en las borracheras de los viernes, habiendo bebido cerveza sin alcohol y agua con limón.

jueves, 17 de mayo de 2012

#Microrretales


Hace unos días participé con varios microrelatos en el I Concurso de Microrretales, convocado en Twitter por Francesc Barberá (@Fran_zesk) donde escribimos 60 personas con un total de 377 microrelatos.

Hace unos minutos han fallado el premio y, por desgracia, no me ha tocado ni la pedrea (Nobody's perfect, even myself). Muchas felicidades a la ganadora (Lola Sanabria), así como a los 2 finalistas y las 3 menciones honoríficas.

Podeis leer esos microrelatos en la página:
     http://microrretales.wordpress.com/2012/05/17/fallo-del-i-concurso-microrretales/

A continuación, publico los microrelatos en el orden en que los fui creando durante la semana del concurso, espero que os gusten aunque sea un poquito.

#Microrretales Te amé, amor, adorándote. Me amaste, amor, alejándote. Te amo, amor, recordándote. Me amas, amor, ¿escondiéndote?

#Microrretales Viajó 30 años por el mundo, buscando la iluminación. Al volver a casa, vió la luz. La factura lo llevó al satori.

#Microrretales Mientras Isabel Canta Rollin On 'a River, Ramón Entona Tangos. Atento Los Escucho, Sonriendo. (micro autoreferente)

#Microrretales Tengo conmigo el más bello relato jamás escrito, pero no va a caber en este espacio. Lo mismo me dijo ayer Marta.

#Microrretales Buenos dias, Sol. Cuanto amas a la Luna, y nunca os vereis (haiku)

#Microrretales Política ficción: Haré lo que finalmente haga, dijese lo que dijese sobre hacer o deshacer. ¡Viva la Revolución!

#Microrretales Era un genio de la música y la física, casi tenía la fusión fría. Cambió de dia, dejó de ser "el niño de 5 años".

#Microrretales .cables los cruzaron le se pero, izquierda a derecha de escribe quien piensa como entender Quiso

#Microrretales El pianista era un genio, sus notas creaban azules espirales, mientras ella saboreaba el dulce cerezo de la silla. 

#Microrretales El gato en la caja estaba medio muerto, hasta que el cabrón del físico abrió la caja y lo remató.

#Microrretales No ficción: El traductor automático de páginas web cogió una "Coca Cola" y creó la "Coca Tail".

#Microrretales Le dijeron: Él sobre ella. Ella, feminista radical, vertió agua sobre ácido sulfúrico. Se quemó la cara.

#Microrretales Cambió de universo en patera cuántica por la crisis. Su hipoteca multidivisa le siguió. Le embargaron un riñón.

#Microrretales Paco, el Guinness de la eyaculación precoz. Como los neutrinos, llega 60 nanosegundos antes de verla.

#Microrretales Le quitaron a su hijo, no coincidia su ADN. Coincidia con el de la abuela. La madre era un 2x1, una quimera.

#Microrretales Prohibido hablar con el conductor. Un día Paco se llevó el cartel a casa. Ahora vive sin quejas ni gritos.

#Microrretales ¿Que te pongo? Un destornillador y unas patatas. Me trajo uno de punta plana, y unas patatas. ¿Camarero?.

#Microrretales Paco abrió un viernes su Twitter y vio que su nombre era #TT en Microrretales. Reclamó derechos de autor.

#Microrretales Luis se enamoró de María por internet. María resultó ser Manolo. Luis y Manolo se casaron. Tienen un hijo.

#Microrretales Un relato erótico le puso palote. El siguiente iba de un lector excitado que dejaba de respirar. Lo entierran hoy.

#Microrretales Se preparó un gazpacho fresquito. Se puso a leer un relato erótico. Cenó sopa de tomate.

#Microrretales Me dijo que era una diablilla, pero a mi me van las pelirrojas. Tiene aire acondicionado en casa, allí abajo.

#Microrretales El del Real Madrid, ella del Barça. Se amaban. El de Colacao, ella de Nesquick. Diferencias irreconciliables.

#Microrretales Hoygan, nu se si bale como cuento. Pero si serviria yo les digo: Ser onvres de onor, eso yo digo. Paz, broders.

#Microrretales Es físico cuántico. Siempre compra queso quark con su visa electron, y con su mujer duermen entrelazados.

#Microrretales Sábado sabadete, camisa nueva y..., ¿Domingo? ¡Ya se me ha vuelto a escoñar el condensador de fluzo!

#Microrretales Cariño, hace casi tres minutos que no me tuiteas ni pones Favorito uno de mis tuits, ya no me quieres?

#Microrretales ¿Está soltera? ¿Es millonaria? Responda primero la segunda pregunta. Se gustaron y se lo gastaron.

#Microrretales Luke, soy tu padre. Perfecto, llama al Santander, avalaste mi hipoteca, y los jedi estamos en paro.

#Microrretales A veces veo muertos. No te preocupes, es normal, sobre todo si sales por Londres de noche, Jack.

#Microrretales Yo he visto cosas que vosotros no creeríais: La derecha nacionaliza la banca, sube impuestos. Es hora de morir

#Microrretales Planté un libro, escribí un niño, tuve un árbol. El libro no florece, ¿el niño? mal escrito, mas el árbol da sombra.

#Microrretales Quedaban cinco minutos para el fin del mundo, y él quería tuitear las últimas palabras. Nunca supo si lo hizo.

martes, 15 de mayo de 2012

Lo breve, si breve, dos veces breve...


Lo breve ha llegado para quedarse, lo tengo claro. No es bueno ni malo, ni siquiera será exclusivo ni excluyente, y sin embargo tomará cada vez más relevancia.

La brevedad, la síntesis, la concisión y precisión, son virtudes a mi entender loables, incluso si llegan al máximo minimalismo. 

Aunque extensible a otras areas, aquí me refiero a la brevedad en la escritura, con su máximo exponente en el uso de los 140 caracteres de un ¿sencillo? tuit. Aunque a veces sean 60 tuits seguidos (los de un tal Arturo, de muchos conocido, tan querido como denostado).

En el otro extremo tenemos novelas como La cúpula, del maestro King, que con 1136 páginas no se supera a si mismo (su novela "It" tenia 1504, "shit yourself little parrot" en inglés de ese que sabemos hablar todos).

En mi juventud me lei "It" de una sentada, de la mañana a la madrugada, y lo mismo la del Señor de los Anillos (en su edición de un solo tomo, ¡no veas!). Sin embargo la cruda realidad actual es que es dificil cuando no imposible disponer de un par de horas de "aislamiento monacal", descontando trabajo y familia, ya que en el tiempo de ocio el abanico de estímulos es muy amplio, y su dinamismo es casi inmediato, entre el móvil con que haces fotos (casi ni llamas ni te llaman, os enviais wassups), los tuits minuto a minuto, más todas las entradas de los cienes o miles de amigos en tu feisbú. Estamos en una sociedad en que, excepto al dormir (salvo si sueñas, claro) estás permanentemente conectado, y como todo, no es ni bueno ni malo, es diferente, y por ello tu tiempo y tu tempo son diferentes a lo que fue la vida, por ejemplo, en los 80.

Asi que te encuentras con que hay taaaaaaantas y taaaaaaantas cosas que llaman tu atención, y si te gusta leer, hay taaaaaaantos y taaaaaaantos escritos de taaaaaaantas y taaaaaaantas personas esperando, que sí, no todos serán Hemingway, Poe, Quevedo o alguno de esos genios del pasado, pero muchos explican historias interesantes que te atrapan, estén en el top 10 de algún sitio o en el top 100 o incluso sean noveles. Si en las listas online que todos conocemos hay 50.000 títulos en castellano (y creciendo), incluso aunque la estadística más cruda diga que no se "salva" más del 1%, significa que tienes una lista inmensa (y creciendo).

Si resulta que además te gusta escribir entonces es un dolor de muelas del juicio, las de arriba por leer, las de abajo por escribir, y no hay suficientes voltarenes, ni pastillas cafeínicas para arañarle tiempo al tiempo. Reorganizas tu agenda, dejas de ver la docena de series que antes veias, quizás duermes algo menos, y sin embargo "nunca tienes tiempo", y si dejas a tu grupetto de feisbú de lado te sientes malo maloso, si ves menos a tus amigos no virtuales te sientes un perro, y el caso es que "nunca tienes tiempo".

Así que actualmente me "asusta" la idea de enfrentarme a una novela de más de 400 páginas, y me atraen más los relatos de menos de 10 páginas, aunque la historia sea como Dumas, por entregas, y al final sean unos 40 capítulos, en pequeñas dosis semanales.

Hay dias en que incluso eso me agobia por falta de tiempo, y aprecio los microrelatos de media página (si son buenos, of course, sino no paso de la primera frase), y en ocasiones me dejo llevar por los microrelatos de una o dos frases, y aquellos que caben en un ¿sencillo? tuit, si están bien creados, me dejan un buen sabor de boca, casi al nivel de la frase del amigo Baltasar (no, no me refiero al rey mago).

Quizás cuando me jubile tenga tiempo..., pero claro..., hay tantas cosas que hacer, que seguramente entonces tampoco tenga suficiente tiempo para leer nada que sea muy largo. A lo mejor entonces ya todo son aparatos que te cuentan cuentos mientras vas caminando por la calle, o con suerte los escritores nos dediquemos a escribir sueños, y entonces si, podremos absorber grandes historias en un ciclo de sueño, entonces si que podremos soñar Las Mil y Una Noches, todas ellas, y despertarnos maravillados.

martes, 8 de mayo de 2012

Noticias de un universo alternativo (XII)

Barcelona, Universo 3, Redacción - Amigos, hoy nos llega una crónica del Universo 1, de nuestro nuevo corresponsal,  Cristobal Colón. Como todo lo que conocemos del resto de universos, debemos mantener la mente abierta y entender que cada universo ha desarrollado su propia historia, y aunque en mucho nos parecemos, en otras cosas somos muy diferentes, ni mejores ni peores, solo diferentes.

Barcelona, Universo 1, Redacción - Hola, aqui Cristobal Colón, vuestro nuevo corresponsal en el universo uno, aunque no sabemos si fue el primero, es la numeración propuesta por el profesor Takeshi Martinez y nunca entendí muy bien lo que explicaba sobre el espín de los neutrinos y el color de los quarks, sus frases siempre parecen aquello de planchar un huevo y freir una corbata, aunque lo han nominado para el Nobel y eso debe significar algo.

Antes de seguir con mi crónica, a la pregunta que todos os estais haciendo: Sí, mis padres tienen un sentido del humor algo especial. Solo os diré que a mi hermano pequeño le fue peor, le llamaron Bartolomé, pero como nadie sabía bien la historia de mi tocayo siempre acababan con lo de la flauta de Bartolo, que junto a la trompa de Eustaquio forman el dúo musical más famoso después de Pimpinela.

Bien, dejemos de hablar de mi y hablemos de universos y versos, de rarezas y simplezas, de fiestas y gestas, de aquello, lo otro y lo de más allá...., bueno..., disculpad..., pero aqui en el Uno se ha puesto de moda una divertida forma de hablar y escribir y se me van los dedos sin darme cuenta. Volvamos a la crónica, que no me pagan por palabras y veo que acabando mi tercer párrafo aún no sabeis de que va la cosa.

Si la crónica llevase un título, sería "vita intensa", y si me permitieran un subtítulo, sería "moi aussi". El título enseguida lo entenderéis, del subtítulo aún tardaréis un poquito.

Aqui, en el Uno, la mayor diferencia con nosotros, los del Tres, tiene que ver con la edad, y no solo de las personas, sino de todo, todo en este universo es viejo, casi polvoriento. El Sol es amarillo pero del color de la paja, el cielo es siempre gris azulado, las nubes parecen siempre jirones deshilachados que se caen, y la Luna..., bueno, la luz pálida del Sol le da un aspecto realmente cadavérico.

Pero no os penseis que aqui las cosas son tristes..., porque ellos nunca han visto los colores vivos que laten en nuestro universo, y nunca los verán, no porque haya aqui un gobierno mundial paternalista que cuida de la salud mental de los suyos (porque no es así, de acuerdo?, yo no he escrito nada para que debais pensar lo contrario, no debeis leer entre líneas, de acuerdo?, por cierto, aprovecho para saludar a mi tio George, que antes de jubilarse fue periodista y ahora tiene una granja).

En fin..., como os decía..., aqui la avanzada edad de las cosas y las personas es algo consustancial a toda la existencia. Pero como es lógico en el ser humano, el de este universo y el de todos los universos, el deseo de trascendencia es un acicate, y para ellos lo de plantar un libro y escribir en un árbol les parece una niñería, y como se reproducen in vitro lo de tener un hijo no tiene sentido antropológico porque el crio es de todos. Asi que lo que en ellos es trascendencia es, lisa y llanamente, vivir mucho, y cuanto más mejor.

Supondreis que con la ingeniería genética habrán roto la programación del gen suicida y saltado la barrera de los 125 años..., pero no..., la verdad es que aunque su media está sobre los 115 años, la genética se les está resistiendo, siguen sin descifrar el código, y nadie ha encontrado aún la Rosetta.

Pero sabeis como consiguen, naturalmente en el mercado negro, que sus vidas se alarguen unos añitos más que la media oficial? Os lo cuento sin problemas porque al gobierno parece no importarle demasiado, casi se podría usar lo de panem et circenses. Pues resulta que lo que toman y cuesta casi como seis meses de trabajo, son pildoras..., de sangre de virgen. No, aqui no existió nunca Vlad, ni los niñatos de Twilight, y sin embargo, parece que hay "algo", no se sabe si en la sangre por si misma o por ser de virgen, que "funciona". Que todas las filosofías, religiones, sectas y asociaciones culturales promuevan la virginidad no debe pues extrañaros.

Ya, ya se que leerlo os escandaliza, pobres gentes de vida tranquila y sin sobresaltos. Ya, ya se que en el Tres sería imposible un mercado asi por falta de materia prima. Ya, ya se que "aqui nosotros no", y que "eso nunca jamás", que la oscura Edad Media está muy lejana y todas esas cosas.

Bueno, ya sabeis que en las crónicas del multiverso nos dedicamos a conocer los otros universos como una forma de conocer el nuestro, y como resultado, nuestra mente se amplía aunque a veces a costa de que el corazón se nos encoja, asi que debo terminar mi crónica explicandoos que, en el Tres, en nuestro querido y sano universo, también cuecen habas, y creo que al final os vais a escandalizar más de lo que podeis creer.

Os dejo, sin ganas de ampliar la crónica, con la noticia que enlaza el Tres con el Cinco. Pero os aviso, si lo de la sangre de virgen os escandaliza..., bueno, casi mejor lo dejais aquí.


sábado, 5 de mayo de 2012

El precio no es el problema


Si te gusta leer, compras libros. Si valen 16-20 € quizás no compres más de uno por mes aun cuando posiblemente querrías leer uno por semana. Pero siempre hay amigos con el mismo problema y solo con que seais 4 está todo solventado; sino, creo que todavía existen las bibliotecas. Así que, si te gusta leer, con unos precios de 4-5 €, podrías estar más o menos contento.

Entonces, con tantos libros digitales a precios de 1 € deberias estar exultante, porque tienes para leer 4-5 libros por semana (bueno, salvo sean libros de más de 500 páginas, lo que en tiempos de la generación de los 140 caracteres y la lectura a ratos en el metro es algo que creo en vias de extinción).

Salvo lectores rápidos con tiempo libre es dificil leer una novela por día, aún siendo corta, ya que si por ejemplo tiene 120 páginas, a minuto por página necesitas 2 horas tranquilas, algo complicado si además está el trabajo, la pareja, los niños, comer, dormir y con suerte fo... (¿cada dia?, bueno, son dos minutos y luego sigues leyendo), así que digamos que podrías, con solo 1 € por semana (menos que un cafelito), disponer de una biblioteca que no ocupa lugar que crecería en unos 52 libros por año. Pero eso, salvo excepciones, no sucede, así que algo falla en la historia.

En primer lugar, en la compra de libros digitales, en este pais al menos, pocos lectores están habituados o se sienten cómodos con el pago con tarjeta de crédito, no les apetece nada dar esos datos. En ese aspecto creo que la que es actualmente mayor plataforma de venta de libros digitales debería pensar en mecanismos alternativos para gestionar esos micropagos de una forma que se percibiera menos "arriesgada" para el potencial comprador, posiblemente por móvil o por otros sistemas ya probados y con buena acogida. Eso es algo que debe abordar la plataforma de venta, ya tenemos un problema identificado, aunque no creo sea el problema más importante.

En todo caso, esa barrera de entrada de la mayoria de los lectores lo que hace es reducir las ventas globales y posiblemente desvirtuar la estadística de las listas (es algo incongruente ver como el "maestro" King se ve superado por autores que empiezan a caminar, sin menospreciar la calidad de estos últimos). Eso hace que conseguir vender 2000 ejemplares de un libro digital pueda verse como "de unos pocos privilegiados" (no tengo cifras, asi que el número puede ser incorrecto). Por desgracia eso crea un problema tanto al lector como al escritor, y dejadme cruzar el río para explicarlo desde la otra orilla.

Entonces, parafraseando el título de un libro, ¿quien se ha llevado mis ventas? Pues opino que la causa es la errónea gestión del exceso de oferta, que por ese canal debe ser varias veces mayor a la que se movía en los buenos tiempos por el canal clásico en papel. Acabo de mirar, hay más de un millón de títulos en la plataforma en cuestión, unos cincuenta mil en castellano, y la tendencia es creciente e imparable (se añaden cincuenta mil nuevos títulos cada mes en todos los idiomas). Nunca, en ninguna librería, llegué a ver cincuenta mil títulos en castellano a mi alcance, y si lo hubieran estado, me hubiera pasado como cuando entro en esa cadena de cafés con nombre de estrella y dólares, que la variedad de opciones me funde la neurona selectora, ¡si yo solo quería un café!.

Suponiendo que se cumpla el minimo requisito de atracción (buen título, buena portada y buena sinopsis; vamos, lo mismo que en una libreria con libros en papel), y que aún no seas un autor conocido, el elemento que va a vender un libro es el boca-a-oreja, sea por las reseñas en páginas dedicadas a ello (donde el potencial comprador va a buscar que leer) sea por las opiniones de otros lectores (de nuevo es el potencial comprador quien va a buscar que leer, basándose en listas de más vendidos y mejor puntuados), o bien al permitir la lectura parcial del mismo (fenómeno en auge que considero muy interesante y que para mí es un elemento clave en lo que puede llamarse "ganar visibilidad"). 

El caso es que, en eso de las listas y opiniones, al ser muchas veces títulos con pocas ventas, y muchas menos opiniones de lectores, el mecanismo de valoración por terceros aún debe madurar un poco, y salvo excepciones, será dificilmente significativo si no hay suficientes lectores que dejen su opinión, y por suficientes me refiero a varias decenas, algo dificil si tenemos en cuenta la baja participación de mucha gente, que como mucho le da a los "me gusta". Así que el proceso de venta de libros digitales se convierte en algo complicado en un entorno como el actual en este pais, si lo basas solo en listas de venta digital.

Para acabar de liarla, en el paso del papel al digital, y por lo poco que llevo viendo en los últimos meses, parece existir la generalizada idea de que hay que ir al potencial comprador, casa por casa, para convencerle de que compre el libro, a modo de publicidad directa en todos los canales digitales posibles y hasta en alguno de los imposibles. En mi opinión, este es un camino abocado al fracaso o cuando menos de poca efectividad para el esfuerzo que implica, por varios motivos:

Vida útil muy baja

Actualmente casi todos los que tienen más de 200 seguidores y/o amigos, no pueden absorber todas las entradas que cada uno de ellos realiza, ni leerlas en el instante que se escriben, por lo que una vez las entradas han quedado atrás, si son muchas, es como si no existieran, y no tienes tiempo de "leer el pasado" ya que la velocidad de avance es superior a la de lectura. Quien hace publicidad directa de su libro por esa via se ve obligado a repetirla cada poco, posiblemente cada hora. Aunque claro, si eso lo hacen diez escritores, sumado a lo que escriben los otros 180 a quienes puede seguir un lector, la cosa vuelve a ser un visto-y-no-visto.

Saturación por repetición

Consecuencia de lo anterior, un mensaje repetido a cada rato, cada dia, se convierte en ruido. Si además el mensaje dice siempre lo mismo, aunque sea con ligerísimas variaciones, el receptor lo filtra y lo ve como "¿otra vez? jeje, que si, que ya lo tengo" o bien como "¿otra vez?, que no, jaja, que no lo tengo", pero dificilmente generará cambio de estado en el receptor, y posiblemente tampoco dará lugar al re-envío a sus seguidores o amigos, quizás sí la primera vez, o la segunda, pero no la quincuagésimo tercera.


Así pues, como hacer que el lector sepa qué "vale la pena" comprar y leer de lo que hay en esa inmensa librería sin que sea asediado por la publicidad directa, pero a la vez conseguir que los escritores tengan la posibilidad de ganar la visibilidad que se merecen captando nuevos lectores?
De entrada, hay algo que antes ya he comentado, permitir la lectura de algún capítulo del libro debería ser algo obligado (hay escritores que publican parte del libro en su blog o en otras plataformas de lectura). Pero eso, junto a las páginas con reseñas de libros, no deja de ser decisión del lector y potencial comprador en la búsqueda de libros que leer.

Así que, que más puede hacer el escritor para "publicitar" su obra? Como creo haber reflejado en párrafos anteriores, la técnica del "lee mi libro, lee mi libro", que dudo guste al propio escritor, es la clásica venta "a puerta fría" (por mucho que lo tengas en tus dos mil "amigos" no sois íntimos, y además tampoco es fácil venderle un libro ni a tu propio hermano) y no es útil para el esfuerzo que implica. Lo que creo que funciona y es el futuro es lo que llaman marketing inverso.

Dejo para quien quiera profundizar que navegue por internet en busca del concepto, pero si lo tuviera que resumir adaptándolo a "la venta de mi libro", diría que se trata, justamente, de que no es cómo vender mi libro, sino de cómo hacer que el lector quiera comprarlo. Naturalmente es un proceso que implica cierto esfuerzo, pero con un gran potencial, y las redes sociales están perfectamente orientadas e integradas para permitirlo. 

Al fin y al cabo, casi todos los lectores, en lugar de establecer una relación vendedor-comprador, incluso una de escritor-lector, creo que prefieren una relación lector-lector, y cuando uno de ellos (o ambos) también escriben, es genial.

martes, 1 de mayo de 2012

Un sueño algo especial...


Desperté con un sudor frío y llorando como un niño.

Me levanté, fui al baño, desayuné, leí las noticias por internet, escribí varios comentarios en FB, y un par de correos. Pero el recuerdo del sueño seguía ahí, con todo detalle, sin desvanecerse.

En el sueño, yo estaba recién casado con ella, la más bella, bella por dentro y bella por fuera, por fuera con unos ojos azules que sin gafas parecían verdes, por dentro con un alma que brillaba con luz turquesa y que sanaba de todo mal.

Pero la recién ganada felicidad se me negaba. Una brutal llamada de tráfico cegó todo mi futuro al cerrar del todo el suyo sin darme tiempo a decirle adiós.

En el sueño me tomaba unas cuantas pastillas y me metía en cama, llorando su ausencia como un niño, y como un niño llorando me había despertado esta mañana, con un sudor frío que aún sentía en el cuerpo.

Necesitaba concentrarme en algo que me quitase de la cabeza esos pensamientos tristes, así que me puse los inalámbricos, conecté el mejor jazz de mis listas, y me puse a practicar el zen. Primero fue el zen de lavar platos, en el que, además de la música, era uno con los platos, con el jabón, y con el movimiento circular de la mano derecha sobre los platos. Después fue el zen de pasar la escoba, consiguiendo la unidad de la escoba con las pelusillas del salón y llevando algunas de ellas a conseguir el satóri, porque hasta las pelusillas tienen esa opción en su existencia.

Cuando acabé de practicar el zen de estar por casa, me senté en el sofá a descansar un rato. Entonces sonó el teléfono móvil. Por un instante mis neuronas se miraron extrañadas, ¡no!, ¡imposible!. Pero era cierto, la llamada era de tráfico, y el mensaje brutal, igual que en el sueño, sin darme tiempo a decirle adiós.

Destrozado, llorando, chocando con las paredes y las puertas, fui hasta el cajón de las medicinas, me tomé unas cuantas pastillas, y me fui a la cama, deseando que todo fuese un sueño, como lo fue esta mañana.

Desperté con un sudor frío y llorando como un niño.

Me levanté, fui al baño, desayuné, leí las noticias por internet, escribí varios comentarios en FB, y un par de correos. Pero el recuerdo del sueño seguía ahí, con todo detalle, sin desvanecerse.

La sensación de deja vu era tan fuerte que además del sudor frío, empezaba a temblar pensando que estaba en un sueño dentro de un sueño dentro de un sueño dentro de..., y que no podría salir.

En mi mente se empezaba a formar una idea de cómo había sucedido todo, pero si esa idea era cierta, no había solución posible, y estaba condenado a perderla eternamente, a llorarla diariamente.

La noche anterior había estado chateando con un colega escritor, hablando de la obra de un genial y poco leído escritor, Stanislaw Lem, hablando de Solaris, su obra más conocida, y de los extraños y curiosos cuentos de Ciberíada, una obra que había leído hacía mucho, en la que, si mi memoria no me engañaba, había un relato sobre un armario en el que al entrar se viajaba a un universo inventado en el que había un armario en el que...

Me senté en el sofá cansado y algo mareado de las vueltas que daba esa historia en mi cabeza, sin saber qué hacer para romper ese círculo infernal. Entonces sonó el teléfono movil.

Por un instante pensé que si no lo cogía todo se arreglaría. Pero me sabía todas las películas de ese género, y no quería empeorarlo todo, no quería que se encendiese la tele y escuchar detalles del accidente ni ver imágenes, la llamada de tráfico sería brutal pero menos dolorosa.

Así que me puse el teléfono en la oreja derecha, pero temblaba tanto que tuve que dejarlo sobre la mesa y activar el manos libres, mis ojos picaban anticipando la noticia.

Desperté con un sudor frío y llorando como un niño. Ella estaba a mi lado, acariciándo mi cara, acariciando mi alma, amándome con la mirada.

No recuerdo haberme casado con ella, hace años que no la veo ni sé de ella, pero da igual, esta vez no voy a salir del sueño, aunque tenga que impedir que ella salga de casa, aunque debamos quedarnos ambos en casa por toda la eternidad.